El miércoles de la semana pasada, el Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología (CONICYT) organizó el taller “Políticas de ciencia, tecnología e innovación en Uruguay” en el Palacio Legislativo, en el que se repasó lo hecho en la materia en la última década, al tiempo que se reflexionó sobre los desafíos que aún restan enfrentar y sobre la nueva institucionalidad que el gobierno diseñó para el sector. Al respecto, el prosecretario de Presidencia, Andrés Roballo, anunció que “en un plazo no mayor a 15 días” se estará designando al secretario de Ciencia y Tecnología. El cargo, originalmente propuesto al actual decano de la Facultad de Ciencias, el virólogo Juan Cristina, será cubierto por otro científico propuesto por la Academia de Ciencias de Uruguay. Si bien la designación aún no es oficial, distintas fuentes señalan que la conducción de la novel Secretaría de Ciencia y Tecnología será responsabilidad del químico Eduardo Manta, reconocido investigador que fue decano de la Facultad de Química entre 2006 y 2014. Consultado por este medio, Manta declinó hacer comentarios.

El futuro secretario enfrentará un panorama complejo: como bien señaló el presidente de la Academia de Ciencias de Uruguay, Rafel Radi, el gobierno no cumplirá con el compromiso asumido de elevar la inversión en investigación y desarrollo (I+D) a 1% del PIB, mientras que para Luis Bértola, de la Universidad de la República, la creación de la Secretaría de Ciencia y Tecnología por un lado, y la de Competitividad e Innovación Productiva por otro, podría constituirse en un “monstruo de dos cabezas”.

Otro de los problemas de los que se habló fue la ocupación de los investigadores: más de 80% trabajan en la academia. Consultado sobre de qué manera la nueva Secretaría de Ciencia afectaría a los organismos ya existentes (el CONICYT, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria), Roballo aclaró que todas las instituciones ya existentes mantendrán sus cometidos y dependerán de los organismos de los que lo hacen actualmente, ya que la secretaría sólo se limitará “a coordinar entre los distintos actores, instituciones y agencias”. Por otro lado, el prosecretario de Presidencia explicó que la primera tarea de la Secretaría de Ciencia consistirá en elaborar un diagnóstico del sistema de ciencia y tecnología en el país, de manera de brindar un estado de situación que sirva de sustento para pensar políticas futuras. En este contexto, la pregunta de Judith Sutz, Coordinadora Académica de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC-Udelar), sobre quién decide las políticas de ciencia y tecnología en Uruguay, quedó flotando en la sala del edificio anexo del Palacio Legislativo. Evidentemente, por más que trabaje en Presidencia, tal tarea no recaerá sobre el secretario de Ciencia y Tecnología ni sobre su equipo asesor.