El Abrojo, organización de la sociedad civil referente en la ejecución de proyectos socioeducativos, presentó un libro en el que se relatan historias de vida de niños y adolescentes que en distintos momentos pasaron por proyectos gestionados por la organización y que estaban “a la intemperie de lo social”. Concretamente, desde el programa de infancia y adolescencia de El Abrojo se generó un espacio de intercambio llamado Tentativas y en ese marco se gestó Ficciones verdaderas, un libro que fue coordinado por la socioanalista y doctora en Educación Carmen Rodríguez y por la psicoanalista y doctora en Filosofía Ana Hounie, con la participación de diez escritores.

Tres de ellas, Estephany Aurelio, Soledad Brandon y Eliana Berruti, hablaron en la presentación, realizada la semana pasada, y explicaron que el libro surgió de la búsqueda de que “el pensamiento colectivo pudiera acoger algo de lo que surgía en los diálogos con estos niños, niñas y adolescentes”. “Buscábamos modos de pensar la práctica y de pensar cómo la práctica también nos trata a nosotros”, resumió Berruti.

Por su parte, Brandon contó que el título del libro se inspira en el poeta brasileño Manoel de Barros, quien plantea que “hay historias tan verdaderas que parecen inventadas”. Según agregó, las siete historias de vida narradas se cuentan desde lo que la argentina Graciela Frigerio llama “los oficios del lazo”: “Lo que desde nuestros trabajos como educadores, psicólogos, artistas, maestros, trabajadores sociales realizamos como una experiencia que se construyó de manera artesanal en unos encuentros que buscaban generar un espacio y un tiempo para que algo diferente ocurra”, explicó

Según Aurelio, buscaron “hacer cosas con palabras” y “entablar conversaciones con la palabra como forma de intercambio”, con la intención de que también “emerja lo no dicho”. En el libro se cuenta que los autores se preocuparon especialmente por preservar las identidades de los protagonistas de las historias, por “eludir el lenguaje etiquetador y clasificador” hacia ellos y también por “evitar el autoelogio” sobre el trabajo de los profesionales que intervinieron. En suma, buscaron “obviar el discurso tecnocrático” y no detenerse a la hora de dar lugar a las metáforas, imágenes y emociones.

Políticas públicas

En la presentación del libro, que fue parte de los festejos por los 33 años de El Abrojo, el docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y uno de los comentaristas, Dalton Rodríguez, asoció el título de la obra con “algo que tiene que ver con presenciar lo real y lo inexistente, basado en dar cuenta de lo que vivieron los autores de manera auténtica”. En suma, vinculó el sentido con el que se usa la noción de ficción con la idea de “algo que se quiere construir con la mente y el corazón para que suceda”, de Paulo Freire.

Por su parte, señaló que el libro interpela a los lectores “con un relato que hoy entra en escena y en disputa con otros que intentan pensar estos fenómenos de manera distinta”. “Esos relatos se expresan en políticas que tienen que ver con la voluntad de la gente”, completó.

Marcelo Ventos, director de la organización de la sociedad civil IPRU, dijo que en cada una de las siete historias del libro logró encontrar “un proceso histórico de diseño, desarrollo y evaluación de nuevas prácticas socioeducativas en políticas públicas con niños, niñas y adolescentes en la periferia urbana de Montevideo”. “Podemos remontarnos 30 años atrás y ver tímidamente la demanda de la sociedad civil, que comienza a exigir la presencia de un Estado diferente a la Policía represora y violenta con los adolescentes de los barrios pobres”, completó. Según recordó, en ese momento surgieron las primeras acciones para esa población que fueran “diferentes a la escuela y el liceo o a la internación por abandono o infracción a la ley”, como el Programa Calle en Ciudad Vieja o los clubes de niños en la periferia.

En suma, Ventos consideró que el libro “devela con mucha crudeza lo multidimensional e histórico de la situación que padece” esta población, además de “lo fragmentado o poco y nada integradas que siguen estando las políticas públicas, a pesar de los múltiples intentos realizados” en los últimos años. Según agregó, hoy en Uruguay no existe un sistema de protección y promoción a la niñez y la adolescencia, que “sólo existirá si logramos concretar nuevos arreglos institucionales estatales y de sociedad civil que exijan un nuevo acuerdo social, que incluya lo tributario”. Asimismo, dijo que el libro también ratifica el aporte que tienen para hacer las organizaciones “que tienen como misión lo común y lo público, en tanto tensionan los límites de lo normatizado por el Estado, a favor de más protección y promoción”.

Formas de enfocar

Otra de las comentaristas fue la docente de la Facultad de Ciencias Sociales Sandra Leopold, quien valoró que “cada uno de los relatos está poblado de conversaciones” y por niños, adolescentes y adultos “que se suceden en un tiempo y en un lugar de encuentro que parecería suspender, con más o menos durabilidad y fortaleza, los efectos de la intemperie”. “El libro trata del trabajo con niños, niñas y adolescentes en proyectos, programas y políticas destinadas a los sectores pobres y extremadamente pobres de la sociedad. Pobreza que las y los autores refieren como una de las fuentes más evidentes de la infelicidad”, señaló.

En suma, Leopold dijo que en general la pobreza se asocia a “datos estadísticos, guarismos o modos de medición” y que “el sufrimiento que ella conlleva es una dimensión mucho menos enunciada”. Sobre esa dimensión, agregó que la obra “nos recuerda que nacer y crecer o salvar el cuerpo no alcanza para garantizar la vida ni para asegurarles a niños, niñas y adolescentes un lugar de pleno derecho en el vínculo social”.

Leopold analizó que el libro habla de “un mundo de relaciones pobladas de contradicciones y paradojas”, y por eso “el refugio puede albergar la soledad” y la protección puede pasar por “el descuido y la intemperie”. “Recuperar la dimensión relacional constituye un aporte a valorar, la existencia sólo adquiere sentido si se puede ser parte con otros. Máxime cuando se escuchan voces que refieren a un mundo en el que parecerían no existir relaciones sociales ni políticas, sólo hechos aislados, inconexos y apolíticos. Incluso así llega a pensarse la pobreza, como si la suerte de los pobres no estuviese ligada, por ejemplo, a la suerte de los ricos”, valoró.

En ese sentido, Leopold sostuvo que Ficciones verdaderas “refiere a una práctica que piensa al mundo como algo transformable” y que “la práctica de los educadores supone una búsqueda, una posibilidad, una probabilidad de que algo devenga en otra cosa diferente a lo que es hoy”.