“Buscamos que la matemática deje de ser recinto de unos pocos”, afirmó Gustavo Bentancor, de la Asociación de Clubes de Matemática del Uruguay (Acmur), en la jornada de cierre del año el sábado en el liceo 20 de Punta Gorda. La Acmur funciona en base al trabajo voluntario de docentes de todo el país que buscan “popularizar” la matemática entre los jóvenes, presentando problemas “muy cercanos al mundo real, para los que tengan que pensar y les motive buscar la resolución”, detalló el profesor en diálogo con la diaria. Este año, más de 5.000 estudiantes de educación media y cerca de 30.000 escolares de todo el país participaron en alguna de las modalidades que tienen los clubes. En particular, 300 jóvenes de 22 ciudades del país participaron en una jornada final de resolución de problemas.

En la mayoría de los casos, uno o varios docentes de educación media proponen a sus estudiantes participar en el club a contraturno, para lo que en cada institución se manejan distintas frecuencias y tamaños de grupos. Luego, todos los profesores reciben los problemas que arma un comité de Acmur y ayudan a sus estudiantes en el proceso de resolverlos. Para primaria la dinámica varía un poco; al ser niños más pequeños, no pueden quedarse más allá del horario escolar, por lo que las maestras reciben los problemas y los distribuyen dentro de las horas curriculares. Según detalló el profesor, Acmur está en diálogo con Plan Ceibal para unir esfuerzos y recursos para 2019.

Lo que buscan los docentes es “enseñar para la vida, generar una enseñanza de la matemática súper contextualizada, con problemas del mundo cotidiano”. “No nos sirve de nada que un chiquilín llegue a la facultad y recuerde memorísticamente determinada fórmula; lo que está bueno es que en este pasar se lleven un montón de herramientas de cómo abordar problemas”, señaló Bentancor, y agregó: “También buscamos que se lleven la idea de perseverar en el esfuerzo; muchas veces los problemas son realmente complejos, desafiantes, y los chiquilines se toman su tiempo para intentar elaborar alguna estrategia para solucionarlo”.

“En la clase de matemática vamos más guiados por la profesora; en el mateclub es más libre, pensamos nosotros, tenemos que leer la consigna y entenderla nosotros mismos. Por eso también trabajamos más en equipo”, explicó Felipe, que está cursando primero de liceo en Atlántida. Melanie, que también está en primero de liceo pero en Nueva Helvecia, ya conocía los mateclubes desde la escuela, y decidió seguir participando este año porque le gusta la matemática. Para ella, “lo mejor es poder resolver los problemas que son para pensar, son los más difíciles porque son un desafío”.

A diferencia de la organización de las Olimpíadas de Matemática, los mateclubes no buscan seleccionar estudiantes para que representen a Uruguay sino que intentan que todos los que quieran puedan participar. De todas formas, varios de los estudiantes que este año participan en las instancias nacionales e internacionales de las Olimpíadas también son parte de los mateclubes, o si no van asiduamente igual se presentan a las instancias de pruebas como parte de su entrenamiento. La mayoría de ex olímpicos también fueron estudiantes que pasaron por los mateclubes, y ahora muchos de ellos son parte de la organización.

En las competencias todos se llevan diplomas de participación y no hay una sola medalla por nivel: cada estudiante que alcanza los puntos mínimos se lleva una medalla, “por lo que en cada jornada puede haber muchos oros, platas, bronces y menciones de honor”, comentó Bentancor. A la hora de corregir no hacen énfasis en la respuesta correcta, sino en el desarrollo del razonamiento: “No se buscan resultados, se valora mucha la estrategia que tuvo el chiquilín, cómo pensó para llegar a ese producto final”, aseguró.