“Esto es importante porque, en definitiva, busca romper el formato de enseñanza-aprendizaje tradicional”. Así definió el objetivo del curso “Cooperación y cooperativismo en la educación formal” Diego Barrios, uno de los docentes de la Universidad de la República (Udelar) que lo imparten, junto con Felipe Stevenazzi y Juan Caggiani. El curso, que es semipresencial, finalizó su octava edición el viernes 28 de julio en la ciudad de Young. El público objetivo está conformado por docentes que tengan grupos a cargo; esto es necesario porque trabajan aplicando lo que aprenden en las clases con los estudiantes, con el objetivo de entregar al final un proyecto en el que se vea ese trabajo con los conceptos manejados durante el curso.

La capacitación consta de “seis o siete encuentros presenciales en los que se desarrollan, por ejemplo, definiciones básicas de cooperación y de cooperativa, cuáles son los principios cooperativos, como la solidaridad y el entender que el trabajo de dos personas da mucho más que la suma de las individualidades”, explicó Barrios en diálogo con la diaria. “También trabajamos sobre la idea de que cualquier experiencia educativa tiene una concepción pedagógica detrás, que es a su vez una concepción ideológica; buscamos que [los docentes] se den cuenta de que existe, hacerla explícita y romper ciertos paradigmas. Tratamos de que las clases sean de la forma que mejor se adapte a los contenidos que estamos dando, enseñar cooperativismo aplicando esos conceptos a los propios cursos”, añadió.

Otro de los conceptos que se refuerzan es que el trabajo en grupo no es necesariamente un trabajo cooperativo: “Siempre hay objetivos comunes, pero el grupo se forma a los efectos de una actividad que determina el docente, algo muy puntual, y no tienen autonomía, algo que es fundamental en las cooperativas”, detalló Barrios.

El Instituto Nacional de Cooperativismo (Inacoop) presenta este curso, que imparte junto con la Udelar, como parte del cumplimiento de la ley que establece la necesidad de difusión y formación sobre el cooperativismo. Juan Gervasio, uno de los referentes en educación del Inacoop, dijo a la diaria que “esta clase de cursos lo son todo” para el instituto y destacó de los cursos que obligan a “salir a la cancha a buscar información y hacer entrevistas” algo que calificó de “una experiencia formidable”. A su vez, resaltó “la participación e integración de muchos actores, como la familia y los niños, y los cambios en el comportamiento de los estudiantes que comentaron algunas de las docentes”.

Cecilia Tenaglia, directora de Promoción y Formación Cooperativa del Inacoop, aseguró en diálogo con la diaria que se está “en conversaciones” con el Consejo de Formación en Educación para que este curso “se haga de manera curricular, como parte de la oferta académica, porque lo vemos como muy positivo”. Asimismo, informó que se continuará de esta forma mientras exista la demanda. Tenaglia también señaló que esta no es la única línea de trabajo relacionada con la educación en la que está trabajando el Inacoop: además de ámbitos de educación formal como estos cursos, “se fueron tomando distintos espacios de trabajo, algunos más informales o más vinculados con las cooperativas y su acercamiento territorial a las instituciones de educación”, dando charlas, cursos o atendiendo diversas necesidades de la comunidad educativa.

El final es principio

La última jornada del curso, en Young, consistió en una presentación por parte de los docentes de los proyectos en los que habían trabajado con sus estudiantes y que continuarán a lo largo del año. Fueron nueve exposiciones con distintos formatos, y todos coincidieron en lo importante que había sido el curso para su formación como docente y para los alumnos.

Uno de los grupos de trabajo estaba integrado por las maestras de la escuela 34 de Young, quienes presentaron el proyecto “Manos a la huerta - Coomihuerta”, que trataba de “generar una cooperativa de trabajo para lograr la huerta y expandir la idea a los hogares”. Según Natalia Pereyra, una de las maestras que trabajaron en esa iniciativa, el curso fue “muy bueno porque sirvió para cambiar la mentalidad en cuanto a la manera en que se trabajaba: se pensaba que el trabajo era cooperativo, pero no”. Karina Luheres, maestra de sexto años de la escuela 34, destacó: “Este curso cambió tanto la actitud de los niños como mi práctica docente: salir a trabajar a otros lados y no estar tanto en el rol docente sino investigar juntos enriqueció mi práctica”. El proyecto de su clase partió de la iniciativa de los niños de realizar un viaje de fin de cursos; teniendo en cuenta el contacto de muchos de los estudiantes con cooperativas, decidieron crear una para organizar la excursión e incorporar aprendizaje cooperativo.

Desde Salto también participaron en el curso. Facundo Molina y su hermano, ambos maestros, comenzaron a trabajar con un club de niños de su departamento. “Lo mejor del curso es el cambio de parte activa. Aplicamos lo que es la educación cooperativa y eso está dando muy buenos resultados. En los chiquilines cambió principalmente el relacionamiento, porque trabajar los principios y valores cooperativos hace que ellos intenten cumplirlos y controlen a los otros niños para que los cumplan. Nos metimos en el tema de la violencia, porque ellos lo veían como una necesidad que podían resolver”, contó.

Barrios destacó que este “no es un curso en el que ya se sabe lo que se va a dar en todas las clases, sino que depende de cada grupo y cada docente, y eso es parte de la propuesta pedagógica: trabajar desde la incertidumbre para tener espacio para experimentar e ir modificando según lo que pase en la clase”. “Entendemos que el estudiante no es un receptáculo y que el docente no sabe todo: hay un aprendizaje que es conjunto”, sostuvo. Asimismo, señaló que “la forma en la que se dicta el curso está relacionada con el contenido: se enseña cooperativismo de la forma en la que luego podrán aplicarlo con sus propios estudiantes”.