El proyecto R-ubic del Centro de Regional de Profesores (CERP) del Centro y la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar) apuesta a favorecer el desarrollo de estrategias investigativas en futuros docentes en el marco del aprendizaje ubicuo.

El origen del proyecto se remonta a 2011, cuando los profesores de Didáctica de Biología en el CERP del Centro ‒que depende del Consejo de Formación en Educación (CFE) ‒, les propusieron a sus estudiantes no sólo idear un proyecto de investigación sino llevarlo a cabo. Luego siguió creciendo con otros docentes de Didáctica de otras carreras, hasta terminar en 2020 con una propuesta en conjunto con docentes de la Udelar, financiados por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).

El objetivo principal, explicó Claudia Cabrera, una de las docentes del proyecto, es incentivar las estrategias investigativas. “Tiene que ver con cómo se concibe la formación de un profesor hoy. Queremos formar profesores que sepan manejar algunas de las estrategias de la investigación, que tengan las competencias para leer y decodificar una investigación que les aporte conocimientos nuevos sobre su práctica, que aprendan a buscar papers, buscar información validada científicamente, a qué sitios entrar y cómo jerarquizar la información. Sólo de esa manera van a poder mejorar su práctica y van a poder trasladar esos conocimientos a los adolescentes”, dijo.

Pero los docentes no sólo notaron que los estudiantes de profesorado debían aprender cómo investigar, sino que evaluaron la necesidad de incorporar las nuevas herramientas tecnológicas en el proceso. “Si ellos no estudian utilizando la nueva tecnología, no van a poder enseñarla a sus estudiantes; si no estudian con nuevos métodos, no pueden enseñar de una forma diferente a la que se practica comúnmente”.

¿Qué es el aprendizaje ubicuo y cómo se incorpora al aula?

Fue en esta línea que decidieron incorporar el aprendizaje ubicuo en su proyecto. El teórico de referencia al hablar de este tipo de aprendizaje es Nicholas Burbules, doctor en Filosofía de la Educación y profesor de la Universidad de Illinois en Estados Unidos. Es conocido internacionalmente como un referente en nuevas filosofías educativas y suele plantear en sus libros y conferencias el desafío de pensar cómo utilizar las nuevas tecnologías con propósitos de la enseñanza.

El postulado principal del aprendizaje ubicuo es que los seres humanos aprenden en todo lugar y en todo momento, y logran evolucionar y adaptarse a nuevos medios porque pueden aprender. “Que hoy en día aprendés en todo momento y espacio, que el aprendizaje trasciende ampliamente los formatos educativos, lo sabemos todos. El tema es cuando lo educativo se apropia de ese concepto para potenciarlo”, subrayó Cabrera.

Con esta filosofía de aprendizaje, puntualizó la docente, “las instancias sincrónicas con los estudiantes son para coordinar y amalgamar los resultados obtenidos por las distintas partes, el objetivo siempre es crear algo nuevo basado en lo que hizo cada uno”. En el caso del proyecto en particular, los estudiantes debían avanzar en sus grupos con la investigación y las instancias con el equipo docentes eran de puesta en común.

“Esto que parece una obviedad hay que enseñárselo a hacer a los estudiantes de profesorado, no sabían cómo cambiar su rol en la clase. Lo que hicimos fue trabajar mediante entrevistas personalizadas: los docentes se reunían con cada grupo por separado en vez de con toda la clase, y eso fue algo que los estudiantes marcaron como muy importante. Eso también es ubicuidad, poder reunirse con los docentes de forma individual, no con la clase completa, sino en entrevistas con el subgrupo de investigación”, detalló.

Aprender en todos lados implica también incorporar herramientas de trabajo colaborativas, algo a lo que, según Cabrera, los estudiantes de profesorado no siempre están acostumbrados. “Les pedimos que usen documentos compartidos para la redacción, que cada uno avance cuando pueda, pero en un lugar donde todos los demás puedan verlo”, dijo. A su entender “es muy bueno” cuando pasan ese conocimiento a los adolescentes, que ya desde el liceo comienzan a trabajar de esta forma.

Parte del proceso del aprendizaje ubicuo se emparenta con el del aula invertida, explicó Cabrera: “Le aportamos a los estudiantes diferentes materiales, siempre con un componente tecnológico como videos, textos multimedia, múltiples cuestiones que ayudan a orientar la navegación que ellos mismos pueden hacer en internet. Siempre el objetivo es que tengan cada vez más autonomía para evitar lo que algunos autores llaman el naufragio en internet”. Con esa forma de proceder, las clases presenciales o sincrónicas “se dedican a la sustancia”, a aclarar las preguntas que al estudiante le genere ese recorrido por distintos caminos.

“El aprendizaje ubicuo es entender que el otro puede aprender por su propia cuenta, en otro lado, pero sobre todo entender que hay algo que sólo puede aprender con el docente, y es en eso en lo que hay que concentrarse”, dijo la docente.

El rol de la tecnología en el aprendizaje ubicuo

“La tecnología potencia el aprendizaje ubicuo ampliamente”, dijo Cabrera, y agregó: “No se puede pensar sin tecnologías porque hoy cualquier acción en la vida está habilitada en el celular, ya ni computadoras necesitamos; las tecnologías abren un panorama de mayor acceso al conocimiento. Pero no podemos olvidar que los estudiantes necesitan aprender a acceder a esos lugares de forma autónoma, ayudarlos en ese proceso de búsqueda para que el día de mañana busquen solos, ese es el rol del docente”.

La tecnología se usa para favorecer los aprendizajes, “si no, no tiene sentido”, destacó Cabrera. Afirmó que al darles autonomía a los estudiantes se genera una “sinergia colaborativa entre estudiantes y docentes y las tecnologías median en eso, son facilitadoras, pero desde un pienso que trae el docente”.

Esta forma de trabajo “genera enormes desafíos” tanto para los estudiantes como para los profesores, porque al habilitar la búsqueda independiente el alumno siente que esta es inabarcable, y el docente se encuentra también con muchas cosas que ignoraba. “La verdad es que esta metodología de trabajo nos pone en una situación incómoda, hasta que nos damos cuenta de que es maravillosa: el poder darse el permiso de no saber, que el docente acepte que tiene mucho que aprender de los estudiantes pero sin olvidarse de que siempre es el docente el responsable de generar el clima para que eso ocurra”.