Aprender a tejer a los 68 años, crear una murga en la cárcel, explorar la danza teniendo alguna discapacidad o entender los procesos de la naturaleza son todas formas de enseñanza que se agrupan bajo el gran paraguas de la educación no formal. En torno a estas experiencias y cómo se puede potenciar la educación en personas jóvenes y adultas que están por fuera del sistema educativo giró el seminario regional organizado por el Programa Aprender Siempre (PAS) del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) el martes 16 y el miércoles 17. El evento tuvo lugar en el marco del premio de alfabetización UNESCO-Rey Sejong que obtuvo el PAS el año pasado por su trabajo en las cárceles; el objetivo fue exponer “miradas distintas para generar el intercambio y el debate sobre temas vinculados a la educación pero desde distintos puntos de vista”, explicó a la diaria Andrea Gil, coordinadora general del programa.

Varios expositores llegaron desde países vecinos para compartir su experiencia: los argentinos Francisco Scarfó, maestro en educación primaria de adultos en escuelas con sede en cárceles, y Eduardo Balán, director general de Educación Popular y Comunitaria en la Municipalidad de Moreno, y el brasileño Gilmar Felipe Vicente, militante del sector Educación del Movimiento de los Sin Tierra.

“Lo que quisimos lograr con los expositores fue tener diversidad de objetivos. La idea era conocer diferentes modelos pedagógicos, distintos enfoques desde lo político, con participantes que sean protagonistas de las propuestas”, enfatizó la coordinadora. Gil calificó el evento de “muy bueno” y destacó que tuvo una alta convocatoria –se inscribieron cerca de 280 personas– y se buscó generar la participación del público e instalar “temas que nos interesaban desde el programa, pero también escuchar temas que podían interesarles a otros”.

Otra educación

El panel que cerró el evento presentó distintas experiencias de aprendizaje en la educación no formal. Mirtha Ricobaldi, socióloga y magíster en Educación, comentó el trabajo de UNI 3, una universidad abierta de educación permanente no formal dirigida a personas mayores. “La universidad no pide certificaciones para su ingreso y tampoco los da. La idea es poder usufructuar el derecho a educarse durante toda la vida. Tenemos 6.000 participantes en todo el país, con más de 90 talleres, y se replicó el modelo en otros países de la región, con los que hacemos congresos de intercambio”, puntualizó Ricobaldi, que allí aprendió a tejer. Los cursos son muy variados: ciencias, idiomas, cultura, tecnología y manualidades son algunas de las áreas en las que se puede cursar distintos talleres.

Para ella, una de las limitaciones a las que se enfrentó la UNI 3 para desarrollar su proyecto de educación no formal fue la falta de profesores dispuestos a trabajar con los adultos mayores. Ejemplificó con el caso de informática: “Fue muy difícil encontrar alguien dispuesto a enseñar esto a personas de la tercera edad”, manifestó, y agregó que implicó un desafío porque “era uno de los talleres con mayor demanda, porque es algo que conectaba a las personas con sus nietos”. Sobre este punto destacó que las personas mayores quieren aprender y necesitan un espacio que los habilite para eso: “Queremos una mejor calidad de vida y el ámbito puede ser la educación, el aprender haciendo”.

También expuso Miguel Fernández, uno de los educadores del Domo Tortuga, un espacio que plantea la convivencia y reconexión con la naturaleza. Aseguró que su proyecto busca tomar “todo el conocimiento e historia de la naturaleza para que la experiencia de aprendizaje no sea vertical, piramidal y patriarcal, sino que sea horizontal, que se base en el compartir y que reconozca al otro como uno más del círculo”. El escenario fue compartido también por César Martínez, master teacher en DanceAbility, un método creado en 1987 por Alito Alessi, un bailarín que decidió impulsar un movimiento que uniera en la misma clase de danza a todos, independientemente de las condiciones físicas, intelectuales, de la pertenencia cultural o de los conocimientos previos. Para Martínez, sería muy positivo que “los docentes de cualquier materia se puedan hacer de las herramientas de DanceAbility, ya sea extrapolándolas a su materia o usándolas tal como para generar en el grupo esa filosofía intrínseca de que cualquiera persona pueda estar en su salón. Una sociedad justa implica enseñanza justa”.

Adrián Baraldo y Federico González son personas privadas de libertad y participaron contando sus proyectos de educación en la cárcel Unidad Nº 6 de Punta de Rieles. Reivindicaron la importancia de tener espacios educativos en contextos de encierro, como los talleres de teatro y de radio: “Nos vamos educando, vamos aprendiendo desde distintos lugares y lo que sabemos lo compartimos con los otros. A eso le damos mucho valor. Este intercambio pasa constantemente en todas las oportunidades que nos dan, incluso estas instancias de tener que hablar delante de todos es aprendizaje y lo llevamos para allá también”, comentó González. Por su parte, Baraldo destacó: “Estos espacios nos permitieron hacer nuestra cajita de herramientas, que a su vez nos dejó saber que aunque estemos en la cárcel podemos hacer otras cosas, que capaz no hubiéramos hecho nunca en otros contextos. Las discusiones que se dan en estos espacios educativos de la cárcel nos dejan salir de lo cotidiano y transformarnos”.