La primera etapa de habilitación que definió el gobierno para el regreso de las actividades presenciales educativas comienza el 1º de junio e incluye a las escuelas especiales de todo el país. En la conferencia de prensa del jueves 21, Robert Silva, presidente de la Administración Nacional de Educación Pública, aclaró que el proceso en las escuelas especiales se hará “de forma paulatina, atendiendo las características de estos centros educativos”.

En diálogo con la diaria, Graciela Riotorto, inspectora nacional de Educación Especial, aclaró que a sabiendas de un anuncio inminente, maestras, directoras e inspectoras ya habían armado un plan de retorno. La idea, comentó, es “empezar por el interior, donde ya hemos evaluado las condiciones de esas escuelas. Se empezaría por los departamentos en los que no hay ninguna situación de coronavirus, garantizando todas las condiciones sanitarias; luego, gradualmente podemos seguir con el resto de las instituciones y terminar en las de Montevideo”. La inspectora puntualizó que hay 81 escuelas especiales en el país y 26 están en la capital.

Para Riotorto no es lógico que empiecen todos los niños; incluso, indicó que “en las escuelas donde hay niños con situaciones de salud muy delicadas es imposible reabrir hasta que las condiciones sanitarias no sean las óptimas, porque esta población no debería de salir de sus casas. Tenemos que hacer otros análisis, y en función de cada realidad tendremos que incrementar las medidas de higiene para que la reapertura de buena parte de los centros sí sea posible”.

El plan, por ahora, es que los niños de primero a tercero vayan a clases lunes y martes, que el miércoles se limpie en profundidad y que jueves y viernes vayan los niños de cuarto a sexto, con el objetivo de evitar las aglomeraciones y mantener las distancias. Para Riotorto, teniendo en cuenta la cantidad de niños que hay en cada clase y que no va a ir toda la escuela al mismo tiempo es posible mantener las distancias.

Un plan de tres etapas

Riotorto explicó que desde el 16 de marzo, cuando las escuelas cerraron, la inspección nacional y el resto de la comunidad de escuelas especiales comenzaron a idear un plan que terminó dividiéndose en tres etapas. La primera duró hasta el 16 de abril aproximadamente y consistió en contactar a todos los estudiantes, algo que “no fue fácil”, detalló la inspectora, porque muchos padres cambian de número de teléfono seguido y los datos que tenía la escuela no estaban actualizados.

“Pensamos que en algún momento la presencialidad va a volver a ser efectiva para todos los niños, pero también entonces queremos que la virtualidad siga ocupando un lugar importante”.

Llevó un tiempo pero lograron contactar a 100% del estudiantado, lo que no significa que todos sigan las actividades de forma virtual. La inspectora explicó que tienen estudiantes que se conectan a diario, pero otros lo hacen con distinta periodicidad, y eso es algo que “preocupa”.

La segunda etapa de virtualidad consistió en “generar dinámicas específicas para el trabajo desde casa”, lo que a su vez implicó trabajar con los padres. Riotorto detalló que Whatsapp “fue lo primero que funcionó para todos; costó ir enganchando porque no todos tenían buena conectividad, ni equipos en buen estado, y hubo que ser muy flexible con los horarios”, pero fue posible organizarse. A través de la plataforma Crea y con tutoriales que suben maestras y profesores especiales se buscó llegar al objetivo de garantizar “un aprendizaje de calidad, a pesar de las condiciones”, puntualizó Riotorto.

La inspectora comentó que cuando los padres iban a buscar el alimento, las maestras se tomaban unos minutos para entregar cartillas personalizadas con ejercicios para cada estudiante y explicarle al adulto cómo podía ayudar. También les brindaron materiales que había en las escuelas. Extremando las condiciones de higiene, cada niño recibió una bolsa de materiales pedagógicos, libros y juegos para complementar el trabajo virtual.

En la tercera etapa, que comenzará a partir del 1º de junio, las escuelas especiales se preparan para compaginar presencialidad y virtualidad. “Cuando los grupos vayan dos días a la semana, por tres horas, van a tener que convivir ambas modalidades y la tecnología va a oficiar de complemento del tiempo pedagógico. Pensamos que en algún momento la presencialidad va a volver a ser efectiva para todos los niños, pero también entonces queremos que la virtualidad siga ocupando un lugar importante, como extensión de los tiempos pedagógicos”, explicó la inspectora.