La década de los 60 está signada por la riqueza del debate pedagógico. Un indicador de esta situación es la cantidad de proyectos sobre creación de una nueva institucionalidad en educación superior. En materia de formación docente es posible mencionar tres proyectos importantes de creación de una Facultad de Educación: el proyecto de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE –1965–, el proyecto propuesto en el Seminario sobre Estructuras Universitarias, formulado por Darcy Ribeiro (1967), y el proyecto incluido en el Plan Maggiolo (1967).
Tales planes están pensados en función de dos desafíos cruciales a los cuales se enfrentan las universidades latinoamericanas, según Darcy Ribeiro, y al cual responden de forma diversa. Estos son: “a) la opción entre la espontaneidad y la planificación como política de desarrollo de la universidad, y b) la opción entre el compromiso de la universidad con la nación y sus problemas de desarrollo o la postura académica tradicional encerrada en su torre de erudición gratuita, de desinterés por el destino nacional o incapaz de relacionar la actividad universitaria con la actitud ciudadana” (Ribeiro, 1968: 153).
Ribeiro establece una cadena de oposiciones: a) planeamiento vs espontaneidad y b) compromiso vs desinterés. Si tomamos los tres proyectos presentados, pueden ubicarse en concordancia con los primeros términos de estas oposiciones, aunque le atribuyen significados diferentes. La creación de la Facultad de Educación se ubica como una reacción frente a la primera oposición (planeamiento vs espontaneidad), en la medida en que busca ofrecer una respuesta planificada a las necesidades de formación de profesores de enseñanza media que el país necesita. Esta primera lectura es la que realiza el plan de la CIDE, la cual expresa la adopción de un lenguaje y un modo de pensar que se habían instalado en las comunidades de científicos sociales en la década anterior: la necesidad de planificar el desarrollo económico y social y, como un componente fundamental de este, proyectar un sistema educativo que estuviera en consonancia con este proyecto. Era necesario planificar la formación de los recursos humanos en las áreas que se consideraban estratégicas y la formación de profesores de enseñanza media era una de estas.
Sobre la importancia de la planificación coinciden con la CIDE tanto Ribeiro, en el Seminario de Estructuras Universitarias, como el rector de la Universidad de la República (Udelar), Ing. Óscar Maggiolo, en el Plan de Reestructuración de la Universidad. También va a existir acuerdo acerca de la importancia del desarrollo de la investigación en educación en las tres propuestas. Sin embargo, la discusión en los 60 se va a instalar entre las formas de entender cómo debiera ser la integración de la Facultad de Educación y el lugar otorgado a la investigación como parte de este proyecto. En este punto se van a diferenciar la propuesta de la CIDE de las perspectivas de Ribeiro y Maggiolo. Estos últimos no conciben la reforma de la universidad sin la creación de nuevos institutos centrales que tienen como cometido el desarrollo de la investigación en las diferentes disciplinas científicas. En cambio, el proyecto de la CIDE proponía la convergencia de la institucionalidad existente: el Instituto de Profesores Artigas (IPA) y la Facultad de Humanidades y Ciencias.
Más allá de las diferencias, las tres propuestas tienen en común dos aspectos que se resumen en el título de la mesa y consideramos el principal desafío que tenemos, aún hoy, entre manos: a) plantear la creación de una nueva institucionalidad para la formación en educación, y b) la necesidad de pensar esta institución como parte integrada del sistema educativo. Esto señala la preocupación compartida de aumentar la cantidad de docentes formados para la enseñanza media y que esta formación fuera de calidad universitaria. Pero junto con esta preocupación, los actores contemplan la necesidad de integrar esta nueva pieza, no como una nueva facultad autónoma más, sino en forma articulada con los otros componentes del sistema.
También resulta común entre las diferentes propuestas el modo en que se concibe la creación de la nueva facultad; esta no supone una fundación que parte de cero, sino que toma como punto de partida la institucionalidad existente: IPA e Institutos Normales. Pero su integración se apoya en dos preocupaciones que hasta ese momento no había logrado conciliar ambas instituciones: la primera es la necesidad de desarrollar la investigación en educación, sea cual sea finalmente su forma institucional, y la segunda alcanzar un nivel de egresos que permitiera cubrir con la necesidad de docentes del sistema educativo.
En la arquitectura institucional del Plan Maggiolo, la Facultad de Educación tenía como uno de sus componentes más importantes la creación de un Instituto de investigación y experimentación de Ciencias de la Educación. Para Maggiolo no importaba tanto que supusiera la incorporación del IPA o no, sino que “su nivel alcance la categoría de superior” (Maggiolo, 2017: 104).
¿Qué significaba que la formación docente alcanzara la categoría de enseñanza superior? Esto es explicitado al comienzo del proyecto de creación de la Facultad de Educación y del Instituto de Ciencias de la Educación bajo estos términos:
“Hemos dicho en la introducción general que una vez que la Universidad se propone ampliar el campo de las actividades al de la enseñanza e investigación en las disciplinas básicas, no debe cometer el error, una vez más, de dejar de lado algunas de ellas; particularmente nos referimos a las Ciencias de la Educación.
El problema debe encararse como corresponde a un instituto de enseñanza superior dentro del concepto fundamental que inspira todo este plan, es decir, asociado con la investigación, por la cual la base de la formación de la Facultad de Educación será un Instituto de Ciencias de la Educación destinado a nuclear en la Universidad la actividad de experimentación de todos los docentes, y toda la documentación relativa a esta rama de las Ciencias Humanas”. (Maggiolo, 2017: 103)
De la propuesta del Plan puede extraerse la idea de universidad que se plantea cuando se propone la creación de la Facultad de Educación: una institución que sea espacio que sistematice “la actividad de experimentación de todos los docentes”, y por tanto, que convierta a la Universidad en un laboratorio donde puedan desarrollarse diferentes propuestas de enseñanza. Según la concepción del plan, la investigación y la enseñanza en la educación superior no deben aparecer disociadas como ocurría en el contexto de la institucionalidad existente; el lugar de la Facultad donde la investigación se desarrollará será el Instituto de Ciencias de la Educación.
Algo más
Sin embargo, la idea concebida por Maggiolo no sólo está planteando la necesidad de conectar lo que hasta ese momento se había desarrollado en forma autónoma en el nuevo Instituto a crear, sino que además la Facultad de Educación sería un lugar de convergencia de todos los docentes de la Universidad. Es posible pensar que dos cuestiones podrían estar presentes en esa idea de Maggiolo: por un lado, la necesidad de la investigación y experimentación de nuevas formas de enseñar en la Universidad y, por otro lado, el potencial pedagógico de la investigación. Aunque esto no es planteado explícitamente en el Plan, Ribeiro desarrolla una idea en este sentido acerca de la función formativa de la investigación científica: “Es necesario reiterar, pues, que la ciencia no es un discurso académico sobre el saber y, por ello, sólo puede ser enseñada donde se hace ciencia y en el mismo proceso de investigación. Esto tiene una importancia capital para la universidad, porque nos advierte del hecho de que cada investigación tiene virtualidades educativas que es necesario explotar al máximo”. (Ribeiro, 1968: 146)
Como puede verse, para Ribeiro, la ciencia sólo puede ser enseñada en el proceso mismo de investigación. No obstante, eso no significa que solamente se enseñe haciendo, sino que este proceso debiera tornarse reflexivo para los actores, y allí la investigación sobre las formas de hacer ciencia podría abrir un espacio para pensar cómo formar a partir de la investigación misma.
Este carácter pedagógico de la investigación tiene una particular importancia en Latinoamérica. Para Ribeiro, “las universidades de los países subdesarrollados no sólo deben dedicarse a la investigación por ser esta indispensable, sino que deben hacerlo también teniendo en cuenta las virtualidades educativas que ofrece cada investigación” (Ribeiro, 1968: 146).
A la luz de estas consideraciones, adquiere un sentido más claro el enunciado de Maggiolo de la creación de un “Instituto de Ciencias de la Educación destinado a nuclear en la Universidad la actividad de experimentación de todos los docentes”. Se trataría de un espacio de investigación destinado a explorar el potencial pedagógico de la investigación. Desde esta perspectiva, la Facultad de Educación sería el punto desde el cual el sistema universitario podría introducir mayor reflexividad en el proceso de investigación, potenciando su capacidad formativa. Este aspecto resulta un poco más amplio que pensar el lugar desde el cual formar a los docentes para el resto del sistema educativo, aunque esta formación también estaría integrada como parte de este modelo de universidad. Un modelo que aún hoy nos resulta bastante interpelante y del cual podríamos encontrar pistas diferentes para repensar una universidad que tendió a profesionalizar la investigación dentro de una estructura que no modificó la matriz de federación de facultades.
Resumiendo: en el modelo de universidad que sostenían Ribeiro y Maggiolo, el Instituto de Ciencias de la Educación y la Facultad de Educación constituían una pieza de una máquina que introducía reflexividad en el proceso de desarrollo de la investigación científica. Así, esta actividad se transforma en un espacio desde el cual se piensa su potencial como formadora de capacidades humanas.
Este modelo pone en cuestión la relación entre enseñanza e investigación desde dos puntos de vista. Por un lado, cuando se plantea que las prácticas de todos los investigadores pueden ser interrogadas, sistematizadas y potenciadas con el fin de que se fortalezca la enseñanza. Por otro lado, porque favorece que la formación de los futuros docentes se pueda desarrollar en contacto con docentes que se encuentran investigando en su respectivo campo del conocimiento.
La creación de la Facultad de Educación en el marco del Plan Maggiolo supone el esfuerzo por potenciar el rol de los institutos centrales, pero revirtiendo sobre el propio funcionamiento de la Universidad. Dicha Facultad favorecería la investigación sobre la Universidad para contribuir al desarrollo del tipo de enseñanza que más se ajusta a Uruguay.
A la distancia podemos ver cuán cerca o lejos nos encontramos de este modelo, tanto desde la Udelar como desde el Consejo de Formación en Educación (CFE). El proceso de transformación del CFE es auspicioso desde este punto de vista, pero lamentablemente no pasa lo mismo en la Udelar, que no siente que deba discutir sobre las prácticas de enseñanza que se desarrollan en la institución. La división que pretendió separar la investigación y la enseñanza en dos ámbitos distintos (Udelar y Formación Docente) parece seguir vigente, más allá de que una de las dos instituciones comience a poner en cuestión esa dicotomía absurda.
Poder ver los procesos de transformación de otros puede ayudar a revisarnos a nosotros mismos y ver cuán lejos nos encontramos de lo que otros universitarios imaginaron hace 50 años. ¿No debería la Udelar pensar, como lo hizo ese conjunto de universitarios reunidos en torno a la figura de Maggiolo, en una nueva institucionalidad de la investigación en educación para estar a la altura de los desafíos que se plantea la educación pública en Uruguay? ¿No seguirá siendo vigente el proyecto de la Facultad de Educación en la Udelar, tal como lo plantea Bralich (2013)? ¿No podría ser esta Facultad el puente que integre toda la formación docente en una nueva institucionalidad con carácter universitario?
Referencias bibliográficas
Bralich, Jorge (2013). La (una) Facultad de Educación. Colección Clásicos de la Pedagogía Nacional. Udelar FHCE/ANEP CTP-UTU
Ribeiro, Darcy (1968). La Universidad Latinoamericana. Departamento de Publicaciones de la Universidad de la República.
Plan de Reestructuración de la Universidad (2017). Presentado por el rector de la Universidad, Óscar J. Maggiolo. Ediciones Universitarias, AGU-UDELAR.