“Para nosotros era una instancia para reflexionar, no sabíamos que iba a haber un premio. A veces los chiquilines no están acostumbrados a que sus ideas sean valoradas; participar fue espectacular porque demostró que sus ideas son tan importantes como las de los demás, moviliza desde lo pedagógico y desde lo anímico”, comentó a la diaria Silvia Lacassy, la docente de la Escuela Agraria Melchora Cuenca de Paysandú que acompañó a los cinco estudiantes durante la jornada de hackatón que el sábado organizaron Girls in Tech Uruguay y Plan Ceibal.

Los sanduceros obtuvieron el primer premio entre los diez equipos de enseñanza media que llegaron de todo el país para responder la pregunta “¿Cómo aprenderemos en el futuro?”. Es el cuarto año que Girls in Tech Uruguay organiza una hackatón, pero es la primera vez que se une con Plan Ceibal. El objetivo de la jornada fue reunir a los adolescentes para que puedan “adquirir herramientas para dar forma a sus ideas y soluciones. Se busca promover el pensamiento científico, tecnológico y creativo en jóvenes de educación media, así como la diversidad de género en este tipo de áreas”, explican desde la organización. La idea es que los jóvenes puedan “generar, desarrollar y prototipar una idea en equipo, adquiriendo herramientas para armar su solución con aportes específicos del Design Thinking y pensamiento computacional”.

Natalia Rehermann, gerente de proyectos de Girls in Tech, dijo en diálogo con la diaria que la alianza con Ceibal permitió amplificar la convocatoria que habían tenido hasta ahora. De allí que este año creciera la participación de estudiantes del interior: se inscribieron más de 60 adolescentes de liceos y escuelas técnicas de Tacuarembó, Treinta y Tres, Cerro Largo, Canelones, Montevideo, Soriano, Paysandú y Flores. Además, desde la organización se hace hincapié en la igualdad de género, por eso se pide desde la inscripción que los equipos sean paritarios y durante la jornada se explica la importancia de considerar la diversidad en la conformación de los grupos de trabajo.

El mayor problema para los estudiantes es cómo recuperar la motivación para estudiar de cara al futuro. Ocho de los diez grupos plantearon soluciones para recuperar las ganas de ir a estudiar, algunos sugirieron videojuegos educativos, ampliar la oferta curricular para poder tener opción de elegir los cursos o generar formas tecnológicas de suplantar el uso tradicional del cuaderno.

Según Rehermann, a diferencia de otras ediciones en las que los adolescentes piensan soluciones globales, en esta oportunidad muchos pensaron en formas de resolver los problemas que afectan a su localidad. Este fue el caso de los jóvenes de Paysandú, que propusieron grabar las clases en pendrives o discos duros para crear un registro digital como apoyo a los estudiantes que, por diversas razones, muchas veces climáticas, no pueden ir hasta la escuela; de esta forma, se podrían aprovechar mejor las visitas que hacen los docentes a los estudiantes. Además de la experiencia de haber participado, los sanduceros se llevaron un dron para la comunidad educativa.

El segundo premio fue para el Liceo de Tambores, en Tacuarembó, cuyos estudiantes pensaron en un centro comunitario donde se puedan incorporar iniciativas sobre educación para personas de todas las edades. Lacassy aseguró que esta experiencia fue “espectacular” y comenzó mucho antes del sábado. Toda la escuela se juntó en asamblea para decidir la propuesta con la que los cinco representantes se iban a presentar a la hackatón. Del grupo, tres no conocían la capital, por lo que a la novedad de compartir el espacio con jóvenes de todas partes del país se le sumó la recorrida por Montevideo. La docente resumió: “El hecho de invitarlos a participar en un encuentro con otros estudiantes los interpeló desde su lugar; no pensaban que iban a poder participar en este tipo de eventos, fue un desafío, pero la experiencia fue estupenda”.