El Programa de Respaldo al Aprendizaje (Progresa) de la Universidad de la República (Udelar) desarrolló Tutorías entre Pares (TEP), un sistema de apoyo por el cual los estudiantes más avanzados de las diferentes carreras asesoran a los que tienen alguna dificultad, están ingresando a la institución o están terminando la educación media. Actualmente, además del apoyo en las materias, los tutores se pueden especializarse en algún área particular en la que los noveles estudiantes necesiten apoyo: se puede optar por TEP para estudiantes del interior, extranjeros, desde la perspectiva de género, discapacidad, para becarios y privados de libertad. Este último caso comenzó a trabajarse el año pasado y ha tenido “muy buenos resultados”, comentó a la diaria la coordinadora del programa, Carina Santiviago.

Para trabajar con los 80 estudiantes privados de libertad se anotaron 120 tutores, de unos 900 tutores generales formados por Progresa en el año. Desde 2015 TEP es considerado un curso electivo optativo en los diferentes servicios, en el entendido de que aprende tanto el tutor como el tutoreado. Los estudiantes privados de libertad de este año están en diferentes centros penitenciarios de la zona metropolitana, en la Unidad 10 Juan Soler, de San José, y en la Cárcel de las Rosas, de Maldonado. Santiviago detalló: “Algunos terminaron el año con salidas transitorias y otros egresaron del sistema penitenciario. Para ello se generó un espacio de tutorías destinado a esos estudiantes y nos adaptamos a sus necesidades particulares en este nuevo escenario”.

Las carreras que eligieron cursar fueron Psicología, Ciencias Económicas, Ciencias Sociales, Derecho, Educación Física, Enfermería, el Ciclo Inicial Optativo del área Salud y el área Social, y también la formación en Educación Social. Los estudiantes que fueron tutores este año son de las mismas carreras, pero también se sumaron al trabajo en las cárceles estudiantes de Medicina, Diseño, Veterinaria, Información y Comunicación, y Arquitectura. Santiviago detalló que “hay otras facultades que están en proceso y con avances sustantivos” en vistas a próximos cursos.

Este año, Progresa consiguió que los estudiantes privados de libertad pudieran acceder a las becas que otorga Bienestar Universitario. La coordinadora comentó que “se solicitaron unas 40 becas, de las cuales fueron aprobadas cerca de 25, muchas de ellas con trámites de excepcionalidad por extraedad”, y aclaró que “se siguen solicitando becas y avanzando en las aprobaciones”.

La última clase de las TEP de este año fue abierta y estuvieron presentes varias autoridades, como Gonzalo Larrosa, director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR); Juan Miguel Petit, comisionado parlamentario penitenciario; Rodrigo Arim, rector de la Udelar; y Mario Barité y Fernando Peláez, prorrectores de Extensión y Actividades en el Medio y Enseñanza, respectivamente. Petit felicitó a los estudiantes y docentes por la iniciativa, pero dijo que “se necesita muchísimo más”. “Está muy bueno que sean estudiantes y docentes jóvenes que apoyan a los privados de libertad, pero tenemos que llegar a una revolución, a un cambio conceptual, para tener la cárcel del siglo XXI”, agregó.

A su turno, Arim señaló que la Udelar tiene 80% de la matrícula universitaria del país y que son “la única institución universitaria que opera sin generar procesos selectivos”. Al respecto, entendió que se necesitan políticas “que reconozcan la diversidad, que no la contemplen como un problema sino como una riqueza propia del país, y que a partir de esa heterogeneidad construyan sendas y caminos que funcionen para todos”.

Particularmente

El trabajo para los tutores cambia considerablemente en cada especialización. En el caso del trabajo con los estudiantes privados de libertad, “las condiciones de estudio y de capital cultural son diferentes; no es lo mismo que trabajen juntos hijos de universitarios, por ejemplo, que lo hagan con alguien que delinquió y que, en general, proviene de familias de bajos recursos. Las tutorías para privados de libertad son más de corte académico, son de ayudarlos en el estudio, mientras que otro tipo de tutorías no están tan centradas en eso”, planteó Santiviago.

Trabajar en las cárceles implica varias dificultades; la principal, evidentemente, es el traslado hasta los centros penitenciarios. “Es todo un viaje. Hay que tener una camioneta, tenés que coincidir en los horarios, ser puntual, no como en la facultad, que puede llegar un estudiante y al rato el otro”, resaltó la coordinadora. Además, encontraron varias complicaciones con el acceso a los materiales de estudio o a la plataforma Entorno Virtual de Aprendizaje: “Las dificultades son infinitas, no son comparables con otro tipo de tutorías; ir hacia una cárcel, con todas sus complicaciones lo hace sustantivamente más complejo”, señaló.

Uno de los desafíos que se plantean a futuro es el de llegar a los estudiantes privados de libertad cuando están cursando el nivel secundario para ayudarlos a conocer las diferentes opciones que tiene la Udelar e invitarlos a participar en talleres de orientación vocacional para que conozcan sus puntos fuertes.