A los niños con dislexia también les encantan los cuentos y novelas, a pesar de lo que dice el mercado editorial. Su edad lectora está por debajo de su edad cronológica, por lo que cuando un niño de nueve años con dislexia y otras dificultades para la lectura se enfrenta a un texto, tiende a estar cargado de letras en un formato poco amigable, lo que no le llama la atención y lo lleva a abandonar la lectura. Para romper esta cadena de desmotivación, la maestra y psicopedagoga Mercedes Lafourcade se presentó a un llamado de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) con la idea de fundar su propia editorial inclusiva y lo consiguió. La editorial Basilisa ya publicó dos de los seis libros que componen la primera colección. Todos apuntan a los niños con dislexia, dificultades lectoras o incluso a aquellos que estén aprendiendo a leer; para ello mezclan ilustraciones realistas con textos adaptados que impulsan el aprendizaje y el placer por la lectura.
“La idea de la editorial inclusiva es crear libros de cuentos adaptados que tengan fácil lectura. Son adaptaciones en la forma, el contenido y el procedimiento. Cada libro de la colección va a estar ambientado en un continente distinto, para así incorporar conocimientos del mundo. Por ejemplo, el primero está ambientado en la selva de Papúa y en la Patagonia argentina, mientras que el segundo recorre las islas árticas y Canadá y el próximo será en Japón. También apostamos al formato de álbum ilustrado, donde las imágenes y el texto tienen el mismo peso. Cuando apuntamos a la inclusividad no queríamos tener audiocuentos, por ejemplo. Nosotros queremos que los niños lean solos y sean felices haciéndolo”, explicó Lafourcade en diálogo con la diaria, quien también es autora de los textos.
Los libros tienen historias fascinantes que atraen a los niños, pero están hechos de tal forma que aprenden a medida que avanzan en la lectura. La autora logró concretar estas ediciones después de obtener un subsidio de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) a través de un fondo para ideas innovadoras. Los dos tomos que están en circulación están divididos en dos partes, como también estarán los próximos cuatro. La primera es de fácil acceso: se utiliza una tipografía aumentada con interlineados generosos sobre fondo blanco. “La elección de las palabras es clave, en esta primera parte sólo se usan palabras que tengan una estructura silábica simple, es decir, empiezan con consonante y siguen con vocal, y nunca hay dos consonantes seguidas. Además, son palabras fonéticas: tienen perfecta correspondencia entre la letra y el sonido, por ejemplo, en la palabra luna cada símbolo tiene un sonido único”.
Cuando el niño empieza a leer y no se traba, quiere seguir haciéndolo, aumenta la motivación hasta llegar a la segunda parte. Hacia el final del cuento la historia se complejiza. En cada tomo la autora se propuso trabajar con desafíos diferentes para los niños disléxicos; por ejemplo, la segunda parte del primer libro tiene muchas palabras con las letras b y d, que suelen ser confundidas porque son simétricas. Entonces, en el cuento aparecen palabras como “bandera”, “dedos” y “barba”, además de que esta segunda parte comienza a haber más signos de puntuación. Otra de las características de estos libros es que manejan la diacronía de manera diferente: “Una de las dificultades que tienen los niños con dislexia es la forma de percibir el tiempo y sus saltos, por eso les cuestan más las materias como historia y geografía. En estas historias, la primera y la segunda parte son paralelas en el tiempo, pero se descubre recién al final, lo que ayuda a manejar los distintos tiempos en los que suceden las cosas”, detalló la autora.
Aprender a acompañar
Los libros también incluyen una guía para ser un mediador en la lectura, ya que un breve manual apunta a aquellos que tengan nociones de psicología cognitiva para ayudarlos en esa tarea. “La idea surge del diálogo con unas investigadoras de España, de la Universidad de Granada, que son expertas en lectura y potencial de aprendizajes. Ellas me sugirieron hacer un programa de intervención, es decir, que además de que existan estos libros en las librerías, se utilicen también para que los niños con dislexia mejoren su fluidez y comprensión con un moderador”, fundamentó la autora. Lafourcade agregó que “solamente con que el niño lo use ya se espera que mejore un poco, porque al leer con facilidad aumentan la motivación y la fluidez”.
En cuanto al uso de las guías, aclaró que es mejor si la usan los profesionales pero “hay familiares que ya están haciendo estimulación en el hogar. No decimos que los padres no puedan usar la guía, sino que cuando la usen tengan real conocimiento, porque puede ser contraproducente. Por ejemplo, si una persona que no es mediadora empieza a hacer muchas preguntas, puede ser que el niño pierda las ganas de leer, se agobie. Hay que tener claro cómo mediar, pero es una actividad muy simple y esta guía está para ayudar”, enfatizó.
La autora comentó que se busca generar una intervención en el niño y para eso se propone hacerle algunas preguntas antes y después de leer. “La guía está diseñada hacia el éxito, entonces, si al preguntarle no responde, presentamos distintas formas de mediar para que llegue a la respuesta que esperamos”, dijo, y agregó que en el caso ideal se podría hacer una intervención intensiva, compuesta de tres sesiones diferentes (una en la que leen solos, otra en la que alguien les lee y otra en la que tienen una lectura mediada por un adulto). Ahí “se verán realmente grandes cambios en la fluidez y comprensión lectora”, aseguró.
Los libros se pueden pedir en el Facebook de la editorial y en su página web.
A las pruebas me remito
Lafourcade está cursando una maestría en la Universidad de la República y se propuso hacer de este proyecto su tesis. La idea es que en 2019 diseñe junto a Juan Valle Lisboa, director del proyecto de investigación, una estrategia que permita evaluar el impacto de estos libros en la fluidez y comprensión lectora de los niños que tienen alguna dificultad en el aprendizaje. Aún están trabajando en cómo lo hará, pero apunta a comparar el trabajo de niños que usen los libros y otros que utilicen otro tipo de materiales para la estimulación lectora. Este estudio se hará en colaboración con la Universidad de Granada.