En sus más de diez años de existencia, el Plan Ceibal revolucionó tanto aulas como espacios no formales de educación, abrió posibilidades de abatimiento de la brecha digital, al tiempo que visibilizó aun más claramente otras brechas. Contemplando la realidad de este proceso, en el que han surgido y desaparecido proyectos y movimientos, se propuso reunir a algunos organismos del Estado que están implementando políticas públicas para que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se instalen en nuestra vida cotidiana confiable y críticamente.
Con el objetivo de relevar cómo se va desarrollando la incorporación de las TIC en las distintas instituciones, se reunieron autoridades de la Agencia del Gobierno Electrónico y la Sociedad del Conocimiento (AGESIC, Ciudadanía Digital), el Ministerio de Educación y Cultura (MEC, Dirección Nacional de Educación), Plan Ceibal, la Administración Nacional de Educación Pública y UNESCO. En ese diálogo interinstitucional se arribó a la siguiente pregunta, que fue rectora de un estudio indagatorio que realizamos: ¿cómo se torna sostenible una política en torno a educación y las nuevas TIC?1
Basados en estudios anteriores podemos afirmar que el desarrollo de tres dimensiones es imprescindible para dicho logro: a) la apropiación social de la tecnología, b) el financiamiento y c) la articulación interinstitucional.
En este tiempo, parece imprescindible pensar en políticas cada vez más integrales y construidas con participación social y prospectiva, teniendo en cuenta investigaciones sociotécnicas con perspectiva histórica. Sin duda, estas condiciones la vuelven sostenible en el largo plazo. En 2007 comenzó un período de innovaciones institucionales, que se realizan básicamente de dos maneras:
a) Creación de instituciones, como AGESIC y Plan Ceibal.
b) Fundación de nuevas estructuras en instituciones de larga data, por ejemplo en ANEP (creación de espacios y cargos nuevos tales como maestros de apoyo Ceibal, maestros dinamizadores, docentes articuladores de tecnología, docentes orientadores en tecnología) y en el MEC (Centros MEC y Observatorio de Educación Superior Virtual). El proyecto Flor de Ceibo, de la Universidad de la República, es parte de estas innovaciones.
Estas innovaciones motivaron la organización de la sociedad civil, creando un contexto de colaboración con las instituciones. La comunidad estaba ávida de participar en la transformación social, en el nuevo modelo de sociedad, subvertir los modelos hegemónicos, abatir las brechas, etcétera. En el mismo espacio de tiempo en que se crean estas innovaciones institucionales surgen movimientos sociales con objetivos solidarios, tales como Rap Ceibal y Ceibal Jam.
Es imposible, en un breve artículo, analizar los resultados del estudio; sin embargo, es posible mencionar las líneas generales que emergen de la reflexión de los actores. En términos generales, a partir de este estudio exploratorio, se puede decir que:
Parece imposible pensar en la apropiación tecnológica y apropiación de políticas públicas sin la acción directa de aquellos grupos sociales más convencidos, además de lo que puede hacerse institucionalmente. Por otro lado, resulta fundamental diseñar dispositivos sostenibles para complementar colaborativamente el trabajo de las instituciones gubernamentales con el de las organizaciones de voluntarios y proyectos de instituciones educativas para la socialización del conocimiento.
En la sociedad contemporánea en la que el conocimiento, especialmente el científico-tecnológico, se ha vuelto una mercancía, pensarlo desde políticas públicas implica pensarlo como un bien común y público que sería bueno preservar en condiciones de gratuidad y libre acceso. Por lo tanto, todas las prácticas hacia la implementación de software libre deberían reconocerse y valorarse públicamente. Eso colaborará para que, respetando y reconociendo la autoría intelectual, los recursos educativos continúen siendo abiertos.
En esta sociedad caracterizada por “lo digital” cobra fundamental importancia la formación respecto de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, enfocadas en un uso que tenga sentido para la vida cotidiana; pedagógico, especialmente para los docentes, y con sentido crítico, para cada integrante de la sociedad.
Por otro lado, el cambio en las culturas institucionales en las que se han producido las innovaciones resulta vital para la sostenibilidad del ecosistema digital. En ese sentido, deben ser reconocidos y valorados en cada institución: i) la generación de ambientes colaborativos; ii) las situaciones y procesos (nuevas escenas) donde se aprende diferente; iii) el diseño de dispositivos para evaluar estos cambios contemplando plazos adecuados; iv) el diseño de dispositivos para valorar a los docentes innovadores de modo que no se vean afectados negativamente en su evaluación.
Además, docentes y niños de centros educativos públicos de todo el país han sido premiados a nivel internacional en relación con proyectos desarrollados en el ámbito de las nuevas tecnologías de información y comunicación. Muchos de ellos han viajado al exterior, logrando así un acervo de experiencias enriquecedoras.
Las tecnologías han configurado históricamente los espacios educativos. Esa configuración, sin duda, tiene una repercusión en la ingeniería de la escena educativa, sus métodos, sus objetivos, evaluaciones y significados. Basta recordar el título de uno de los libros de Julio Castro: El banco fijo y la mesa colectiva. El pizarrón, los bancos, la biblioteca en el aula o la sala de lectura, la sala de ciencias, el escritorio de la maestra sobre una tarima o no... simplemente han sido diferentes tecnologías que han configurado la escena educativa. Hoy lo hacen las computadoras, celulares, cañones, pantallas, etcétera. Pero también hay cada vez más máquinas a nuestro alrededor: cajeros automáticos, cobradora de pasaje capitalino, trámites en línea, y tenemos contraseñas para casi todo. Por lo tanto, la articulación interinstitucional, desarrollar el sentido crítico del uso de las tecnologías, acompañar la realidad con legislación que garantice el Estado de derecho y la apropiación por los ciudadanos forma parte de la tarea esencialmente educativa y de las claves de la política pública en torno a estos temas.
Clara Villalba es ingeniera agrónoma, profesora técnica agraria, diplomada en Desarrollo Rural Sustentable y en Calidad y Responsabilidad Social en el Agro. Ejerció como consultora en Política Pública en Educación y TIC (UNESCO), Educación Rural (OEI) y Agricultura Familiar y Extensión Rural (REAF y FAO).
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El informe completo está disponible en: www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Montevideo/pdf/CI-ClavesPoliticaSostenible.pdf ↩