“Tenemos todos los instrumentos necesarios para comenzar la transformación curricular en marzo del año próximo”, afirmó a la diaria el presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, quien especificó los documentos aprobados hasta el momento –en orden de aprobación–: el Marco Curricular Nacional, las Progresiones de Aprendizaje, el Plan de Educación Básica Integrada (EBI), el Reglamento de Evaluación del Estudiante y los programas.

La educación tuvo un año álgido: una reforma educativa que se comenzará a aplicar en 2023 con el rechazo de gran parte de los colectivos docentes y gremios estudiantiles. En el liderazgo político del proceso estuvo Silva, quien evaluó lo hecho en 2022 y proyectó el año próximo, que estará marcado por la implementación de los cambios y por el diseño de los tramos que estarán en marcha en 2024.

Distintos sindicatos han cuestionado el momento del año en el que se aprobaron los últimos documentos de la reforma educativa y en el que se realiza la elección de horas. ¿Falta tiempo para procesar los cambios?

Hemos tenido tiempos muy intensos, de muchísimo trabajo, y me siento muy congratulado de lo que hemos logrado. Y no lo logró Robert Silva ni los que nos sentamos en torno a esta mesa, lo logró un conjunto de docentes muy comprometidos, todos uruguayos, trabajando interinstitucionalmente: Primaria, Secundaria y UTU. Nunca había pasado en la historia curricular de este país. Es cierto que hubo tiempos intensos, plazos acotados para analizar y tratar de opinar sobre determinados temas, pero también es cierto que toda esta discusión la presentamos en agosto de 2020. Muchos creyeron que no llegábamos, y llegamos. Como esto es una transformación, que para nuestro criterio es mucho más que una reforma, es algo que llega para estar en permanente desarrollo, evolución y evaluación, adecuándose a las constataciones que se vayan desarrollando. Veremos qué pasa el año próximo y los aportes que recibimos.

Más allá de los tiempos de ANEP, varios sindicatos esbozaron la posibilidad de que la conflictividad se retome en el arranque de clases del año que viene. ¿Cómo ve esa situación, que también puede impactar en la aplicación de la transformación?

Tengo esperanza de que los sindicatos y los gobernantes tengamos una actitud de apertura. Nosotros la hemos tenido muchas veces, pero tengamos la sensatez necesaria para tratar de que nuestras decisiones y acciones impacten de la menor manera posible en el desarrollo de la educación. Si ya se está anunciando que va a haber conflictividad, debemos generar los mayores esfuerzos posibles para evitarlo.

Con los sindicatos estamos teniendo diálogo respecto de varios temas de salarios y presupuestales, pero también nos ha pasado que los convocamos, se sientan, plantean su tema, y cuando vamos a plantear los nuestros, se han levantado y se han ido. En la última instancia terminamos en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y, por ejemplo, no tuvimos respuesta sobre la elección de horas por tres años para profesores de Secundaria y UTU, que la hicimos igual.

Recientemente el Codicen resolvió que la educación sexual sea obligatoria en la currícula de séptimo y octavo grado de UTU. ¿Por qué se dio marcha atrás con la opcionalidad y en qué cambia que pase a ser un taller con el agregado de “salud” en el nombre?

Uno de los elementos para analizar la situación fue un estudio que nosotros mismos le habíamos encargado al Fondo de Población de las Naciones Unidas y tuvimos información clara respecto a la diversidad. Hubo insumos de variada naturaleza, entre ellos, que la permanencia de la propuesta curricular de un espacio destinado a esos efectos es considerada positivamente. Resolvimos dejarlo ante esa situación y la voluntad del organismo de no retroceder en avances que se han logrado en la materia, desde, por lo menos, 1985. Y se incorporó, a sugerencia de los equipos técnicos, el tratamiento de otras temáticas que los propios jóvenes solicitan, como las adicciones y la salud mental; por eso, se le puso Salud y Sexualidad. Se cuenta con docentes calificados y en Secundaria permanecemos con la lógica de los profesores referentes, con diez horas por centro educativo, y que lo abordan de una manera transversal. Creo que en toda la educación media deberíamos avanzar hacia un modelo de talleres como el que tiene la UTU.

Para eso se necesitarían más educadores sexuales.

Sí, y precisaríamos más recursos. No es mucho más, porque ya tenemos diez horas por semana, pero al tener talleres de dos horas semanales por grupo, son más horas.

La ATD de Secundaria denunció un “vaciamiento absoluto” de los contenidos de educación sexual en los programas, ¿cómo ve usted la bibliografía de referencia?

Francamente, no creo que haya un vaciamiento, si bien no soy experto en el tema. La educación sexual es una gran conquista del sistema educativo que tiene muchísimo tiempo de desarrollo y no vamos a ser nosotros los que lleguemos a disminuir esos avances. Al contrario, creemos que hay que llegar para quedarse y fortalecerse. Ante los planteamientos recibidos, los especialistas estudiaron y las orientaciones tienen lo que tienen que tener, en la medida que son orientaciones.

¿Cuál es el enfoque que deberían tener los docentes?

Muy participativo. En definitiva, darles mucho protagonismo a los propios estudiantes y atender la realidad de una sociedad que ha cambiado, desde las conceptualizaciones hasta las costumbres propias. Secundaria tiene un equipo consolidado, que viene de hace mucho tiempo y se mantiene, no hay un cambio. Los referentes de educación para la sexualidad entraron por llamados a aspiraciones, o sea que difícilmente puedas cambiar algo modificando o estableciendo orientaciones. Se apuesta a potenciar el tema.

En su momento, el Codicen introdujo varios cambios a la propuesta de programas de Historia que llegó desde el grupo de docentes que la elaboró. ¿A qué se debieron y cuál fue la versión final?

El que tuvo polémica es el de noveno grado. Los otros más o menos se mantuvieron. Tratamos de tener una línea cronológica y, a su vez, de hechos y profundizaciones de los temas que se fueran a abordar desde el espacio social humanístico, donde la historia está desde la educación inicial y primaria.

Cuando llegamos a noveno, que pretendía abordar Uruguay y su realidad en los siglos XX y XXI, nos encontramos con algunas cosas que entendimos que había que adecuar, en particular, en el abordaje de la historia reciente. Ahí se dejó la dictadura cívico-militar, que se dijo que se sacó. Creo que en el abordaje de este tema se discutió sobre cosas que no eran tales, y después se puso una falsa oposición: se dijo que se sacó a un autor y se puso a otro y, en realidad, no era ni una ni otra. Por ejemplo, no estaba mencionado el militarismo en séptimo, octavo y noveno, que se incluyó por lo que significó en la historia. Ahí no estaba la guerrilla, entonces se incluyó. No es que haya un detrimento del abordaje del tema, se procuró que el programa tuviera el abordaje de todos los temas de la mejor manera posible. Y lo mismo en la bibliografía: se entendió que siendo de 130 libros era muy extensa, y quedó de 30, en la que se dejaron autores, se sacaron algunos textos y se incorporaron otros. A veces, en la discusión pública se ponía que era bibliografía para el estudiante y no, es para el docente.

Finalmente, se incluyó un texto de Carlos Demasi, pero también generó críticas la inclusión de un libro de Julio María Sanguinetti y otro de Alfonso Lessa, que no son textos académicos. ¿Qué fundamento hay por detrás de estas incorporaciones?

Sanguinetti tiene varios libros, aquí se propuso incorporar uno. Creímos que las bibliografías para los docentes no exclusivamente tienen que tener libros académicos, sino otro tipo de publicaciones, que pueden ser ensayos o relatos y que, en definitiva, tengan como fuente documentación importante de la época. Se forman por la opinión de quien lo escribe, pero también ilustra a quien lo lee, para seguir profundizando su aprendizaje o ver documentos que no había visto en libros académicos.

Vinculado a lo terminológico, en un momento se optó por sacar la expresión “terrorismo de Estado”. ¿Eso se mantuvo en esta última versión?

No me acuerdo cómo quedó ahora. La discusión fue tratar de establecer todo el contexto de la dictadura cívico-militar, la violación de los derechos civiles, políticos, derechos humanos en general. No fue algo a propósito, de quitarlo con alguna intencionalidad oculta. Muchas veces estamos acostumbrados al listado pormenorizado y detallado de todos los temas a abordar, y obviamente que si uno aborda la dictadura cívico-militar, aborda el terrorismo de Estado, porque está en toda la bibliografía. Se debe abordar, el tema es que estos son programas que establecen los lineamientos generales para el desarrollo de competencias.

¿Qué plantea la propuesta de adecuación del estatuto docente de la ANEP y qué tiempo se manejará para su discusión?

Todavía no entró a sesión del Codicen, cuando llegue la estudiaremos. Lo bueno de esas propuestas es que tienen gran base en un memo que yo presenté en 2017 como consejero electo: por ejemplo, la creación de un grado 8, los cambios en los criterios de evaluación de los docentes, poner a texto expreso en el estatuto el tema del ascenso por antigüedad o por concurso, entre otras cosas. Creo que es necesario adecuar un estatuto de 1994. Esto es un gran mérito de la administración y de la comisión intersectorial que trabajó una propuesta que va a cambiar muchos de los criterios. Creo que, por lo menos, lo tenemos que discutir durante el primer semestre de 2023.

Con el reglamento de pasaje de grado preliminar sobre la mesa, la ATD de Secundaria había manifestado que tiene como “único objetivo” el egreso. ¿Cuál considera usted que es el objetivo de las modificaciones en la escala de notas, los exámenes y las asistencias?

Nuestro objetivo central con todo lo que estamos haciendo es lograr un impacto en el sistema educativo para que los estudiantes aprendan, no abandonen y culminen el ciclo educativo obligatorio. Pero lo central es que aprendan. Hoy las evaluaciones nos muestran que hay un elevadísimo número que no aprende por cuestiones curriculares, sociales, propias del sistema educativo que tiene otras dimensiones. Como consecuencia, abandonan y no culminan los ciclos educativos, y eso es un círculo vicioso que afecta severamente. A su vez, pretendemos la mayor profesionalización de nuestros docentes. Si no tenés docentes capacitados y formados para llevarlo adelante, es imposible. Ya tuvimos un curso con 440 inspectores, que capacitaron a más de 2.000 directores, y tenemos dos cursos ya abiertos para docentes, también masivos.

El calendario docente también está muy marcado por cuándo tienen que dar clases, tomar exámenes. ¿En qué tiempos se harán los cursos?

Yo no comparto el criterio de que para formarme me tienen que pagar, creo que los que somos profesionales nos formamos por ética, por desafío profesional y, en definitiva, por una necesidad indispensable para el ejercicio de nuestra tarea. Sin perjuicio, esperamos establecer plazos suficientes para que esas instancias de formación se puedan desarrollar en alguno de esos espacios donde la tarea educativa disminuye, ya sea semana de Turismo, el período de evaluación de julio, de setiembre, y después dentro de las tareas que se realizan: tenemos horas de coordinación, salas, que serán unas cuantas mensuales para que los docentes puedan reunirse y trabajar la transformación curricular a nivel de cada centro educativo.

Este año, y a poco de terminar las clases, se definió un cambio de reglas de juego para el pasaje de grado. ¿Qué evaluación hacen de esa medida?

Sobre todo en secundaria la evaluación es muy positiva, porque logramos el objetivo que queríamos: mantener a los chiquilines. Después de la pandemia, cuando uno habla con colegas de otros países o ve los asesoramientos internacionales, te dicen que los estudiantes no sólo aprendieron menos, sino que perdieron mucho de lo que habían aprendido antes, y que el objetivo central de un sistema educativo es mantenerlos. Ese fue el objetivo, sabiendo que tenemos problemas de aprendizaje, es cierto, y por eso generamos un conjunto de estrategias para favorecer esos aprendizajes. Por lo que me dice la gente de secundaria los resultados son muy buenos, porque se ha logrado retener a una cantidad de estudiantes y no interrumpir su trayectoria. De todas maneras, el bacalao se corta en febrero, que es cuando se ve si promueven.

Los datos de los monitores educativos de la UTU y Secundaria marcaron un aumento de la desvinculación interanual de los estudiantes, sobre todo, en 2021. ¿La medida responde a esa realidad?

Con la pandemia nos vimos afectados en la desvinculación y en la promoción. Sin perjuicio, mejoramos la promoción en secundaria y en la UTU. Secundaria tiene el estudio hecho de qué hubiera pasado si manteníamos el reglamento viejo y se demuestra que igual habría una pequeña mejoría. Hubo más mejoría con las nuevas reglas. Responde a esa realidad, propia de la pandemia, que tanto nos afectó. Una situación extraordinaria requiere soluciones extraordinarias.

¿Cómo cree que va a impactar la reforma en los docentes y estudiantes? ¿Va a prevalecer en el tiempo?

Tengo cifradas esperanzas de que va a permanecer en el tiempo y de que va a impactar positivamente. Muchas de las cosas que se están proponiendo en el cambio curricular se vienen discutiendo desde hace mucho tiempo en Uruguay. Por ejemplo, que la repetición no sea anual. En 1999, [Germán] Rama ya propuso que no hubiera repetición entre primero y segundo de escuela. Hay cosas que son buenas, que son necesarias y que tienen una génesis en la historia educativa de este país.

Además, va a impactar positivamente en las familias, que van a encontrar que hay una educación que ha cambiado, que apuesta al desarrollo de competencias, pero también en cuanto a lo metodológico, que es el gran desafío que tenemos junto con los docentes: se pasa a otro trabajo mucho más interdisciplinario a través de proyectos, de resolución de problemas, de debate. Lo otro que es positivo es la actuación coordinada y la articulación entre primaria, secundaria y la UTU. Que uno hable de una EBI de nueve grados no es lo mismo que una educación primaria de seis y una educación media básica de tres. Eso no es un cambio cosmético sino conceptual, en la génesis.

Es un proceso que comienza en marzo y requiere de multiplicidad de actores para que se vaya desarrollando. Están las condiciones dadas para comenzar, va a impactar favorablemente y tiene visión de futuro. En 2023 tenemos que trabajar por el [diseño del] segundo ciclo, que es tercero, cuarto y quinto de escuela, y se viene la gran transformación del bachillerato. El año que viene, la EBI tiene cuatro pilares fundamentales: continuar con la transformación curricular, la formación de los docentes, la generación de materiales y acompañamiento para los docentes, y la implementación. Podés tener preciosos documentos, pero si no llegan a las aulas, estamos en problemas, lo que ha sido parte de la historia de este país. Nosotros tenemos un gran desafío, hemos hecho un llamado público y tenemos 115 mentores; nuestros inspectores van a liderar este proceso, en febrero va a haber un proceso de formación intensivo para nuestros inspectores y fuerte protagonismo de los directores.

¿Se presentan dificultades locativas, teniendo en cuenta que habrá talleres simultáneos?

En la implementación vamos a tener dificultades, como en todo proceso nuevo. Las vamos a ir solucionando en la medida en que vayan aconteciendo. Muchas las estamos previendo, como lo de los talleres. A veces uno parte de una premisa equivocada, como que tengo que tener un espacio definido para la realización del taller. También encuentra direcciones que confeccionan los horarios y distribuyen las actividades para desarrollar la propuesta sin que se precise ampliación edilicia. Otras sí lo precisan y las vamos a atender. Según nuestro primer relevamiento, tenemos 8% o 9% de establecimientos de secundaria en los que atender ese problema.

El Parlamento otorgó 40 millones de dólares para la implementación de la transformación educativa, ¿es suficiente?

La plata es un problema siempre. Siempre precisás más. Construir salas en los centros educativos son millones de pesos, realizar acompañamientos específicos a los estudiantes es plata, la contratación de mentores o facilitadores para acompañar a las comunidades educativas es plata. En general, los recursos que necesitamos los tenemos, pero vamos a pedir recursos incrementales en la Rendición de Cuentas.

Lo otro que quiero decir sobre la implementación es que aprendimos de tiempos anteriores y nos dimos cuenta de que si hay alguien que no puede quedar afuera de un proceso de transformación y de cambio son nuestros inspectores y los equipos directivos. Nuestros inspectores son la reserva técnica de esta organización, son quienes llegaron por concurso, por llamados, y tienen que apropiarse de este proceso, aportar y ser actores protagónicos. Durante todo el año van a jugar un rol muy importante.

¿Cree que van a lograr esos recursos adicionales?

Creo que sí. El gobierno, y en particular el presidente de la República, han apoyado mucho la educación. Vamos a necesitar recursos para la transformación del bachillerato, también para continuar con los procesos de formación y ojalá podamos tener mayor extensión del tiempo pedagógico en liceos y en la UTU, en los centros María Espínola.

Silva y lo electoral

Un tema recurrente en todas las entrevistas es una posible candidatura presidencial dentro del Partido Colorado, por el que se postuló a la vicepresidencia en 2019, luego de renunciar a su cargo como representante docente en el Codicen. Si opta por el camino electoral, debería renunciar a la ANEP en octubre de 2023, pero por ahora no visualiza ese escenario. “Estoy en mi lugar en el mundo, me gusta mucho la función que tengo”, afirmó, y agregó: “Hoy trabajo por la educación, por la transformación educativa, meto muchísimas horas. Esta fue mi génesis y yo trabajé para estar donde estoy”. “Francamente, me proyecto trabajando por la educación”, concluyó.