El programa de Maestros Comunitarios (PMC) cumple 15 años y, más allá de su trayectoria, la iniciativa del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) se consolidó este año como el nexo entre las familias y las escuelas, cuando la emergencia sanitaria obligó a los docentes de aula a limitarse a la virtualidad, según su coordinadora, Ana Celia Lepera. “Se evidenció el trabajo que se hace desde hace muchos años. Siempre se estuvo ahí, entre la comunidad, la familia y la escuela”, dijo en diálogo con la diaria.

Este año hay 533 maestros trabajando en 301 escuelas, que alcanzan a unos 15.000 niños. Los maestros comunitarios trabajan con dos objetivos en mente: “restituir el deseo de aprender en los niños” que tuvieron experiencias que marcaron negativamente su proceso de aprendizaje y “recomponer el vínculo de la familia y la escuela”. Por eso entienden fundamental el trabajo pedagógico no sólo con los niños sino también con sus adultos referentes.

Para eso parte de las tareas habituales de los maestros comunitarios es el trabajo en las casas de los niños. En la línea de alfabetización en hogares es común que tanto niños como adultos incorporen hábitos de lectura junto con el docente. También se encargan del trabajo con niños extraedad o que tienen dificultades para la integración en grupo, ya sea por aspectos vinculares o por dificultades en la apropiación de los aprendizajes.

“Ahora, durante la emergencia sanitaria, si bien los maestros fueron a los hogares, fue un encuentro para contactarlos, no tanto para centralizar el trabajo dentro de la casa. Pero incluso así, se siguió trabajando todo este período con la familia y los niños, buscando diversas estrategias. Recorrieron siempre el barrio y la escuela estuvo abierta. Por ejemplo, como parte de los objetivos es extender el tiempo pedagógico en las escuelas de tiempo simple, a lo mejor el niño iba dos veces a la semana con su maestra de aula y un tercer día iba a la escuela con un adulto, y ahí trabajaban con el maestro comunitario”, detalló Lepera.

Pablo Caggiani, consejero del CEIP electo en representación de los docentes, destacó que este año los maestros comunitarios tuvieron que hacer “la vigilancia de situaciones en que ya se sabía que había vulnerabilidad de los derechos de los gurises, por situaciones de violencia o familias muy castigadas desde antes de la pandemia por situaciones de pobreza”.

Destacó que los maestros comunitarios tuvieron un rol importante en “sostener una situación inédita desde el punto de vista de la desescolarización”. Caggiani señaló que a fines de marzo, a dos semanas de suspendidas las clases presenciales, 4,5% de los estudiantes no registraba actividades escolares, pero que la cifra se redujo a 1,5% en abril, semanas después de que comenzaran a trabajar los maestros del programa. “Son niños que no se vinculaban ni por Crea, ni por Whatsapp, ni a través de las tareas que se entregaban cuando iban a retirar la alimentación, pero con el trabajo de los maestros el número bajó”, destacó, y dijo que la labor “no es mensurable en lo que pesa en la vida de los gurises”.

Cuerpo a cuerpo

Sin contar con la presencialidad como su aliado, durante la pandemia los maestros comunitarios siguen ideando estrategias para acercar a la comunidad a pesar del distanciamiento social. Por ejemplo, contó Lepera, armaron talleres para explicarles a las familias cómo debían conectarse a las plataformas e idearon, junto con los maestros de aula, distintos materiales para entregar en el momento en que los adultos iban a retirar las bandejas. “Fueron muy creativos al usar diferentes elementos que los pudieran vincular de una manera u otra desde el punto de vista pedagógico con los niños”, destacó.

De la creatividad que tuvieron que aplicar en los últimos meses surgieron iniciativas “muy lindas”, según la coordinadora, que mencionó como ejemplo el espacio en las radios comunitarias de todas partes del país, “donde se lograba un intercambio con las familias, la maestra comunitaria iba y hacía una entrevista o leía cuentos, o en un momento se mandaban pregones entre los niños para saludarse. En otros lugares aparecieron maestras youtubers que subían contenido para los niños, y en una escuela de Dolores, en Soriano, esto llegó hasta las madres, que se pusieron a hacer tutoriales para toda la comunidad de los más diversos temas”.

Además, el rol del maestro comunitario se puso de relieve en situaciones complicadas para las familias. “En este tiempo de emergencia sanitaria la única institución que quedó en el barrio fue la escuela, entonces el maestro comenzó a tener un rol de unión de muchas iniciativas. En Casabó, donde hay un nodo de trabajo comunitario importante, los maestros facilitaban el acceso a las ollas populares, y en otros lugares eran el nexo para que lograran ser atendidos en los centros de salud”, detalló Lepera.

“En estos meses han demostrado todo lo aprendido en estos 15 años. La figura del maestro comunitario siempre estuvo muy bien vista, pero es importante en este momento porque se demostró que son necesarios, porque han cambiado la forma de entender la escuela fusionada con la comunidad”, subrayó la coordinadora.

Tema de presupuesto

Lepera aseguró que el plan a futuro es “seguir consolidando el programa” en las comunidades tanto como dentro del CEIP. Considera que es importante aumentar la cantidad de cargos de maestros comunitarios para que en la mayoría de las escuelas pueda trabajar una dupla docente. Asimismo, también está en el debe profundizar en la formación específica de la tarea del maestro comunitario; hasta ahora avanzaron en cursos de formación permanente por medio de Ceibal, donde se profundiza el uso de tecnología en los contextos en que trabajan los maestros comunitarios. Sin embargo, sigue siendo una materia pendiente en la formación docente básica.

Más allá de que Lepera no participa directamente en la discusión presupuestal, sabe que el programa cuenta con el apoyo de las autoridades del CEIP tanto como de las del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública y, según comentó, no se le ha comunicado sobre ningún posible reajuste que afecte al programa.

Sin embargo, Caggiani planteó que tiene cierto “temor” de que “el PMC sea el lugar donde alguna autoridad ha hablado de que hay que racionalizar o evaluar”. Se refiere a que la propuesta de Codicen para la elaboración del presupuesto quinquenal plantea que la variable para determinar el nivel del presupuesto es “el volumen salarial” y que “dentro de los salarios, particularmente las horas de docencia directa y las acciones sobre certificaciones médicas, suplencias y horas de apoyo” son los factores en que se puede incidir.

Más allá de que los docentes tienen un grupo a cargo, las horas como maestros comunitarios no se comprenden como docencia directa, en tanto se hacen a contraturno y con todos los estudiantes de la escuela, por lo que, según el consejero “pueden ser considerados horas de apoyo”.

El proyecto de presupuesto detalla que para horas de apoyo la ANEP destina 1.427 millones de pesos anualmente, de los que cerca de 1.100 millones son para horas de apoyo en el CEIP. “En momentos en que hay que invertir más en mitigar los efectos de la pandemia, que se esté mirando el PMC da cierto nerviosismo”, expresó, y opinó que es “muy probable que estén considerando el PMC o Trayectorias Protegidas, que destinan horas docentes orientadas a los estudiantes más vulnerables”. Trayectorias Protegidas es un programa que funciona de agosto a noviembre y atiende en forma personalizada a los alumnos que no adquirieron la lectura o la escritura.

Caggiani señaló que la elaboración presupuestal todavía “no ha sido tema de trabajo del CEIP, estando a 10 de agosto”, y cuestionó que se está tratando el tema “con bastante opacidad”.