Los caminos alternativos al estado actual del sistema educativo empiezan a brillar por su presencia, buscando dar respuesta a los problemas de apatía en la clase. Para María Acaso, docente española que llevó el concepto de art thinking –del uruguayo Luis Camnitzer– hacia la educación, la única forma de romper con un “sistema educativo que amansa a la población” es introducir el arte en las escuelas, “no como contenido sino como metodología”. Llegó a Uruguay invitada por la fundación Cemar y para trabajar junto al Plan Ceibal en un proyecto interinstitucional de arte para la sociedad. Después de dar una conferencia para más de 150 personas interesadas en la educación disruptiva y firmar varios ejemplares de sus últimos libros, conversó con la diaria sobre sus postulados y cómo el sistema empieza a cambiar.
-¿Qué es el art thinking?
-Lo más importante del art thinking no es tanto qué es, sino para qué es. Vivimos momentos de muchos cambios tecnológicos, ecológicos, en España también estamos muy revolucionados con el tema del género. Es un momento muy convulso, y lo que no puede ser es que la educación siga igual. La propuesta de ruptura con la educación tradicional es introducir las artes desde la escuela hasta la universidad, en cualquier contexto educativo, pero no las artes como contenido sino como metodología. Las artes tienen una serie de elementos que las hacen adecuadas para llevar adelante ese cambio político que la educación necesita.
-¿Cuáles son esos elementos?
-En forma muy resumida son los cuatro puntos claves del art thinking: el pensamiento divergente y crítico como elemento clave de la educación; recuperar el placer como eje del proceso educativo; la idea de entender a los profesores y a los estudiantes como productores culturales, como artistas; y hacerlo todo en comunidad, trabajar en modo DIWO, que es do it with others [“hacerlo con otros”] en vez del DIY, do it yourself [“hazlo tú mismo”]. Esos cuatro ejes tienen una potencia muy grande, en el momento en que se meten en una clase la transforman: aparecen cosas como el extrañamiento, la expectativa, la sorpresa, lo extraordinario; todas nociones que han salido de la escuela y se encuentran en las series de televisión, en la publicidad o los videojuegos. Están cuando se reúnen entre amigos, pero en la escuela han desaparecido y para transformar la educación hay que llevarlas allí otra vez.
-¿Cómo se pueden trabajar los contenidos de los programas a mediante el arte?
-Por ejemplo, hay una artista brasileña muy interesante que hace una performance con una sábana agujereada para que en cada hueco entre una persona y puedan andar todos juntos. Eso es utilizar el art thinking, llevás la sábana a la clase de matemática y resulta que sirve para aprender los números, los pliegues de la tela pueden servir para geografía, o en la clase de historia se puede ver la sábana blanca como elemento de la paz. Realmente, las artes funcionan como una amalgama en la que se puede conectar cualquier contenido, y al hacerlo cobra vida. Cuando se meten las artes, una performance, el cine o una producción musical, hace que se ilumine.
-¿Cómo se puede impulsar la creatividad docente? Muchos se atajan y dicen: “Yo no soy tan creativo”.
-Falso, todos somos súper creativos, sólo hay que darles libertad. Para impulsar la creatividad docente, primero hay que empezar en la escuela, desarrollar la creatividad y el pensamiento divergente para hacerlo a lo largo de toda la vida. Luego, los niños que deciden ser maestros deben tener una formación docente en magisterio completamente diferente de la que tienen hoy. Las escuelas de magisterio en España hacen lo contrario de lo que tienen que hacer: encasillan, cierran, bloquean, dicen que la educación no es un lugar político cuando sí lo es. Después, hay que tener formación docente toda la vida, y no se trata sólo de ir a congresos y capacitaciones, es ir a ver una película, una exposición o un concierto y saber que ese conocimiento te lo puedes llevar al aula.
-En tu libro rEDUvolution presentás cinco marcos de acción. El primero es que los estudiantes no aprenden lo que se les enseña. ¿Por qué pasa eso?
-Porque está en el inconsciente y es algo que no podemos borrar. Si hago una pregunta me responderán de maneras diferentes; empeñarnos en que una clase la tiene que entender todo el mundo de igual manera es un imposible. La primera revolución es entender que lo que los profesores enseñamos no es lo que los alumnos aprenden. Todo el sistema educativo se ha montado en contra de eso, y es importante romperlo. La educación tiene que fomentar las subjetividades, lo diferente, porque es lo que está en la naturaleza humana. Todos aprendemos de manera distinta.
-¿Cómo hace un docente que tiene 40 estudiantes para enseñarle lo mismo a todos pero de manera distinta?
-Es complejo. Una de las cosas importantes es bajar el ratio, si un profesor tiene 40 estudiantes va a ser complicado; pero, a pesar de eso, creo que hay fórmulas para hacerlo. Por ejemplo, una de las cosas más importantes es que dejen de trabajar solos y lo hagan en equipos. Si hay dos docentes para 40 alumnos ya es diferente, se abre una posibilidad. Si esos 40 alumnos, en vez de estar metidos en un aula están en un espacio abierto, que es lo que señalo en el tercer marco de acción [“Habitar el aula”] es diferente. Si se trabaja desde una forma democrática, abordando el segundo marco [“Dinámicas de poder”], en el que los propios estudiantes pueden participar en el currículum y crear sus contenidos, se puede trabajar de forma distinta, incluso si son 40 alumnos.
-En el punto cuatro hablás también de pasar del simulacro a la experiencia, ¿a qué te referís?
-Hablo de la des-experiencia que es cuando los niños están en clase deseando que acabe, es lo peor: esos alumnos deberían estar ahí interesados, tienen que ir por la experiencia que se les transmite. Pero lo que ocurre ahora es que los alumnos van obligados a la escuela, deseando que la clase termine.
-¿Cómo se pasa a la experiencia?
-A través de las artes. Las artes incorporan todo esto, estamos hablando de la expectativa, el secreto. Los niños con pasión rellenan el álbum de Panini del Mundial de fútbol porque ese deporte es una experiencia. Si fuera un simulacro, si sólo sirviese para que nos pusieran nota al final, nadie lo seguiría. Yo estoy absolutamente en contra del fútbol, me parece que es un tinglado horrible en el que no quiero participar, pero reconozco que es una experiencia muy potente. Eso es lo que tenemos que hacer en educación.
-En el último punto hablás de la evaluación.
-La clave de este punto es cómo pasar de una educación que está basada en la evaluación a una educación basada en el aprendizaje. Hay que saber dónde está el aprendizaje, hay que ponerlo sobre la mesa e investigarlo, pero otra cosa es ponerlo en el centro. La quinta propuesta es sacar la evaluación del centro del proceso y luego transformarla, también a través de las artes. Hay muchas formas de evaluar, no todas tienen que ser a través de tests numéricos y de procesos que a lo único que conducen es al mal rollo [pasarla mal] y al dolor.
-¿Cuáles son los pequeños actos revolucionarios del art thinking a los que te referís?
-Son detonantes, son actos artísticos que conducen al extrañamiento, que para mí es muy importante. Cuando en un museo de arte contemporáneo algo te choca mucho, abre la puerta a la curiosidad, y esa es la puerta al conocimiento. Llevar una sandía a clase, salir afuera, que de repente todos se suban a la mesa –que es lo que sucede en el Club de los poetas muertos– son acciones que rompen con lo establecido, y eso genera una forma de crear conocimiento muy potente. Debería ser algo de todos los días, para poner en funcionamiento hábitos básicos como el pensamiento crítico. Un alumno que pasa por un proceso de art thinking profundo va a estar siempre preguntándose cosas en vez de aceptarlas como hechas, y eso es una de las herramientas claves para ser libre.
-¿Qué es lo que impide que todos los docentes tomen este camino?
-Es muy peligroso culpabilizar a los docentes. Creo que el problema es el sistema, de la escuela a la universidad; las estructuras educativas son muy tradicionales, hay una inercia que es muy difícil de romper. Hay una comunidad que juzga cada vez que un profesor hace “cosas raras”. Creo que la clave es visibilizar otro imaginario y otras metodologías, al abrir esa puerta la cosa cambiará.
-Decís que hay que hacer una revolución de toda la educación, ¿qué es lo que está fallando?
-El principal problema es que la educación es la herramienta política más importante de los estados para el control de la población. Lo que están haciendo es crear un sistema educativo que amansa a la población, que los convierte en consumidores y consumidoras en vez de ciudadanos y ciudadanas. Si durante los diez años que dura la escolarización a los estudiantes los aburrís, los narcotizás, los haces odiar el aprendizaje, estás ganando la guerra, porque conseguís gente que va a ser apática para votar, no va a estar interesada en temas políticos, lo único que le va a interesar es el fútbol, la prensa del espectáculo e ir al shopping los fines de semana. Entonces, hay que hacer esa revolución desde el arte para cambiarlo, para que volvamos a tener la posibilidad de ser seres humanos críticos, combativos y convertir el mundo en un lugar diferente.
-¿Desde dónde tiene que llegar ese cambio? ¿Es tarea de los docentes, del magisterio, o de los políticos?
-Se tiene que dar desde todos esos planos, pero el más importante es el plano legal, el ministerial, el de las organizaciones macro. En España tenemos un problema muy grande porque el equipo de gobierno actual suprimió las artes en la educación primaria, lo que me pareció aberrante porque es cercenar un país. Si en la educación primaria los niños no tienen participación en las estructuras artísticas, estás condenando el país a la reproducción, tendrás gente no creadora, no creativa, gente que no desarrollará el pensamiento crítico. Esa es una forma macro de cargarte [romper] la educación. Lo que veo en Uruguay es que afortunadamente ocurre lo contrario; hay mucha gente involucrada, con ganas de usar las artes para hacer cosas diferentes.
-¿Presentís que hay un futuro en el que este sistema se va a caer?
-Creo que ya estamos viendo cosas que indican el cambio. Lo que está pasando ahora mismo en España con todo esto de “la manada” y la indignación que ha creado en sectores muy conservadores es una señal de que hemos llegado al límite, lo que sucede es vergonzoso. Si queremos que algo así no vuelva a ocurrir, necesitamos transformar la educación y hacerlo a través del arte. Si estos cinco chicos hubieran tenido pensamiento crítico, hubieran tenido arte en la escuela y hubieran sido educados de manera diferente, esto no hubiera ocurrido. Pero si su educación es pésima, se pasan todo el día viendo porno y lo único que les interesa es el fútbol y emborracharse, así acaba la cosa, esto está súper conectado con la educación. Cambiando la educación se cambia el resto, por eso es tan poderosa.