El rector de la Universidad de la República (Udelar), Roberto Markarian, está terminando su primer período al frente de la institución y aspira a seguir por cuatro años más. Sabe que hubo cosas que no logró concretar porque perdió apoyos en estos años, pero no le teme a la polarización en la interna universitaria: el que crea que no existe vive “en un mundo ficticio”, asegura. También sabe que si es reelecto no va a contar con aumentos de presupuesto durante los primeros años de gestión, por lo que propone que hay que estudiar “posibles ahorros” en las facultades y en el aparato central de la Udelar, y espera convencer a la Administración de los Servicios de Salud del Estado de que inyecte dinero en el Hospital de Clínicas. Sobre su retador, Rodrigo Arim, y sobre la denuncia que lanzó esta semana la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), no quiere opinar, y asegura que está haciendo la campaña “limpiamente”. Al rector le preocupan las reiteradas discrepancias que han surgido últimamente entre la Udelar y el Poder Ejecutivo, y asegura que sería “decididamente peligroso” que prosperaran los cambios que se proponen para la Universidad Tecnológica.

¿Qué temas son centrales para usted en un segundo período? ¿Qué temas le quedaron pendientes de estos primeros cuatro años?

Presenté una plataforma (profundizarloscambios.org) que creo que toca todos los temas. Hay un problema global que tiene que ver con el sistema terciario de educación, que está muy inconexo. Encarar seriamente iniciativas para coordinar me parece fundamental. Está claro que eso implica discusiones con el gobierno y con el Poder Legislativo, porque hay que ir en la búsqueda de una ley que involucre esas cosas; me parece que es la mejor manera de encarar la necesidad de crecimiento del sistema terciario en el país. Un segundo tema que parece crucial es que tenemos que hacer un análisis de cómo organizar mejor la propia institución, que responde a una realidad de principios del siglo pasado (su estructura, su modo de organización), cuando el país necesitaba formar profesionales y creó estructuras para formar profesionales, las facultades. La universidad siguió creciendo, pero tanto el país como la organización del conocimiento implican que hay que pensar cómo nos armarnos para hacer eso bien. A eso se le ha llamado la reforma de la Ley Orgánica [LO], porque efectivamente involucra, además del planteo estructural, el planteo de la conducción de la institución, de los organismos que la dirigen, y creo que es un tema de suficiente jerarquía como para encararlo con mucha profundidad, y no sin premura, pero tratando de ver que la mera enunciación de las carencias que tiene la ley muestra que lo que hay que hacer es una discusión no artículo por artículo, sino pensar la concepción en su globalidad.

¿Hasta dónde se puede llegar en una reforma de la LO?

Podemos llegar a tener un enunciado claro y formar un movimiento grande dentro de la universidad que permita ir a plantear la nueva ley con mucha fuerza. Se está olvidando que la LO no fue fruto de buenos redactores, sino que surgió en medio de grandes planteos que acompañó el movimiento popular uruguayo. Eso creo que es un ingrediente fundamental para poder, no solo concebirla, sino avanzar como para que se apruebe lo que la universidad plantee. Creo que al país le tenemos que decir cómo tiene que ser una universidad grande como la nuestra, en relación con el país de hoy y el del futuro, y eso es un tema complicado.

Otro problema arriba de la mesa es la respuesta que le vamos a dar al crecimiento necesario en el interior. Visualizar cómo tiene que ser el crecimiento en el interior, si tiene que ser repitiendo los procedimientos que hicimos anteriormente o usando nuevos, es una pregunta decisiva. El interior creció con líneas muy claras a partir de 2008, sobre dos pies fundamentales: una de trabajo de educación terciaria y otra de conformación de grupos de investigación importantes, y hay que ver si esas dos líneas tienen que ser las mismas para crecer más. Lo cierto es que el crecimiento se consolidó recientemente. La mayoría de los cargos de los polos de desarrollo universitario en el interior se ocuparon entre 2015 y 2018, más de la mitad, y eso muestra que el proceso está en plena marcha. Luego están los temas más relacionados con la gestión. Creo que tenemos que consolidar determinados procesos. Uno tiene que ver con el Hospital de Clínicas (HC), luego aplicar el Estatuto del Personal Docente (EPD), el tercero es la consolidación de algunos cambios que se procesaron en la órbita central, el más sonado son las modificaciones en extensión universitaria y relaciones con el medio, pero están habiendo cambios en los sistemas de capacitación de funcionarios no docentes, en las relaciones internacionales, que se ha resuelto jerarquizar. Otro capítulo es la reestructura de arquitectura que tiene la universidad, estamos en pleno proceso, estamos queriendo unificar dos estructuras distintas (el Plan de Obras de Mediano y Largo Plazo y la Dirección General de Arquitectura). Luego tenemos que tener un mejor conocimiento de las necesidades nacionales en materia de profesionales. En la medida que el país tiene una Utec, que podría tener una estructura de nivel universitario para docentes, eso nos obliga a tener una definición más precisa acerca de qué necesidades hay en materia de educación superior y terciaria, de manera que las distintas estructuras tengan especificidades que hoy no tienen. Tuvimos que proponer en la comisión coordinadora del Sistema Nacional de Educación Pública que se forme un equipo para conocer los planes que tiene cada una de las instituciones (Udelar, Utec, Formación Docente y UTU) en materia de crecimiento, para que no empecemos a chocar y a tener las mismas metas en un país en el que, desde el punto de vista de la educación, está invirtiendo poco.

¿Cómo se debería encaminar esa coordinación?

El camino que estamos tomando es a partir del conocimiento de cómo se insertan nuestros profesionales en el trabajo para el que los formamos; es una cosa que se conoce poco. Estamos haciendo estudios de seguimiento de cohorte de egresados, al salir y a los cuatro años. Estos temas están llenos de dificultades, porque cuál es el país que queremos aparece inmediatamente como problema, pero aunque no tengamos claro qué país queremos, responder a lo que el país pide no tengo dudas que debe ser así. El país clama por tener más profesionales de ramas técnicas, y lo cierto es que no tomamos ninguna medida para una u otra cosa, porque la institución, por no tener buenos conocimientos y quizá por tradición, es reacia a inducir u orientar a los estudiantes, y ese es un tema que merece una discusión que convenza a todos que conviene hacerlo; eso en parte sale de conocer si estamos respondiendo a las necesidades nacionales, tener datos más categóricos sobre eso. Se está trabajando en esta dirección desde la Comisión Sectorial de Enseñanza (CSE), y desde la Dirección General de Planeamiento y Presupuesto.

Se sabe que la institución va a tener poco aumento presupuestal para los próximos dos años. ¿Cómo prevé salvar ese escollo? ¿El presupuesto compromete la gestión?

Que compromete no cabe duda. Cómo mantuvimos el ritmo en el interior es una buena muestra de que usar remanentes sirve cuando realmente existen, pero una vez que se van terminando los procesos nuevos, los remanentes dejan de existir, y creo que estamos en ese proceso. Así que comprometer, compromete. Que hay paño en una institución tan grande para aplicar procedimientos de ahorro en algunos lugares no tengo duda, tampoco. El presupuesto de la Udelar son 450 millones de dólares; además hay entradas de recursos extrapresupuestales, que vienen del exterior, del adicional del Fondo de Solidaridad o de convenios, y por lo tanto plantearse seriamente, en el primer año, aplicar estudios sobre posibles ahorros me parece que es importante, tanto en los servicios como en el aparato central. En el aparato central estamos ahorrando, todas las reestructuras han implicado reducciones importantes. La de extensión terminó con que una parte importante del dinero de extensión que se ejecutaba centralmente pasó a ejecutarse en los servicios, el impacto no fue inmenso, porque dividiendo la mitad de lo que había en extensión y pasándolo a los servicios, lo que recibió cada uno fue poco, pero estoy seguro que las actividades de extensión han crecido, y han crecido más cerca de lo que hacen los estudiantes y las facultades mismo. Esa veta hay que explorarla con seriedad.

¿Tiene ideas de por dónde se pueden generar ahorros?

Lo que el rector maneja es el aparato central, que es relativamente grande. Y no me animo a decir más nada, porque en estas cosas empieza a haber un tembladeral cuando uno dice en tal o cual sector. No me animo a decirlo con propiedad, pero creo que eso hay que hacerlo, y cómo eso se extiende a los servicios es una duda. Los servicios tienen gran autonomía presupuestal. Hay una dependencia central de algunas partes del interior, donde podemos hacer algunos estudios específicos para ver cómo no paramos de crecer aunque sea reordenando bien. Pensar eso es casi una obligación si queremos reordenar nuestros gastos y observar qué es posible reformular. Es difícil. Las construcciones nuevas, dado que no dejamos casi ningún edificio, obligan a tener personal nuevo para limpiarlo, equiparlo, poner bedelías, bibliotecas, y no tenemos dinero. Plantear que hay que hacer una gran reestructura de manera que nos quede para proveer 200 cargos de ese tipo me parece imposible, así que ahí hay un cuello de botella que va a ser conflictivo, naturalmente.

En su plataforma plantea que hay que tomar medidas enérgicas para concretar la reforma del HC. ¿Cuáles serían?

Está claro que ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado] tiene dinero, creo que tenemos que avanzar con ella en lo inmediato, en los dos primeros años, para que se convenza de que tiene que invertir ella en la mejoría del hospital. Cómo se hace eso tenemos que verlo. Estamos en muy buenas relaciones con ASSE ahora. ASSE formó un equipo asesor universitario para orientar las cosas. Va a existir la opción de presentar estas cosas con altura. Luego está el buen uso que le demos –como estamos haciendo–, de esos tres millones de dólares anuales por el impuesto a las botellas de cerveza. Lo bueno de eso es que estamos gastando de acuerdo al plan, lo que insisto, no es menor. El país necesita que el hospital sea bueno, y el hospital es bueno en grandes terrenos. Es importante que le inyectemos dinero, y la vía que uno ve de inmediato es este procedimiento por medio de ASSE. En operaciones quizá parciales creo que podemos seguir haciendo la refuncionalización parcial; los 150 millones de dólares en un saque no los vamos a tener.

Muchos dicen que el proceso de descentralización se detuvo en este período. ¿Lo descarta? ¿Cómo debe continuar ese proceso?

Que no siguió al ritmo que estaba hace cinco años, no tengo dudas, pero lo de hace cinco años eran las ideas de cómo transformar; la concreción de esas ideas se está dando ahora. Uno mira las cifras de ingreso de estudiantes y hubo un salto impresionante en 2015: el promedio de ingresos entre 2010 y 2012 fue de 1.700 estudiantes en el interior, y entre 2016 y 2018 fue de 4.000. Que perdió impulso, no cabe duda, ahora, que el salto se dio en este período tampoco cabe duda. Me parece muy razonable, es una cosa bien preparada, que se demoró en consolidar. Luego está el problema de que el proceso con el cual se creció generó, razonablemente, trabajar en grupos chicos. El proceso de integrarse a grupos más grandes, como estamos queriendo, da trabajo porque la gente se acostumbró a un estilo de utilización de economías en un círculo pequeño. Uno dice, a partir de ahora se van a juntar, van a ser doce en lugar de nueve, y lo que vaya sobrando se pone en una bolsa y lo vamos a gastar todo junto. Eso es la aplicación de la ordenanza de departamentalización, que se está aplicando demasiado lentamente en mi opinión. Que haya ciertas dificultades en entender el proceso y cambiar de estilo lo entiendo completamente, y eso puede dar lugar a frustraciones, pero son frustraciones de crecimiento. Todos los datos indican que no hemos dejado de crecer en el interior; que estamos en el borde, sí, porque hemos crecido con economías. Y eso no es eterno, porque las economías se están acabando. Hay quien dice que le sacamos dinero al interior, eso es totalmente equivocado, no sé si lo hacen con intención o no; inversamente, hicimos pequeños agregados, básicamente en construcciones. Creo que hay que hacer fuerza porque la departamentalización se produzca, es un proceso que se está dando, hay que consolidar los equipos de dirección y eventualmente hay que corregir algunos defectos que tuvo el formato que se le dio. Un ejemplo es que al Centro Universitario Regional del Este (CURE) se le dio una estructura similar a la del Centro Universitario Regional Litoral Norte, se trasladaron las visiones distintas históricas de Paysandú y Salto a Maldonado y Rocha, donde no había esa desavenencia, se crearon dos polos importantes en lugar de crear una cosa sola de pique. Deberíamos pensar seriamente si no hay que ir a una estructura unificada de todo el este, que parecería más razonable. Esas son cosas que hay que mirar con cuidado, y que la evaluación va a tener que mostrar. Y en ese trámite ahorrar también.

¿Y en cuánto a la oferta educativa?

Creo que hay que profundizar la oferta de carreras de licenciatura para arriba. Tenemos que entrar en tratativas serias con Utec y UTU para no repetir oferta de cursos cortos, tecnicaturas. Puede que en el impulso inicial estuviera bien, pero pensado en términos globales de la institución, no veo mal que estemos concentrados de las carreras de licenciaturas y de posgrados, más que en las carreras de tecnicaturas. Carreras nuevas es difícil, porque ya se sabe que tenemos siete carreras paradas, y más de las casi aprobadas. Sin dinero eso sí que es dificilísimo de hacer.

Foto del artículo 'Roberto Markarian: “La polarización existe”'

Foto: Federico Gutiérrez

También hay una discusión en la interna universitaria sobre cómo promover el acceso a la institución y disminuir la deserción, por ejemplo de quienes trabajan. ¿Qué visión tiene sobre eso?

La ordenanza de grado cumple un papel regulador de los cursos de la universidad, que no había y es bueno que lo haya. Le estamos debiendo aún a la institución entera la uniformización mayor del ingreso a la institución: acá no se entra a la universidad, se entra a la facultad o al curso del interior. No hay un ritmo de estudios uniforme en la educación, las vacaciones, la duración de los cursos, todo es independiente, y muchas veces parece que se olvida que tenemos algunas trabas por la estructura por profesiones que tiene la institución. La navegabilidad se ve dificultada por esa misma situación. Después esta el asunto de las carreras que han incrementado mucho el número de opcionales, que en términos de libertad de elección es ideal, pero tiene que estar conducido, que el estudiante no sepa qué es lo que le permite tener una buena formación para una carrera porque no tenemos suficientes orientadores dificulta la aplicación de la política de opcionales. Eso está evaluado, y en algunos servicios se ha hecho mal. El buen cumplimiento de la ordenanza nueva no es sólo ver lo formal, es ver cómo está funcionando realmente. La existencia de títulos intermedios, que es una cuestión importante, hay que verla a la luz del objetivo principal, que es el título final, no el intermedio.

Con respecto al problema social, creo que hay que hacer esfuerzos con las limitantes que da la estructura social y económica del país. Hay quien dice que yo hago demasiado énfasis en esto, pero creo que, otra vez: realismo. Los problemas de acceso tienen que ver con la estructura social del país, uno mira los percentiles económicos y la capacidad de ingreso de los quintiles más bajos es baja, y lo más sorprendente es la poca cantidad de gente del quintil alto que termina secundaria. Que la universidad puede colaborar en que gente de los quintiles bajos que ha hecho esfuerzos, creo que lo deberíamos hacer. La propuesta que hicimos en el presupuesto, que tenía un gran monto dedicado a una política económica de apoyo a los sectores con menos dinero, una propuesta de inducir a estudiantes de los quintiles intermedios a estudiar ciertas disciplinas, fue rechazada por la institución, a la que le cuesta tomar medidas que estén focalizadas. Creo que esa es una discusión que nos tenemos que dar.

Mirando adentro, está la política de becas, que está resultando exitosa. Es un dato que está cambiando en este período, la ayuda que hicimos para que la dirección del fondo de solidaridad cambiara es innegable. Y está el problema de la trayectoria misma: ahí pasamos de lo propiamente económico a lo educativo. Creo que tenemos que hacer un estudio más detallado del ingreso de estudiantes. Estudios que se hicieron este año sobre las becas del Fondo de Solidaridad muestran que los primeros años son críticos. La iniciativa de extender el sistema de evaluaciones diagnósticas al ingreso me parece que es muy importante.

¿Cómo evalúa el vínculo con la FEUU en este período? Muchos consideran que la polarización en la interna universitaria dificulta la gestión. ¿Sobre qué apoyos se planta para un segundo período?

La relación con la FEUU es buena, lo que alguien puede observar es que la FEUU ha cambiado, está cambiando o viene cambiando. Lo que hay es la firme convicción de que hay que respetar los organismos gremiales en sus justos términos. Nosotros respetamos cerradamente, cada acción que hemos realizado no estuvo basado en sectorizar la institución. Cuando decidimos que íbamos a colaborar con que queríamos que en la Conferencia Regional de Educación Superior hubiera estudiantes, decidimos invertir y fuimos cuidadosísimos de que estuvieran representadas todas las orientaciones. La polarización existe, creerse que no hay polarización y que todo el mundo va a apoyar a uno o a otro, otra vez, es un mundo ficticio. Decir que uno formó un bloque de poder creo que no corresponde. Yo no lo intenté aquella vez ni lo intento ahora. Decir que el eventual bloque de poder es la base para poder seguir haciendo las cosas tampoco, porque las plataformas son suficientemente vagas para que la gente apoye a uno u otro por razones muy distintas a lo que está escrito en la plataforma. Decir que los que me apoyan ahora son la base del gobierno durante los cuatro años siguientes, creo que es equivocado. No lo quise hacer al principio. Yo me comprometí con lo que está escrito en mi plataforma y los que me votaron lo hicieron porque quisieron ellos. El asunto de que se tiene una base de apoyo uniforme creo que no corresponde a la realidad universitaria, y por eso yo hago una campaña que no le mira la cara al que me dice que me apoya, decididamente. Que hay gente que apoya que es complicada, no tengo dudas tampoco, en unos y otros bandos, y eso no evita que yo diga “no me votes”, podré decirle “no abras la boca”, en todo caso. Y el voto de ese vale igual que cualquier otro. Uno busca apoyos, consulta... Creo que se ha distorsionado alguna cosa que me propuse hacer y no me propuse; me dicen que no cambió la LO; yo no me propuse cambiarla. Sí dije que había que cambiar el EPD, y ahí estamos. Que hay mucha cosa que no hice, también, y que alguna de las cosas que no hice se debe a que perdí apoyos, también. Digo que eso le va a pasar a cualquiera.

¿Influyen las diferencias entre el área social y las ciencias duras al momento de la elección del rector? ¿Le sorprendieron los cruces que se dieron en esta elección?

Me parece que no, que los alineamientos son por razones distintas. Que influye un poco, sí, y en parte influye porque hay distintas maneras de pensar. Hay sectores que piensan ciertos problemas de una manera, es un hecho que la metodología importa más en ciertos sectores del área social, así que diferencias hay. Ahora, que la gente se alinee por una u otra cosa no lo he notado. Los cruces no me sorprenden, por las razones de coyuntura, de historia, las cosas que pasaron en cuatro años, puede haber evaluaciones de lo que se hizo. Obviamente que me alegró los que se pasaron a apoyarme.

En estos últimos meses han habido varias polémicas con el Poder Ejecutivo: la discusión sobre los posgrados en inteligencia artificial, sobre la reglamentación de la ley de pesca, recientemente con relación al proyecto sobre el dique Mauá, además de la discusión presupuestal. ¿Advierte que está cambiando el relacionamiento del sistema político con la Universidad? ¿Cómo lo evalúa?

Es un hecho que las dificultades económicas del país han repercutido negativamente respecto del apoyo a las instituciones educativas. Que la diversidad de instituciones ha llevado a que haya mayores apoyos a unas que a otras, y en particular, la focalización en la enseñanza básica y media de las dificultades del país, ha llevado a que se respete a la institución, yo creo que de eso no hay duda, pero a que se le haga menos caso, para decirlo rápido. Eso es así. Últimamente hubo algunos acontecimientos, algunos muy menores –como este de los posgrados–, otros más importantes, como la dificultad para crear la Secretaría de Ciencia y Tecnología, por ejemplo. Nosotros apoyamos toda la política desde otra parte del Estado, porque nuestra coincidencia y la opinión que se nos pide sobre las políticas sociales y de derechos es categórica. Así que no se puede decir que estemos en guerra con el Poder Ejecutivo. Podemos manifestar las discrepancias, y el buen uso de la autonomía creo que hay que seguirlo ejerciendo, y puede que en estos últimos meses haya habido un incremento de discrepancias. Cada una de ellas creo que hay que analizarlas por separado, no creo que haya una política de querernos ignorar. Lo de los posgrados, el decreto de la ley de pesca y el tema del dique Mauá son totalmente independientes uno de otro; el único sello común que podrían tener es lo empresarial, eso sí. Es la expresión de una gran empresa queriendo quedarse con un pedazo de la costa, o atender los pedidos de modernización de algunos ambientes empresariales con el tema de inteligencia artificial; la reglamentación de la ley de pesca es distinto, no hay ninguna cosa empresarial, el problema es querer controlar, nada más. Que es preocupante que estén sucediendo tan reiteradamente en estos últimos tiempos [estas discrepancias], lo acepto totalmente, y a la vez lo que ratifico es que nosotros no podemos ejercer nuestra idoneidad para ciertos problemas con cuidado de que nos vaya a ocasionar problemas. Tenemos que ser inteligentes, no tenemos que ser salvajes en las opiniones, pero tenemos que insistir en que la institución mayor, que es la Udelar en cuestiones de conocimiento, de idoneidad técnica, se respete adecuadamente.

¿Qué opina sobre los cambios que plantea el Consejo Directivo de la Utec sobre su Ley Orgánica? ¿Si prosperan, puede ser un escenario complicado para discutir la reforma de la LO de la Udelar?

Sí. Si los partidos se pusieran de acuerdo en que el formato de los entes autónomos educativos tiene que ser tan radicalmente distinto, no digo que dificulte la discusión, por lo menos como yo la concibo, pero que al momento final, de presentarla, hay que mirar con cuidado que la onda no sea de “pidan, que igual lo que vamos a hacer es nombrarle cuatro personas de afuera”. No me animo a pronunciarme categóricamente porque los documentos no han salido de manera oficial. Lo que trascendió me parece decididamente peligroso. No estoy por mantener el sistema y que todo tenga que ser como en la Udelar; ahora, que se pase de una forma de participación grande de las partes como hay en la institución, a un sistema donde las partes pasan a ser exclusivamente asesoras, me parece que hay una distancia infinita en términos politológicos. De que tiene que haber participación de estudiantes, docentes y egresados en la institución universitaria, no tengo ninguna duda. Sería erróneo querer establecer un sistema empresarial de conducción de la cosa educativa, estoy en total desacuerdo. 

“Limpiamente”

Consultado sobre la denuncia que hizo la FEUU sobre los títulos de Arim, Markarian decidió no hablar sobre el asunto: “Es un problema de la FEUU. Yo estoy haciendo la campaña limpiamente. La FEUU puede trabajar como ella quiera. Prefiero no opinar porque no es conveniente que yo opine en ningún sentido”, explicó.