1. No hay investigación en una burbuja. El rector de la Universidad de la República (Udelar) entre 1966 y 1972, Óscar Maggiolo, bien lo sabía; conviene así subrayar algunos aspectos de su pensamiento para entender mejor sus planteos.

i) Necesidad de democratizar el acceso a la Universidad. Hace 50 años los estudiantes de UTU tenían que volver al liceo y cursar seis años para volverse universitarios. Frente a la distribución de 80 (liceo) a 20 (UTU) plantea Maggiolo: “Hay una clarísima diferencia de sectores sociales entre la población estudiantil de la Universidad del Trabajo y la de Enseñanza Secundaria. Si el problema no se estudia en sus raíces va a ser imposible a la Universidad modificar esa estructura”. El acople de los peritos de UTU con la formación universitaria en ingeniería fue resistido largamente por sectores de dicha facultad; Maggiolo, por el contrario, creía que aun con una formación totalmente diferente, estos podían perfectamente adquirir los conocimientos requeridos para una titulación universitaria. Se ha avanzado mucho en esta cuestión, pero sigue planteada.

ii) Necesidad de más libertad de elección para los estudiantes. Maggiolo propuso cosas –hace 50 años– reconocidas hoy como de sentido común: creditizar estudios y permitir el pasaje entre carreras en función de ciertos criterios, sin volver a la enseñanza media. La aprobación de la Ordenanza de Estudios de Grado de la Udelar, que le da vida a ese sentido común en el conjunto de la institución –y apunta también a reconocer saberes no sancionados por la culminación de la enseñanza media, tema tan caro a Maggiolo–, se logró recién en 2011.

iii) Necesidad imperiosa de desarrollar tecnología nacional. El punto central de Maggiolo es “no alcanza”: no alcanza con acceder a patentes, con comprar lo que esté disponible en el mercado internacional, con hacer las cosas como siempre se hicieron. Por eso innovar –palabra que no estaba de moda en la época del rector Maggiolo– es imprescindible, y para lograrlo, investigar es imprescindible. ¿Investigar en torno a qué? Maggiolo, ingeniero de alma pero en lo que refiere a la producción de conocimiento tan amplio como el que más, responde: en todas las orientaciones cognitivas. Porque la educación superior está basada en la producción de conocimiento original; allí donde la universidad enseña, allí investiga. Porque sólo mediante la investigación en los más diversos temas y mediante múltiples abordajes es posible encontrar soluciones eficientes a los problemas nacionales. La Udelar está comprometida con esa posición.

iv) Necesidad de trabajar con otros. Maggiolo sabía muy bien que la universidad sola poco podía hacer por el desarrollo del país, aunque tuviera los más altos niveles en investigación. Articular el adentro y el afuera, haciendo más interesante la investigación y propendiendo a su rápida aplicación, es una preocupación presente en todos sus escritos. Ojalá pudiéramos decir hoy, 50 años después, que en Uruguay los ministerios, intendencias, empresas y organizaciones buscan trabajar codo a codo con la Universidad planteando sus problemas y contribuyendo a la conformación de la agenda de investigación universitaria.

v) Maggiolo planteó con fuerza muchas necesidades académicas. Su satisfacción ha avanzado notoriamente, aunque no siempre de la forma imaginada. Formación específica en ciencias exactas y naturales y sociales; posgrados nacionales; incremento de las Dedicaciones Totales; fondos para equipamiento y bibliografía; apoyos para realizar investigación y para difundir sus resultados en el país y en el exterior, entre muchas otras cosas. De ser una actividad escasa, la investigación se ha tornado central en la Universidad. Y aunque sólo destinemos hoy 0,35% del Producto Interno Bruto uruguayo a investigación y desarrollo, cuando Maggiolo escribía su Plan, la cifra era 0,1%.

  1. ¿Qué desafíos nos plantean, hoy, las preocupaciones de entonces?

Mencionemos apenas dos, uno viejo y uno nuevo.

i) Conectar las capacidades de producción de conocimiento y resolución de problemas de la Universidad con las necesidades nacionales, en su esfera productiva, en la provisión de servicios públicos, en los diversos planos de la sociedad civil. Este desafío sigue planteado con no menos fuerza que hace 50 años, justamente porque nuestras capacidades de investigación han crecido, porque somos capaces de hacer muchas más cosas que antes y porque, al igual que entonces, nos empuja a la soledad el que demasiadas veces se prefiera, por ignorancia, por comodidad, por imprevisión, comprar afuera el conocimiento que estamos en condiciones de aportar desde el país.

ii) Hemos ido aceptando un sistema de evaluación de la actividad académica que incentiva una preocupación unilateral por la producción de cierto tipo de resultados –artículos en revistas arbitradas de circulación internacional–. Obviamente, la calidad importa, pero apreciarla privilegiando un solo indicador no sólo es erróneo metodológicamente, sino que es pernicioso para la salud del sistema académico. Maggiolo no conoció este problema; los investigadores eran pocos, la apreciación cualitativa de su trabajo era la norma, la compatibilización entre hacer investigación de calidad y atender a la enseñanza y a la extensión no era problemática. Hoy lo es, más por influencia de una conceptualización de la excelencia y su forma de medirla que por dificultades intrínsecas, aunque las hay.

Los dos desafíos están interrelacionados, y los actores universitarios necesitarán mucha proactividad para enfrentarlos. Hay que pelear el lugar del conocimiento nacional en el desarrollo nacional. Hay que cambiar la valoración de nuestro trabajo para hacerle espacio a lo que eventualmente poco interesa afuera del país pero mucho adentro, a lo que lleva más tiempo porque se define con otros, cuidando siempre que la evaluación sea muy seria, porque con la mediocridad todos perdemos.

Investigar para el país y para su gente, con la excelencia de la investigación como garante de que se está usando bien el tiempo y el dinero, convocando a la tarea a todas las formas de conocimiento pues todas son necesarias: aunque pasaron 50 años, esa lectura del mensaje de Maggiolo da para el presente y para 50 años más.

El artículo resume la ponencia de la autora en la mesa “La investigación científica como preocupación central”, organizada por el equipo de trabajo de la Udelar en el marco de los 50 años del Plan Maggiolo.