“Ahora sí estoy preparada para hacer segundo de liceo. Va a ser más duro pero estoy preparada”, aseguró, contenta, Valentina Guzmán, una de las jóvenes que asisten al aula comunitaria 3 del barrio Nuevo París, gestionada por el Consejo de Educación Secundaria (CES) en convenio con la ONG Centro de Participación para la Integración y el Desarrollo (Cepid). El Programa Aulas Comunitarias (PAC) es una iniciativa del CES junto con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) aplicada por organizaciones de la sociedad civil. El objetivo general es que los adolescentes de entre 13 y 17 años que no hayan comenzado la educación secundaria o se hayan desvinculado de ella puedan incorporarse en un espacio “no convencional” de educación.

En 2016 Valentina cursó la modalidad B del programa, denominada “Introducción a la vida liceal”, que busca apoyar a los alumnos que aún no están listos para cursar primer año del ciclo básico; “Cuando terminé sexto la maestra me recomendó el aula. El año pasado teníamos materias como Aprender a aprender, que nos apoyaban en algunas cosas que no sabíamos; este año no es tan así”, explicó la estudiante. Ahora está cursando la modalidad A del programa: “Inserción efectiva en primer año”. En este nivel se dividen a los estudiantes en dos grupos; en el de Valentina, que es el grupo 1, son 14 compañeros. 

Reciben todas las materias correspondientes a ese año de educación; Idioma Español, Matemática, Educación Física, Inglés e Informática se dictan de forma anual, mientras que el resto de las materias se adaptan a un formato semestral: “Con las materias anuales y las semestrales ya tenemos escritos y trabajos; es más difícil, como va a ser en el liceo”, señaló Valentina.

El PAC además se dedica a hacerles un seguimiento a los alumnos que egresan del aula: se aseguran de que se mantengan dentro de alguna variable del sistema formal o de acompañarlo si abandonan. “No sólo se trabaja con ellos y la familia, también buscamos a sus referentes, a sus contactos en el barrio, ya sea un tío, un vecino o un amigo, y se lo acompaña siempre”, detalló Sebastián Lucas, educador del aula. “Lo más sustancioso [del programa] es que son chiquilines que vienen de fracasos muy reiterados, que vienen súper desmotivados con el aprender como proceso, como experiencia; entonces, lo que hacemos es que vivan experiencias más lindas, más felices, vinculadas al aprendizaje, y eso los conecta a estar mejor a donde vayan, sea la UTU, el liceo o más adelante la universidad y el trabajo, siempre teniendo en cuenta que es una experiencia que tienen que disfrutar ahora”, explicó la coordinadora del aula, Rocío Catalurda.

El programa abrió sus primeras 12 aulas en 2007 y continuó la expansión hasta llegar a 26 en todo el territorio nacional en 2015. Sin embargo, en 2016 las autoridades del CES decidieron empezar a cerrar la iniciativa argumentando que era un programa focalizado, que no podía instalarse como política definitiva. Ese año cerraron nueve aulas y comenzó el programa Propuesta 2016, que busca trabajar con ese grupo de estudiantes dentro del liceo, por medio de materias semestrales y talleres. En 2017 las autoridades no extendieron esa alternativa, y tampoco se cerraron aulas.

Para Catalurda, una de las mayores diferencias de las aulas con el liceo es que en el programa tienen “más adultos con tiempo dedicado a los gurises, espacios de coordinación entre el equipo de la ONG y del equipo con los docentes, una cantidad [más reducida] de gurises en relación a los profes dentro del aula, además de que el programa fomenta pila que los profes innoven, creen propuestas más motivantes, y eso también se hace porque tienen más tiempo y un equipo que los respalda”.

En esto concordó Lucas: “Se genera algo más cercano, que en la inmensidad del liceo muchas veces se pierde” dijo, y agregó que la diferencia más grande entre Propuesta 2016 y el PAC es “el seguimiento que se le hace al chiquilín desde el equipo multidisciplinario socioeducativo”. “El equipo permite que se dé el espacio para que los chiquilines puedan quedarse después de clase, charlar, generar vínculos más cercanos. No es algo que los profes no puedan hacer en el liceo, de hecho lo hacen, pero la diferencia es en el tiempo y en tener un equipo que los pueda acompañar y sostener”, explicó la coordinadora del aula.

Para Alejandra Scafati, coordinadora general del PAC, la mayor ventaja es que el programa “está inmerso en la comunidad, está en el territorio, son reconocidos por los vecinos que saben que está ahí. Es un centro de referencia en el medio del barrio”. Scafati entiende que el PAC funciona como “un organismo vivo en el territorio, con estrategias muy específicas para trabajar con gente que tiene debilidades muy específicas”.

Federico Graña, director nacional de Promoción Sociocultural del Mides, concordó en que “el acompañamiento es algo que surge de estos programas: hay aportes a los hechos educativos, pero también aportes al acompañamiento, no sólo con los gurises sino también con la familia”.

Valentina también cree que “lo mejor del aula son los compañeros y los beneficios que te dan los profesores”. Para ella “va a ser difícil enganchar con el liceo, pero de a poquito voy a poder. Siempre vamos a poder seguir contando con el aula para hacer los deberes y estar acá”.