Lograr un bachillerato menos rígido está en los planes del Consejo de Educación Secundaria (CES) desde hace varios años: distintos borradores han viajado de escritorio en escritorio, afinando detalles para generar un nuevo diseño curricular que se adapte a las necesidades educativas del siglo XXI. Finalmente y luego de un largo proceso, el CES consiguió “un diseño completo, coherente y congruente con la formación docente que egresa por asignatura”, destacó a la diaria la directora general, Ana Olivera. Aún quedan muchas decisiones para tomar en consulta con diferentes actores, pero se llegó a un acuerdo sobre las líneas curriculares del posible nuevo plan. La decisión ahora estará a cargo de quienes tomen las riendas de Secundaria en el próximo período de gobierno, aunque para Olivera, el acuerdo es general, y si se basan en el trabajo ya hecho, en un año se podrían ultimar los detalles para que 2021 sea el primer año de aplicación.
Unidades obligatorias y optativas, trayectos singularizados, semipresencialidad y semestralización y una trayectoria educativa en clave de derecho son las líneas curriculares en las que se pusieron de acuerdo todos los actores de la enseñanza media, y aquí las explicamos.
Optativas y obligatorias
El estudiante tendrá dos opciones: hacer un bachillerato genérico o elegir orientaciones, que podrían ser las que están ahora –humanístico, científico, biológico o artístico– o unas nuevas, según se defina en una próxima etapa de discusión. Habrá un núcleo común de asignaturas obligatorias y luego una serie de materias optativas dentro de cada orientación; asimismo, se garantiza que el estudiante pueda hacer optativas de otra orientación diferente a la que eligió: por ejemplo, si un joven elige seguir científico porque tiene aspiraciones de entrar a la Facultad de Ingeniería, podría hacer teatro si le interesa, a pesar de que no es una materia de su orientación. Además, se plantea un tercer nivel, con asignaturas optativas que sean genéricas y pueda cursar cualquier estudiante independientemente de su orientación. Para este tercer nivel las autoridades están pensando en los actuales talleres que se ofrecen en ámbitos de educación no formal o en modalidades más flexibles de secundaria.
Aún queda por definirse qué materias serán optativas, cuáles están habilitadas para el multigrado y qué porcentaje de optativas se le exigirá al estudiante en cada nivel. Olivera adelantó que proponen que no sea menos de 25% del total de la cursada, porque justamente se busca aumentar la libertad de opción de cada estudiante.
En el núcleo común obligatorio se buscará generar “espacios de aprendizaje transversales”, según consta en el borrador final del plan al que accedió la diaria. El objetivo será apuntar a la comprensión y producción de textos, el razonamiento crítico, y el debate acompañado de disciplinas como la epistemología y la psicología. La enseñanza será a través de propuestas con énfasis en “métodos de investigación, resolución de problemas reales con abordaje interdisciplinario, proyectos, trabajos monográficos, y formación teórica y aplicada”.
Ana Olivera: “Creo que este cambio viene de la mano de la valoración social del conocimiento que se tiene en los liceos”.
Este cambio en la estructura curricular viene de la mano de una nueva mirada en la evaluación. Sobre esto Olivera opinó: “Si estamos pensando en materias que promuevan el hacer, podemos pensar en un examen que lo tenga en cuenta, que se apruebe con un proyecto, por ejemplo. El diseño no puede ser pensado lejos de la evaluación y los objetivos”. En esta línea Patricia Kuzma, de la dirección de Planeamiento y Evaluación Educativa del CES, agregó: “Este cambio en el aprendizaje tiene que venir con un cambio en la evaluación. ¿Qué sentido tiene una evaluación si no es entendida como retroalimentación del aprendizaje, como una orientación de un proceso y no una valoración? No es algo que está bien o mal, sino decirle al estudiante dónde debe enfocarse más”.
Trayectos singularizados
“Esto está enfocado en la educación en clave de derecho del estudiante, se van delineando distintos trayectos posibles y diferentes espacios para transitar. Lo más importante como línea curricular es generar trayectos singularizables, que dentro del esquema cada estudiante pueda tomar diferentes opciones, dependiendo de sus intereses y su situación de vida actual; incluso se puede pensar que el estudiante decida la carga de materias que va a tomar por semestre”, explicó a la diaria Ana Inés Paladino, colega de Kuzma, que trabaja en este rediseño desde el comienzo.
Paladino agregó: “Estos tres niveles que proponemos –el núcleo común, las optativas de la orientación y las optativas genéricas– no tienen porqué ser cursados al mismo tiempo. Por ejemplo, podemos pensar que un estudiante, por ciertas situaciones de la vida, decida durante un semestre sólo cursar las materias del núcleo común: eso no lo va a atrasar con respecto a nada, porque ahora los tiempos serían personalizados. Incluso podemos pensar que el estudiante decida egresar de un bachillerato genérico, porque no se definió por ninguna orientación en particular. Eso es un camino posible”.
Otro camino que ofrece este nuevo diseño es el que puede recorrer un joven que ya tiene muy claro qué desea estudiar en un nivel terciario o universitario. “Un joven que sabe desde el primer momento lo que quiere hacer puede, desde el segundo semestre, tomar todas las optativas que se le ofrece relacionadas a sus objetivos”; de eso se trata la singularización, detalló Paladino.
Semestral y semipresencial
Las clases semestrales ya son una realidad hace varios años en el CES. Kuzma explicó a la diaria que “una tercera parte de la oferta de secundaria es el plan 94, que ya está semestralizado, es decir que los centros educativos y los docentes ya hacen el ejercicio de seleccionar aquellos conceptos claves y estructurantes que de alguna manera definen la disciplina y lo que es necesario para cumplir con los objetivos de aprendizaje. Los programas van a estar orientados en los objetivos de aprendizaje más que en los contenidos”.
Sobre esto Olivera enfatizó: “Es una falacia decir que el tiempo no da para cumplir el programa, siempre lo fue. Porque el docente hace una selección de contenidos. Además, hoy se trabaja con otras disciplinas para coadyuvar a lograr ese objetivo, los docentes tienen autonomía para seleccionar parte del programa y fundamentar la intencionalidad”, y por eso a la consejera no le preocupa la adecuación de los programas a los tiempos semestrales.
Ana Olivera: “Hicimos el cambio pensando en los centros educativos que trabajan rompiendo formatos tradicionales que muchas veces no se acompasan con la institucionalización, ni con la organización liceal que tenemos en estos momentos”.
Por su parte, Paladino comentó que “también queda por definir qué materias se dan en dos semestres, porque esa es una opción. Lo importante es que para definir el contenido de cada semestre de cada asignatura se tome en cuenta el Marco Curricular de Referencia Nacional y las expectativas de logro, más otros documentos como las progresiones de aprendizaje”.
La semipresencialidad tampoco es novedad para el CES. Este año se llevó a cabo un plan piloto en liceos de Montevideo, San José y Canelones en donde los estudiantes que debían tres materias o menos para culminar el bachillerato las podían cursar de forma semipresencial por medio de las plataformas digitales con las que trabaja Secundaria.
“En esta experiencia, aquellos estudiantes que están entre los 18 y 25 años y les quedan dos o tres asignaturas pendientes, las pueden hacer de forma semipresencial. Esto se hizo con un grupo de trabajo de planeamiento, los inspectores, y el espacio de tecnologías de la información y la comunicación. También trabajamos esta línea de la semipresencialidad con formación de los docentes, que han recibido un curso para este bachillerato en particular. Hemos monitoreado esta experiencia y los resultados son buenos, en tanto los estudiantes se mantienen cursando y vienen aprobando las materias que les quedaban”, comentó Kuzma.
Esta modalidad ya funciona en el subsector privado. El CES, como entidad habilitante, ha hecho numerosos estudios que avalan la modalidad y la continúan supervisando. En este sentido, la directora general se preguntó: “Si sabemos que hay demanda social en todos los estratos económicos, si ya se hace en lo privado, ¿por qué no hacerlo también en la educación pública?”.