El olor a libro nuevo y la biblioteca llena de ejemplares podían ser deseos de otra época para los adolescentes, pero no. Así lo demuestra la investigación que hizo Maximiliano Diel para obtener su maestría en Educación por la Universidad ORT. En su tesis Diel busca comprender las prácticas de lectura digital de los estudiantes, lo que implica vincular aspectos socioculturales del lector, porque se lee con propósitos sociales específicos. En diálogo con la diaria, el investigador comentó los resultados, que incluyen, entre otras conclusiones, una inesperada inclinación por el libro en papel entre los más jóvenes y una fuerte socialización de la literatura en el mundo digital.
Para el desarrollo de la investigación, Diel trabajó con 65 estudiantes de primer año de liceos “socioculturalmente diferentes”; a pesar de que la muestra no es representativa a nivel nacional, sí permite llegar a algunas conclusiones. Uno de los resultados fue que la población de menor nivel socioeconómico (liceo B) tiene una mayor tendencia a socializar la literatura (compartir o comentarla) que los estudiantes de la institución con condiciones socioeconómicas más favorables (liceo A). Además, concluye que la socialización se da, sobre todo, por medios digitales. De todas formas, se señala que los adolescentes son críticos con lo digital y lo toman con ciertas reservas, porque consideran que el contexto digital “genera una comprensión superficial y que promueve las distracciones”.
Con respecto al uso de las plataformas digitales, Diel encontró que “la amplia mayoría de las aplicaciones y plataformas utilizadas para la lectura digital se concentraban en estudiantes del liceo B”. En esta línea, el investigador constató que “la probabilidad de leer libros digitales es mayor en el liceo B”, aunque en los dos liceos hay una frecuencia similar de lectura de libros impresos, salvo que en el liceo A no hay adolescentes que lean todos los días. Esta conclusión fue “un hallazgo valioso”, según Diel, porque se contrapone a lo que indica la literatura sobre el tema. Por lo general, se ha sostenido que “a mayor nivel socioeconómico, más hábitos de lectura; a mayor nivel educativo de los padres, más hábitos de lectura; a más hábitos de lectura, mejor rendimiento en las pruebas de lenguaje de PISA”, y su investigación plantearía una primera duda sobre estas afirmaciones.
Particularmente, en el estudio “no se encontró asociación entre la frecuencia de lectura (en cualquiera de sus soportes) y las calificaciones obtenidas en la materia Idioma Español; una relación en la que la literatura sobre el tema suele insistir”. Diel agrega que “si bien se espera que haya cierta concordancia, la calificación obtenida en Idioma Español no necesariamente implica que el estudiante tenga un buen desempeño en una prueba tipo PISA”.
Plataformas de lectura digital
18,5% de los adolescentes del liceo B utilizan los recursos disponibles en la biblioteca del Plan Ceibal, mientras que 0% de los estudiantes del otro liceo usan el recurso. Wattpad, una plataforma web para lectores y escritores, y los blogs también son mucho más frecuentes en el liceo B que en el A, aunque con un poco menos de popularidad que la biblioteca de Ceibal. Según Diel, esto podría explicarse “por la incorporación de dicha herramienta en las planificaciones anuales y en los programas nacionales de materias como Idioma Español. También se podría explicar por la concordancia con el uso de las computadoras otorgadas por Plan Ceibal”.
Los resultados del trabajo de Diel indican que “a la hora de leer por placer, los estudiantes tienen una clara preferencia por los libros en papel en lugar del soporte digital”. Según comentó el investigador “quizás hay toda una dimensión fetichista del objeto, está presente la idea de la erótica que despierta el libro”, y agregó: “Muchos adolescentes me mostraban sus bibliotecas llenas con orgullo, o me explicaban que compraban libros que ya habían leído en digital pero los querían tener, porque el objeto libro presenta una dimensión sensorial muy importante”. Además, aventuró Diel, esta inclinación hacia el libro de papel puede ser también “producto de que ellos son educados en instituciones donde los docentes sostienen mucho más el apego al libro, podría ser una explicación”.
Los adolescentes con los que trabajó Diel encontraron muchos defectos en el soporte digital, incluso algunos rechazaron completamente la lectura digital, mientras que el soporte impreso “no presentó más que dos desventajas importantes: el precio de los libros y la ocasional falta de practicidad para transportarlos”. Además, durante las entrevistas los adolescentes comentaron que la tecnología es una “fuente de distracciones”. Según comentó el investigador, “la lectura en digital pasa a ser mucho más fragmentada y no hay jerarquización. En internet se pierde un poco el principio de autoridad y se encuentran muchas veces textos apócrifos, y los adolescentes se dan cuenta de que hay un salto en la narrativa”.
Sin embargo, para los adolescentes el mundo digital es imprescindible para socializar la literatura. Grupos de debate, maratones de lectura, reseñas en Youtube e Instagram son algunos de los formatos en que los jóvenes comentan lo que están leyendo. “La gente sigue teniendo la idea de que la lectura es una tarea individual, pero yo sostengo en esta investigación, junto con otros autores a nivel mundial, que la lectura es una actividad sociocultural; se va a leer más en la medida que haya un contexto que estimule a leer, que haga preguntas y presente novedades. Lo social influye muchísimo en la lectura”.
Literacidad ≠ Alfabetismo
Diel comentó a la diaria que hay una discusión en torno al término literacidad. “El uso de la denominación ‘literacidad’ en lugar de ‘alfabetismo’ no es ingenuo. Responde a una intencionalidad de evitar las concepciones mecánicas de la lectoescritura (leer sería meramente verbalizar la grafía), la asociación inmediata con la instrucción formal y escolarización, y busca desligarse de la connotación social negativa sobre el ‘analfabeto’”.