A solicitud del último Congreso Nacional de Educación (CNE), el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) resolvió que desde este año, todos los 10 de marzo se celebrará el Día del Jardín de Infantes. Justamente, el último CNE llevó el nombre de Enriqueta Compte y Riqué, la maestra que fundó el primer jardín de infantes de Uruguay, que también fue el primero de América del Sur. En este contexto, un grupo de integrantes del congreso, entre los que se encontraba la integrante del Codicen Elizabeth Ivaldi, presentó la moción, que fue aprobada y en febrero fue retomada por la ANEP.

Consultada por la diaria, Ivaldi explicó que se eligió la fecha del 10 de marzo porque ese día en 1892 se fundó el jardín diseñado por Compte y Riqué. Según detalló, la resolución del Codicen apunta a que de ahora en adelante, esa jornada sirva para la “celebración, reflexión y sistematización” sobre lo que se ha aprendido en materia de educación y atención a la primera infancia. Además, el Codicen resolvió enviar la resolución a la Universidad de la República, para que esta institución también se apropie de la celebración, ya que desde la ANEP se considera que en ese ámbito “hay mucho conocimiento disciplinar acerca del niño pequeño y sus distintas líneas de desarrollo”, señaló Ivaldi.

Según la consejera, que además ha estudiado en profundidad la educación en la primera infancia, desde hace algunos años, a nivel mundial y también en Uruguay se está reconociendo la importancia de que los niños más chicos asistan a una institución educativa. Si bien señaló que los precursores, Friedrich Fröbel a nivel mundial y Compte y Riqué en Uruguay, reconocieron esta importancia “intuitivamente” al crear los primeros jardines de infantes, sostuvo que en la actualidad hay cada vez más conocimiento científico de distintas disciplinas que la confirma.

Haciendo historia

En las últimas décadas, la matrícula de educación inicial uruguaya aumentó significativamente, especialmente en el sector público. Haciendo historia, Ivaldi recordó que a mediados de los años 60 del siglo pasado, la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM) reclamaba por la “educación” preescolar, como se la llamaba en aquel tiempo, “porque se entendía la importancia de los primeros años de vida”. Posteriormente, “un trabajo lento pero seguro y constante” desde la Inspección Nacional de Educación Preescolar del Consejo de Educación Primaria de la época pasó a priorizar la entrada de los niños al sistema a los cinco años, detalló la consejera.

Números

En 2016, 73% de los niños de tres años asistía a algún CAIF o centro educativo, ya sea público o privado, porcentaje que subía a 93% para los niños de cuatro y a 98,7% para los de cinco. Si bien a nivel de cuatro y cinco años la meta del gobierno es la universalización, en tres años se ha planteado ir aumentando el número de niños que concurren a algún centro. Por ejemplo, en 2017 la ANEP se planteó incluir a 11.743 niños y se inscribieron 14.164. Además, la educación inicial pública está bien valorada entre los uruguayos; en una encuesta de opinión pública encargada por la ANEP el año pasado, 70% de los encuestados opinó que funciona bien o muy bien, 9% ni bien ni mal, 4% mal o muy mal, y el restante 17% no sabe o no contesta. Esos porcentajes variaban para la educación primaria: 57% consideró que esta funciona bien o muy bien, 18% ni bien ni mal, 11% mal o muy mal y 13% no sabe o no contesta.

En suma, señaló que después de la primera conferencia del movimiento “Educación para todos”, liderado por UNESCO, se valorizó la educación en los primeros años de vida a nivel mundial. Si bien para Ivaldi en un principio se optó por una mirada “muy preescolarizante”, estas definiciones “determinaron políticas muy fuertes en América Latina hacia la atención de esas edades”. Como en ese momento la inclusión en el sistema de los niños de cinco años estaba “prácticamente cubierta en Uruguay”, esa situación “nos empezó a destacar en el contexto latinoamericano, porque pudimos encargarnos de los niños de cuatro años”, señaló, y recordó que ello también implicó un gran cambio institucional, ya que los grupos de cuatro años estaban en jardines y comenzaron a pasar a las escuelas.

“Luego hubo leyes de obligatoriedad, mucho aumento de cobertura. Los docentes organizados en Asambleas Técnico Docentes, sindicatos y en otras organizaciones técnicas reclamábamos que, además de un aumento cuantitativo, era necesario un aumento cualitativo, y nunca renunciamos a eso. La Ley General de Educación de 2008 consagró esta etapa, generó un Consejo Coordinador de Educación en Primera Infancia, que integra la ANEP junto a otros organismos, y a partir de ese consejo hemos tenido avances cualitativos importantes, como la creación del marco curricular común para la primera infancia, o documentos que determinan el ratio adulto-niño. La creación del Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC), que también tiene un énfasis en la infancia, sobre todo en los primeros tres años de vida, ha ayudado muchísimo, también desde el financiamiento, a poder impulsar esta política”, analizó.

Interinstitucional

En cuanto al vínculo entre el SNIC y la ANEP, Ivaldi destacó que se hace un trabajo de coordinación constante, tanto a nivel intersectorial como interinstitucional, ya que el niño necesita una mirada desde la salud, la educación, el desarrollo social y otras disciplinas. Por ejemplo, destacó las conversaciones del Consejo Coordinador de Educación en Primera Infancia con el SNIC y el hecho de que la ANEP integra la Junta Nacional de Cuidados. Al respecto, planteó la importancia de la construcción de 44 jardines de infantes y un número importante de Centros de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF) mediante “un trabajo de georreferenciación, que implica cruzar a la población con la oferta educativa que existe y la que falta, para poder ubicar [los CAIF] en los lugares en los que realmente sean necesarios”. Según aclaró, la construcción de los 44 nuevos centros, que comienza este año bajo la modalidad de participación público-privada (PPP), es especialmente importante en un país en el que se construyeron 192 jardines de infantes en 126 años, cuando se creó el primero. Además, a esa cifra deben sumarse obras que se llevan a cabo con el presupuesto de la ANEP.

Precisamente, una de las actividades de que se hicieron el 10 de marzo para la celebración del Día del Jardín de Infantes consistió en la inauguración del jardín de infantes 305 de Neptunia, en Canelones. Si bien esta obra tuvo financiamiento presupuestal, se utilizó el mismo formato arquitectónico que el de las 44 que se construirán por PPP, que cuentan con el mismo prototipo escolar, construido entre maestros y arquitectos. Según contó Ivaldi, esta primera obra permitirá probar el modelo antes de que se comience con las obras de los 44 centros.

Según la integrante del Codicen en representación de los trabajadores, en un jardín de infantes “los espacios tienen que ser amplios, iluminados, se tiene que permitir que los niños puedan transitar fácilmente del espacio interior al exterior. Tienen que ser estéticos, de fácil limpieza para resultar higiénicos, porque los niños se manejan a nivel de suelo. Deben ser prácticos, porque los adultos referentes que están con los niños se sienten muy demandados, tiene que haber un mobiliario adecuado y práctico”, describió. Además, dijo que los jardines que se están construyendo “son muy similares a un modelo que ya existe, pero se les ha anexado la cocina, porque el componente de alimentación se ha extendido”, junto con los jardines de jornada completa, que emulan el formato de las escuelas de tiempo completo. De todas formas, Ivaldi consideró que si bien “el espacio físico es importante, también lo es la implementación que se le dé, los objetos que se colocan dentro y en el espacio exterior, y lo más importante es el clima humano que se pueda generar en esos ambientes”.

Conceptualmente

Desde siempre, en los centros de primera infancia conviven una lógica educativa con una de cuidados o de atención. Para Ivaldi, eso es natural y, al menos desde 2007 los documentos emanados de las cumbres gubernamentales de Educación para Todos, de UNESCO, manejan el concepto de atención y educación en primera infancia (conocido por sus siglas, AEPI), que engloba ambas lógicas. Ese fue el marco conceptual que tomaron las políticas en Uruguay en los últimos años, ya que, en palabras de la consejera, se parte de que “en los primeros años de la vida de las personas, cuidar –o atender– y educar resultan inseparables, y no se puede hacer una cosa sin la otra”. “Yo pienso que eso debería pasar a lo largo de toda la educación, [en la que se den] distintas formas de cuidado y educación, pero la educación está sustentada en el vínculo humano a partir de la empatía, de estar atento a las necesidades del niño desde el rol docente, y eso implica siempre un cuidado. En la etapa educativa, desde el nacimiento hasta los seis u ocho años de vida, el ser humano siempre necesita un adulto referente responsable que lo acompañe. Allí el cuidado está mucho más presente, pero tiene que ser junto con la educación. Las familias cuidan y también educan, los docentes educamos y también cuidamos”, resumió.

Además, como en todos los niveles educativos, en primera infancia también conviven las instituciones públicas con las privadas. En cuanto a estas últimas, Ivaldi recordó que a mediados de la década del 90 se generó la primera regulación al respecto, que fue la Ley de Regulación de las Actividades de las Guarderías, una denominación que costó revertir, ya que que estos centros “no son lugares donde guardar los niños”. “A partir de esa ley, se empezó a generar a nivel del Ministerio de Educación y Cultura pautas de control y exigencia para los centros privados de educación. Lo importante es que ese proceso de regulación, que se inició con la ley de guarderías, fue teniendo avances y hoy nos encontramos con un Consejo Coordinador de Educación en Primera Infancia, que tiene documentos de aplicación en los centros privados, elementos de supervisión, exigencias, y un avance significativo desde 2014, que es el marco curricular que nos rige a todos por igual”, añadió.

En líneas generales, el desarrollo de la educación en primera infancia se ha acelerado en los últimos años, aunque tiene una historia de larga data. Este desarrollo ha sido acompañado por varios cambios a nivel de la organización del trabajo y también de la formación docente (ver recuadro “Formación docente”). Según destacó Ivaldi, ninguna de estas transformaciones hubiera sido posible sin el trabajo de los docentes, que siempre se mostraron abiertos a las transformaciones, ya que han tenido en el horizonte al bienestar de los niños.

Formación docente

Ivaldi explicó que después de distintos formatos e incluso momentos en los que existieron “vacíos en la formación”, en los últimos años, el Consejo Coordinador de Educación en Primera Infancia impulsó la creación de una carrera de Maestro en primera infancia, de cuatro años de duración, con una salida intermedia de asistente técnico en primera infancia a los dos años. Primero empezó a funcionar esta última, y este año estarán los primeros egresados de la carrera de cuatro años. Ambas opciones de cursada están disponibles en varios puntos del país por medio del Consejo de Formación en Educación, que además, en conjunto con su par de Educación Inicial y Primaria, los sábados ofrece cursos de perfeccionamiento en primera infancia para los maestros titulados que estén trabajando en ese ámbito sin la formación específica. Por su parte, el Centro de Formación y Estudios del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay tiene una oferta para los educadores que trabajan en el plan CAIF.

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