Los profesores universitarios no pasan obligatoriamente por instancias de formación en didáctica y pedagogía antes de enfrentarse a un aula con estudiantes. Para ahondar más en las prácticas de clase y resolver las dudas que aparecen en el trabajo cotidiano, muchos profesores deciden cursar alguna de las propuestas que financia cada año la Comisión Sectorial de Enseñanza (CSE) de la Universidad de la República (Udelar) por medio del Programa de Desarrollo Pedagógico Docente (PDPD). Los cursos son propuestas de equipos docentes para otros colegas, y el rol que juega la CSE –además de financiarlos– es el de coordinación. En ese sentido, el organismo actúa como facilitador en temas administrativos y relacionados a la plataforma virtual de los cursos.
Las temáticas que plantean los docentes son muy variadas: desde cursos centrados en elaborar consignas para las tareas o que giran en torno a las herramientas didácticas, hasta talleres de ciencias naturales que experimentan con Arduino. “En general, son de la agenda clásica de la didáctica: la planificación, la evaluación, la gestión de tecnología y los recursos multimedia. Otros están más enfocados desde las disciplinas, pero, en general, se trata de que estos cursos, como son centrales, estén pensados para toda la universidad; es decir que, aunque puedan tener una mirada específica disciplinaria, sean para todos”, comentó a la diaria Nancy Peré, coordinadora del PDPD.
Los docentes ofrecen a sus colegas distintas instancias de formación y proponen experiencias en tres distintas modalidades: el curso clásico –presencial, semipresencial o virtual–; los talleres, que son más extensos en el tiempo y dan importancia al resultado del proceso; y los laboratorios de prácticas educativas, que proponen un trabajo profundo en una experiencia concreta. Los tiempos y el lugar de cursada dependen de la modalidad que elijan los docentes para amoldar su propuesta.
La mayor parte de las instancias de formación son semipresenciales, con un fuerte componente en el Entorno Virtual de Aprendizaje (EVA) de la Udelar. De todas formas, sigue habiendo una demanda desde el interior del país por generar cursos que sean enteramente virtuales, ya que los traslados a la capital suelen ser un impedimento para cursar. En relación con esa situación, la coordinadora aseguró que las instancias presenciales también son “muy prácticas y necesarias, porque se generan momentos de intercambio y se conforman equipos de trabajo”.
Durante el año hay varios llamados a propuestas de cursos de formación para docentes que luego son evaluadas por un comité académico; en promedio, se ofrecen unas 17 instancias de formación anuales. Una particularidad que tiene el programa es que intenta coordinar con el resto del Sistema Nacional de Educación Pública. En ese entendido, educadores de otros subsistemas pueden presentarse a la convocatoria en conjunto con docentes de la universidad y también pueden concurrir como estudiantes.
Peré entiende que los docentes universitarios “ven como una necesidad tener este tipo de cursos”, y agregó: “Estamos respondiendo la necesidad de un grupo del cuerpo docente, tampoco lo abarcamos todo. Estamos atendiendo a la gente que está preocupada por los temas de enseñanza y que intenta mejorar sus prácticas desde diferentes lugares. Hay otros que están más dirigidos a la investigación, otros a la extensión, entonces tienen más relegadas estas cuestiones”.
Las propuestas que se ofrecen “son para desarrollar las didácticas, pensar cuestiones pedagógicas y, sobre todo, solucionar preocupaciones que tienen los docentes. A veces, la noción de lo pedagógico está por detrás, los docentes tienen preocupaciones que surgen al momento de enfrentarse en su práctica de enseñanza. Empiezan a dar clase, se encuentran con situaciones que les gustaría cambiar y en ese momento empiezan a buscar formas de actualizarse, de incorporar nuevas metodologías o propuestas, o de reflexionar sobre epistemología del saber”, indicó Peré.