A los estudiantes que ingresaron a las carreras del Consejo de Formación en Educación (CFE) los recibió un panel de expertas en educación, quienes reflexionaron sobre la cultura universitaria y la futura Universidad de la Educación (Uned). Flavia Terigi, de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Rosana Cortazzo, docente e investigadora del Instituto de Profesores Artigas (IPA), y María Ester Mancebo, del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar), participaron en un conversatorio el 16 de marzo. Entre otros temas, el intercambio derivó en algunos lugares comunes en los que puede caer la Uned si no avanza con cuidado, sobre todo en el área de investigación.

El proyecto de ley que habilitará a la futura universidad está aún a estudio del Parlamento. Sin embargo, las expertas ya lo visualizan como una realidad y, adelantándose a lo que podría venir, advirtieron que es muy común para las nuevas universidades ingresar en la dinámica actual de la investigación, donde “la agenda del campo académico tradicional le gana la pulseada a la agenda de investigación propia de la práctica”, comentó Terigi. Según la investigadora porteña, “se da una especie de colonización académica de la investigación sobre la enseñanza que habría que evitar, hay que pensar cómo encontrar formas de investigación que respondan a las exigencias de la práctica, que no produzcan una fuga desde el campo de la práctica a las investigaciones sobre los campos disciplinares”.

En una línea semejante opinó Mancebo, académica integrante del Sistema Nacional de Investigación. Para ella, la Uned “corre el riesgo de adoptar como regla de juego informal las pautas que sigue hoy la investigación”, donde se le asigna suma importancia a la producción continua de papers para mantener el nivel de prestigio, cuando la investigación, a veces, requiere tiempo.

Con respecto a otros riesgos que puede correr la Uned, Mancebo mencionó “el mito de que la sanción de la ley lleva a la universidad” y “el mito de que la transición hacia la universidad es igual a la transformación de la formación docente”. La investigadora citó a Terigi y aseguró que una transición es un proceso que, por medio de una serie de cambios, llega a la meta; sin embargo, una transformación supone tomar en cuenta el punto de partida y hacer cambios profundos, en este caso en las prácticas.

Terigi también señaló que “hay problemas de la formación docente que no se van a resolver sólo por transformar el estatus institucional. El primero es el problema de la organización de la formación como una suerte de cursos conexos, que es un problema de construcción curricular; por la lógica del autogobierno, las universidades tienen más experiencia en la discusión y producción de diseños curriculares propios, pero no siempre esto da lugar a algo más concreto”, y advirtió que la Uned deberá prestar especial atención en su construcción para que ello no ocurra. Asimismo, comentó que un segundo problema de la formación docente es “la yuxtaposición de enfoques de los distintos investigadores”, algo que “se resalta en la universidad por la libertad de cátedra y deja la responsabilidad de dar unidad a los contenidos en quien se está formando”.

Por su parte, Cortazzo subrayó la necesidad de “un empoderamiento de la sociedad como hacedora de ciencia y cultura, aspecto que en el presente está muy debilitado” y en el que podrá intervenir directamente la Uned. A la docente también le parece imperioso que la Uned ofrezca cursos de posgrado para seguir en educación permanente.