Una de las tantas cosas que modificó esta pandemia es la forma de vivir la amistad entre las personas. Amigos con los que nos escribimos a diario pero que no vemos hace más de un año o, si los vimos en el correr del año, fue en contadas ocasiones. El vínculo se volvió remoto, pero también las despedidas.
Silvia Abram tenía 53 años. Llevaba mucho tiempo como maestra y hasta fines de mayo estaba enseñando a niños de primer año en la escuela 173 del barrio Campisteguy, en Las Piedras. El viernes 28 de mayo fue a la escuela por última vez. El domingo 30 comenzó a sentirse mal y llamó a la escuela para avisar que no concurriría al día siguiente. El lunes fue hospitalizada y permaneció allí hasta que el 12 de junio murió a causa de la covid-19.
Mientras Silvia pasaba su internación, un grupo de amigas, la mayoría maestras como ella, se iban enterando de lo que ocurría a través de los mensajes o llamadas que intercambiaban con su esposo e hijos. “Silvia dejó una huella en todos”, dijo a la diaria su amiga Verónica Sequeira, también docente. “Era muy comprometida, enérgica, tenía una gran vitalidad”, destacó.
Verónica y Silvia se conocieron hace cerca de 15 años en la escuela 172 del barrio Cobena, en La Paz. Con el paso de los años, ambas cambiaron de escuela, pero la amistad continuó. “La recuerdo primero por la calidez que tenía para nosotros, los compañeros docentes, y para sus alumnos. Siempre una palabra justa en el momento indicado. Siempre estaba sonriente, siempre alegre, intentando ver el lado positivo de las cosas y comprometida con su trabajo”, contó Sequeira. “Era una persona que no faltaba, que siempre se puso al hombro la institución, colaborando con la escuela, con los niños, se fijaba siempre en esos detalles en pos de esos chiquilines y principalmente en el contexto que trabajamos, que muchas veces los niños lo necesitan”, indicó.
Cuando el virus comenzó a circular en el país, las clases pasaron a tener que hacerse de forma remota. También cambió la forma de vincularse con sus amistades. “El contacto que teníamos era vía Whatsapp, por mensajes o videollamadas que hacíamos con nuestro grupo de amigas”, contó Sequeira.
Esas videollamadas y mensajes funcionaron como un “desahogo a esa situación en que todas nos veíamos sobrecargadas con el trabajo virtual”. “Sabemos que la situación en el trabajo virtual no se termina en las cuatro u ocho horas que estamos en la escuela. Siempre traemos trabajo a nuestros hogares, pero en la virtualidad era 24/7, porque estabas permanentemente conectado y trabajando para la escuela. Entonces el vínculo que teníamos era un desahogo”, señaló.
La enfermedad
Silvia fue internada. Su esposo y sus hijos debieron hacer cuarentena y tuvieron que hisoparse. En ese momento no había mensajes ni videollamadas, y la distancia se empezó a notar. “A partir de ese momento no tuvimos más contacto con ella”, relató Sequeira.
Para no agobiar a la familia, el grupo de amigas decidió que una de ellas fuera la que mantuviera el contacto con el esposo de Silvia para ir enterándose de las novedades. “También tratábamos de contenerlos, dentro de lo que podíamos hacer, porque ellos estaban en cuarentena. Estábamos a disposición y en permanente contacto para saber sobre el estado de salud de Silvia”, explicó.
Hay un lugar en el que la muerte se hace menos lejana: las fotos. El 12 de junio, familiares y amigos de Silvia se enteraron de que había fallecido. Una de sus amigas publicó algunas de sus fotos en Instagram: “Cuesta despedir a una amiga de tantos años, tantos momentos compartidos”. Era un mensaje de despedida, sí. Pero también era una forma de trascender la muerte.
Convalidación
El domingo 13 el presidente del Codicen, Robert Silva, escribió en Twitter que Silvia Abram no había contraído el coronavirus en la escuela donde trabajaba porque estaba convalidada, es decir que se había acogido a un mecanismo generado a raíz de la emergencia sanitaria que plantea 24 causales de salud que habilitan a los docentes a no impartir clases presenciales, y darlas, en cambio, de forma virtual.
Sin embargo, la información no era correcta. Ademu Canelones salió rápidamente a desmentirlo mediante un comunicado en el que recalcaban que Abram “estaba trabajando y en ningún momento de esta pandemia estuvo convalidada”.
Posteriormente, se divulgó un correo electrónico del inspector departamental de Canelones Oeste en el que reconocía haber cometido un error en la información brindada al Codicen. Desde Ademu Canelones confirmaron el mensaje del inspector.
Durante una recorrida por escuelas en San José, Silva aseguró este lunes que es “una triste noticia para el magisterio nacional el fallecimiento de una docente” y que hay que “honrar la vida en la de una colega que trabajó mucho, que era muy querida. Tenemos información de que la maestra se estaba desempeñando en la escuela, no estaba convalidada como a mí se me había informado en un primer momento y que, justamente, desde la virtualidad estaba siguiendo a sus estudiantes. Es una triste noticia, pero en honor a esa docente seguimos adelante, trabajando, sobre todo valorando el esfuerzo”.