En general, las denominadas vacaciones de invierno traen, junto al frío y la lluvia, la fantasía de que es un tiempo de pleno refugio de los docentes en el no hacer nada. Y si bien es cierto que para muchos de nosotros baja notoriamente la carga laboral que en general poseemos, también es real que aparecen las mesas de exámenes múltiples, con horarios de inicio pero no de finalización. Esto implica el sostenimiento de otro ritmo institucional, con espacios liceales abiertos a clases de consultas y mesas de exámenes, espacios cuidados y sostenidos por muchos de nuestros colegas que, además de estar tras los pupitres, ejercen como profesores adscriptos en su transcurrir profesional. Pero en filosofía, y ya como tradición en nuestra agenda, sumamos además las Jornadas Mabel Quintela, un espacio que se lleva a cabo en dos jornadas continuas de nueva horas reloj cada una, que este año tuvo como sede el Instituto de Profesores Artigas (IPA). Pero estas últimas instancias no responden a que el deber nos llama, sino a que el deseo nos convoca.

Desde el trabajo en conjunto entre la Inspección de Filosofía del Consejo de Educación Secundaria (CES) y la Asociación Filosófica del Uruguay (1) (AFU), desde hace ya 15 años se dio lugar a este espacio de Jornadas de invierno, que tras el fallecimiento de nuestra estimada colega Mabel Quintela, pasaron a llevar su nombre como modo de honrar su compromiso con la filosofía y los espacios de intercambio y expresión filosófica. Desde sus inicios han estado a la espera de que los docentes nos apropiemos de ellas como lugar donde compartir experiencias de aulas, nuestras lecturas de estas y nuestros abordajes. Tienen en su formato la particularidad de combinar presentaciones de experiencias con espacios posteriores donde armamos la ronda (de modo literal, moviendo las sillas para encontrarnos en la mirada y no ya ante un expositor y su presentación) para preguntarnos, intercambiar ideas, pensar y dialogar a partir de lo que nuestro rumiar reflexivo va construyendo con los aportes de todos. Constituyen, según expresó el inspector de filosofía del CES, Mario López, “una apuesta a la reflexión entre pares como modo de desarrollo profesional”. Y en alguna vacación de julio las jornadas te encuentran. “Las jornadas se generan y se han generado siempre, lo importante es estar para poder disfrutarlo. Porque se hacen cosas y no vamos, pero esta vez fuimos muchos y eso es importante”, compartió nuestra colega Paola Queirolo.

Ser docentes es tener un vínculo de constante batalla con el tiempo. Nunca da, siempre falta. Nos vemos exigidos a hacer al mismo tiempo más actividades que las que podemos llevar adelante bajo una lógica de profesionalización y disfrute, y a veces en julio sólo queremos parar. Pero cuando el aliento nos da para encontrarnos, escucharnos y compartirnos, buenas cosas nos alcanzan. “Me encantan estas actividades de la inspección y AFU”, dijo María José Abella, una de las profes que, junto a estudiantes del liceo 1 de Toledo, compartió una de sus prácticas en el quehacer filosófico e interdisciplinario. “Realmente se siente el cariño de la gente, además de la convicción de que estamos haciendo algo importante y de aprender… ¡Es tan lindo pensar! Las rondas de diálogo son preciosas”, agregó.

Otro lugar

Es un espacio de encuentro entre colegas que se da de modo intergeneracional e interterritorial. Pueden concurrir docentes de todo el país, ya que pueden gestionar su pasaje hasta el IPA debido al apoyo que el CES da a las jornadas. Escuchar al docente que te acompañó en tu formación y que el docente que te formó te escuche a vos; volver al IPA desde otro lugar para el encuentro como pares, como amantes y profesionales de una misma disciplina, la filosofía, es una placentera experiencia. A veces, como ocurrió este año, con la grata sorpresa de la presencia de esos otros, los estudiantes, que hacen a nuestro mundo docente y le dan sentido.

Además de los estudiantes de profesorado, que compartieron experiencias de sus prácticas de aula, estuvieron integrantes del grupo de estudiantes interturno del IPA, que se están moviendo para que otros espacios de intercambio y reflexión filosófica hallen sitio allí. Por ejemplo, el café filosófico El Hombre y su Relación con el Otro, que gestaron este año y tuvo que pelear para encontrar salón en donde el saber disciplinar entrase como convite de los estudiantes. En las jornadas también estuvieron estudiantes de secundaria que compartieron en primera persona sus propias vivencias con el filosofar. La profesora Patricia Reyes aportó mucho en este sentido: “¡Fueron hermosas las jornadas! Me tocó vivirlas de otro modo este año, ya que fui en patota con 11 estudiantes de sexto artístico del liceo 1 de El Pinar. Presentamos lo que estamos haciendo este año. Sigo investigando sobre el diseño filodramático. Este es un diseño que consiste en llevar los problemas filosóficos a escena. Ojalá que haya más encuentros. Siempre es un encanto encontrarnos con ustedes, colegas. ¡No estamos solos! ¡A por más!”.

Además de dar espacio a los que vienen, las jornadas contaron en esta edición “con un momento muy intenso en el que se recordó sentida y amorosamente, junto a su familia, al compañero Gerardo Lépore”, destacó la docente Mónica Planchón. Mucho tuvo que ver él con los caminos de AFU desde su trabajo como secretario administrativo, y mucho hizo también para construir ese hacer desde el aula y desde la filosofía, que intenta humildemente ir dejando huella y ejemplo en otros.

Las Jornadas Mabel Quintela buscan ser aquello que rescató el colega de Paysandú Federico González: “Un encuentro enriquecedor por la diversidad de puntos de vista, la reflexión de las prácticas propias y ajenas, con un nivel de discusión comprometida y actualizada. Una oportunidad para que los docentes se encuentren para compartir experiencias y discutir sobre la enseñanza y el aprendizaje de lo que pensamos, sentimos y vivimos como filosófico”.

En tema

Fue así que el lunes 10 y martes 11 de este julio frío y lluvioso, un promedio diario de 40 personas, entre docentes y estudiantes, posibilitaron una instancia en la que compartir lo que se hace, se piensa, se alcanza, y nuestros lugares de certeza, de sospecha y de inquietud frente a la experiencia de dar clases de filosofía. Como todo espacio filosofante, se inundó de dualidades que arrastramos y nos pesan: mente-cuerpo, pensar-sentir, arte-conocimiento, experiencia-saber, logos-eros, entre otras. Pero también, y como producto de un contexto que nos encuentra y nos transforma, terminamos coincidiendo en temáticas que –a diferencia de anteriores instancias de estas jornadas– no fueron preestablecidas pero estuvieron presentes.

Se instalaron como preocupaciones comunes las cuestiones de género y de poder, y aparecieron reiteradamente el arte y el cuerpo como potentes relegaciones de un aula que nos prefiere –por tradición moderna– quietos y mentales. Aparecieron también, como horizontes de construcción problemática pero deseables de ser pensados, el uso de las tecnologías y la interdisciplinariedad. Esta última es un desafío que desde hace varios años se ha instalado en los programas de filosofía por medio del espacio de Crítica de los saberes, y también desde ese marco varios docentes pudieron aportar al intercambio.

Para finalizar este artículo, volveremos nuestras y al plural las palabras de Ernesto Calleriza y diremos: “Nos sentimos cómodos y contentos de poder compartir lo que hacemos, de que la filosofía nos convoque y nos encuentre”. Aun en épocas en que parece de vanguardia y de buen uso perder la presencialidad en los espacios formativos, nosotros seguimos apostando al encuentro. A la presencia tallada en la charla que se sabe acompañar de gestos, en el intercambio que se habilita entre miradas, saludos y abrazos, presencia que nos tiene allí siendo diálogo y siendo cuerpo. También apostamos a los saberes disciplinares como lugares desde donde arribar al encuentro con los otros. Apostamos a la filosofía y la educación en ella, con y desde ella. Apostamos a nuestro campo común de saberes y experiencias, a la filosofía como disciplina poderosa para la reflexión, para el hacer, para el ensayo y para la transformación de nosotros y nuestro presente. Por más Jornadas Mabel Quintela, por más filosofía y por más encuentros.

(1) AFU es una agrupación que nuclea a profesores y estudiantes de filosofía, así como interesados en el quehacer y divulgación filosófica.