Por el momento no hay fechas claras para el regreso a la presencialidad en secundaria. Mientras tanto, los adolescentes ya no saben más qué hacer entre cuatro paredes. Deberes, clases a distancia y poca sociabilización. “Desamparados”. Así se sienten Mariano, Martina y Zoe, estudiantes del liceo IAVA, al ser consultados sobre en qué situación se encuentran. Los liceales coincidieron en que se sienten relegados por las autoridades educativas, tras dos meses y tres semanas de educación a distancia.

“Hay pila de adolescentes que están teniendo problemas de salud mental, nadie se nos acerca del liceo a preguntarnos cómo estamos. Si alguien deja la clase, nadie nos pregunta por qué lo hizo. Nos soltaron en el mar para ver si nadamos”, reflexionó Mariano, de 17 años.

Por su parte, Zoe, de la misma edad, dijo que el programa de secundaria no está preparado para una educación virtual, porque “las orientaciones que tienen práctico no se están pudiendo dar”. “Sentimos que hay un abandono; nos preocupa la brecha social que se está creando por estas nuevas medidas que vivimos nosotros. Las clases de apoyo, por ejemplo, no se están dando”, agregó. Los chiquilines se sienten en plena “incertidumbre”.

Entre los anuncios del miércoles 2 de junio no hubo noticias sobre la vuelta a la presencialidad en la educación media. La idea del gobierno es que antes del regreso a las aulas la gran mayoría de los adolescentes estén vacunados contra el coronavirus. Este miércoles comenzó el proceso para jóvenes de entre 12 y 17 años, que van a recibir dosis de Pfizer-Biontech. A la noche de este miércoles había cerca de 170.000 adolescentes agendados, de un universo de casi 300.000.

El titular del Ministerio de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, afirmó que el objetivo “es que, cumplidas estas semanas de iniciado el proceso de vacunación, inmediatamente después de las vacaciones podamos estar reiniciando de una manera muy significativa el funcionamiento de los liceos y de los establecimientos de UTU”.

La Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP) recomendó la vacunación en adolescentes porque “la dinámica de la transmisión a estas edades muestra que se comportan igual que los adultos jóvenes, pueden contagiarse y contagiar en la comunidad”. En ese sentido, indicaron que a medida que los grupos de mayor edad “se van protegiendo por la vacunación o se van enfermando de covid-19, disminuyen los susceptibles y la infección se va desplazando a edades menores. Este fenómeno se viene observando en el mundo y también en nuestro país”.

La culpa en los jóvenes

La misma noche en que se anunciaron los regresos paulatinos de los niveles de primaria, Da Silveira sostuvo que los adolescentes son una población “clave en el manejo de la pandemia y, además, es clave en términos educativos, porque es una población que se mueve mucho y eso tiene consecuencias sobre el funcionamiento de la pandemia”. Sin embargo, en opinión de los liceales esto es una estigmatización: “Es la criminalización de la juventud”, observó Mariano mientras sus compañeras asentían con la cabeza.

En esto coincide el colectivo Familias Organizadas por el Liceo Público (FOLP). En diálogo con la diaria, Mariana Pais, vocera de la organización, dijo que “es un error” y que “evidencia desinformación” por parte del secretario de Estado, porque los especialistas han dicho repetidas veces que eso no es así. “Como siempre, [los adolescentes] quedan para atrás, quedan pagando los platos rotos, asumiendo la responsabilidad de controlar la pandemia, de bajar la movilidad”, apuntó Pais, y agregó que el gobierno y la sociedad “no dimensiona la gravedad” de que los adolescentes “no puedan acceder a sus lugares de estudio”. La integrante de FOLP considera que eso es “muy grave” y, a su vez, “preocupa mucho” el pensar en qué lugar se coloca a los jóvenes.

Esta organización se quejó de que el presidente de la Administración Nacional de la Educación Pública, Robert Silva, no los reciba en su despacho para hablar sobre la vuelta a la presencialidad. Además, se molestaron por la “poca creatividad e iniciativas” de las autoridades de Secundaria para reforzar la educación de los adolescentes y jóvenes. “Si este es el modo de responder a un colectivo de familias, nos alarma que el ‘ninguneo’ sea parte de lo cotidiano en el ámbito educativo que forma a nuestras adolescencias”, escribieron en una carta difundida esta semana.

En tanto, la SUP pidió en una declaración que no se culpe a los jóvenes, porque la culpa “va asociada a castigo, en cambio el involucramiento en las decisiones y acciones fomenta la responsabilidad, estimula y genera espacios de intercambio y conciencia que les permitirá sentirse partícipes de todo aquello que los involucra en cuanto a su cuidado y el de todos”.

Si bien el esfuerzo de los liceales está, no todos pueden hacerlo. Según informó Búsqueda, en mayo unos 192.196 estudiantes de secundaria, de un total de 217.704 matriculados, ingresaron a la plataforma Crea. “Hay un montón de gurises que están abandonando las clases. En mi clase, que somos unos 30, en los Zoom no llegamos a ser 20. ¿Qué pasa con esos otros diez compañeros? No se les pregunta dónde están ni nada. Creemos que hay un gran deje hacia nosotros y consideramos que está recayendo todo en las familias, y las diferentes circunstancias que llevan a que no todos tengan ese apoyo están generando que muchos compañeros dejen la educación. Es re grave eso, esta situación es peligrosa”, sostuvo Mariano.

Además, agregó que “un montón de cosas recaen sobre nosotros para solucionar cosas de las que no tendríamos nosotros por qué preocuparnos”. En tanto, Martina insistió en que “estamos en la incertidumbre total”, porque “es un tire y afloje constante” en el que “uno trata de cumplir lo que plantean pero después se dan vuelta y no sabes qué tenés que seguir”. “Hay mucha gente que tiene su derecho a la educación vulnerado”, manifestó.

“Está todo muy al azar y el liceo no toma una decisión, o las autoridades. Cada uno hace lo que quiere, y yo siento que en este momento los más perjudicados somos nosotros. A nivel gubernamental deberían fijar determinadas pautas para que sea algo más equitativo. No sentimos que nos estén escuchando”, lamentó.

Los liceales dijeron que quedó demostrado que el cierre de los centros educativos no es un factor fundamental en el control de la pandemia. “No puede ser que seamos los primeros en cerrar y los últimos en abrir”, señaló Martina. En ese sentido, los tres se quejaron de que los centros comerciales, iglesias y free shops hayan abierto y los liceos no. “La educación no es prioridad para el gobierno, vas a 18 de Julio y está lleno de gente”, aseveró Mariano.

Si bien desde Secundaria planean un cronograma para volver después de las vacaciones de julio, los liceales “no aguantan más”; sólo piden una presencialidad urgente, segura y responsable cuanto antes.

Las consecuencias del día a día en casa

Verónica Núñez, pediatra e integrante del Comité de Adolescencia de la SUP, dijo a la diaria que durante los últimos meses los adolescentes concurren a las consultas con muchas patologías del ámbito psicoemocional, como ansiedad, depresión, estrés, y con trastornos del sueño y de alimentación. “Nos cuentan que están estresados por la virtualidad y que muchas veces no pueden seguir las clases por internet y se sobreexigen y se estresan”, contó. Debido al encierro también hay riesgos de autolesiones, señaló.

Asimismo, indicó que los adolescentes se encuentran “bastante aislados”, dado que el centro educativo “los protegía de alguna forma”, porque “sus pares tienen una relevancia importante”.

Zoe asegura que “se perdió interacción social”: “Las redes sociales no cumplen ni la mitad de esas cosas, la virtualidad es mucho más falsa y efímera. Eso nos está afectando a la mayoría”.

Mariano sostuvo que si bien se perdió ese ida y vuelta con sus compañeros, persiste aún el contacto mediante las redes. “Se afianzó un poco más el contacto virtual. Nosotros estamos más acostumbrados a ese mundo digital, pero aun así se están vulnerando pila nuestras habilidades sociales”, expresó. Durante prácticamente casi año y medio de pandemia, los gurises sienten que perdieron “grandes momentos” que nunca volverán, como cumpleaños, juntadas o la realización de un viaje. Y eso, de alguna manera, los frustra.