“Seamos autocríticos: no poseemos una cultura del registro, carecemos mayoritariamente de una memoria institucional. En el mejor de los casos, otros dan cuenta de lo que hacemos. Con toda su potencia expresiva, sin registro, se van como el viento”, asegura la directora general del Consejo de Educación Secundaria (CES), Ana Olivera, en el prólogo de un nuevo libro que busca, justamente, comenzar a generar una cultura del registro de las diversas iniciativas que recorren el sistema de secundaria. Sistematización de Prácticas educativas en liceos públicos de todo el país es un compilado de buenas prácticas de docentes de diversas disciplinas con estudiantes de diferentes edades. En el libro se condensan 27 propuestas que involucran innovación educativa en las formas de trabajo, en la elección de los materiales o temas y en la evaluación.

Durante la presentación del libro, la directora de Planeamiento Educativo del CES, Patricia Kuzma, dijo que “la producción de conocimientos es clave para cualquier transformación educativa que queramos hacer. Las prácticas cotidianas de los colectivos docentes y la búsqueda permanente por la mejora de los aprendizajes construye saberes” y agregó: “No es una mera descripción de la práctica lo que vamos a encontrar en esta publicación, hay un paso más, una reflexión crítica sobre ella”.

Buenas prácticas

Algunas prácticas se dieron en modalidad taller, algo que cada vez se explora más en el CES. Yanina Melo y Leticia Yáñez destacaron el trabajo en los talleres de tiempo extendido y los beneficios que estos tienen para el aprendizaje en el aula; Rossana Calcagno y Cecilia Froz, del liceo 72 de Montevideo, trabajaron en este formato para “vivenciar las prácticas saludables y/o las que no lo son, en parejas adolescentes”; y Natalia Arralde y Ana Sosa describieron la experiencia de los talleres de periodismo que se llevan a cabo desde 2016 con “el espíritu de motivar la curiosidad, fomentar el pensamiento crítico y ampliar la visión de las noticias que rodean al estudiante”.

La interdisciplina también estuvo muy presente en las prácticas seleccionadas. Teresita Álvez y Natalia Obelar comentan en el libro el trabajo realizado con 138 estudiantes de tercer y cuarto año del liceo 2 de Pando, la escuela técnica de esa ciudad, la escuela técnica de Tala y el colegio Crecemos. El proyecto “Yo también soy la voz del derecho” se centra, según describen las docentes, “en el estudio de los derechos humanos como eje transversal de las asignaturas Historia, Matemática, Música y Literatura”.

Gustavo Suárez, docente de Educación Visual y Plástica, cuenta que hace años comenzó a trabajar en duplas con otros profesores y le ha dado gran resultado. Suárez destacó el proyecto “Mirar con los ojos del otro”, en el que trabajó con la docente de Biología Virginia Quintana sobre el concepto de los sentidos, tomando como referencia el ojo humano. Otro ejemplo de interdisciplina que incluyó las artes fue el que describió Enrique Cederbaum, docente de Comunicación Visual en el turno nocturno para adultos del liceo 33, que trabajó con “la imagen como documento” junto con el profesor de Historia.

Por su parte, los docentes Isabel Bianchinotti, Marcelo Rocca y Juan Mario Leiva del liceo 7 de Salto cuentan en el libro sobre su proyecto “Horacio Quiroga: de Salto a la selva”, en el que trabajaron en equipo las asignaturas Geografía, Idioma Español e Informática. Detallan que se llevó a cabo una serie mensual de clases en tripla, en las que se trabajó con el cuento “A la deriva”, de Quiroga, y a partir de él las características de los biomas de la región y el análisis de los factores que los determinan, con la utilización de las distintas herramientas que incluye Google Maps. Otro proyecto interdisciplinario que transitó por el camino literario fue el de Sonia Sosa Mautone, docente de Literatura que trabajó en dupla con la profesora de Inglés sobre la vida de varios autores, entre ellos Charles Baudelaire.

La tecnología también estuvo muy presente en estas prácticas innovadoras. Sair Elizabeth Aparicio, docente del liceo de José Batlle y Ordóñez, en Lavalleja, contó que se juntaron profesores de Química y Astronomía para trabajar en aulas virtuales mediante diferentes plataformas. En ese entorno “el estudiante encuentra diversos materiales, actividades y material de profundización y/o repaso en diferentes formatos, para trabajar durante o después de clase. En la evaluación y autoevaluación se usan cuestionarios, entregas de tareas, participación en foros y seguimiento de proyectos, lo que posibilita ir construyendo un portafolio digital para el estudiante y el profesor, donde los trabajos no se pierden ni se archivan, y las devoluciones del docente quedan disponibles en la plataforma”.

En el caso del liceo 2 de El Pinar, idearon una cabina que simula un viaje virtual a la isla Gorriti, según cuenta en el libro la docente Blanca Plada. A partir del trabajo conjunto de varios docentes en el plan extraedad 2012, crearon una cabina de cartón, un folleto turístico sobre la isla Gorriti, sonidos, un video sobre la isla, un circuito geográfico y un robot guía, y todos estos productos fueron presentados en la muestra final del seminario a la comunidad.