La popularización de un chat de inteligencia artificial capaz de elaborar producciones textuales coherentes, con contenido, buena ortografía y sintaxis presenta debates e incertidumbres sobre el futuro inmediato en distintas áreas profesionales. Una de ellas es la educación, donde ChatGPT se convirtió en tema de conversación en salas docentes, grupos de Whatsapp y listas de correos de instituciones educativas.
La preocupación principal suele estar puesta en la evaluación. De hecho, muchos docentes se han sorprendido al colocar en el chat preguntas que suelen hacer en exámenes o parciales y ver que se logran resultados de aprobación. No obstante, los desarrollos de inteligencia artificial aplicados a la educación existen desde hace años y es seguro que se seguirán dando, cada vez a mayor velocidad. Distintos especialistas y docentes consultados por la diaria coincidieron en que, si bien es natural que los profesionales de los campos en los que esta tecnología entrará más directamente se sientan amenazados, también es necesario observar potenciales beneficios.
Rosalía Winocur es antropóloga y actualmente profesora grado 5 de la sección Lenguajes Multimediales y Tecnologías de la Comunicación de la Facultad de Información y Comunicación (FIC). En su carrera ha estudiado la apropiación y la relación que tienen distintos sectores sociales con las tecnologías digitales. Si bien afirma que tiene dudas similares a las de sus colegas docentes, considera que la respuesta a ChatGPT entre los profesionales de la educación se podrá clasificar en tres categorías.
Por un lado, sostiene que están los que tendrán una respuesta “persecutoria”, la que posiblemente esté primando en esta etapa en la que se están conociendo los alcances de esta tecnología. Según detalló, se trata de “actitudes defensivas” que tratan de “neutralizar” su uso en el sistema educativo, algo que consideró “natural” cuando cualquier persona o profesión se siente cuestionada.
En segundo lugar, habló de una postura de “negación”, que implicaría hacer como si la herramienta no existiera y “seguir como si no pasara nada”. Para Winocur, esta es “la reacción más peligrosa”, ya que considera imprescindible que los docentes entiendan que la inteligencia artificial es parte de la vida cotidiana y también afecta la forma en que los individuos se relacionan con el conocimiento.
En tercer lugar, dijo que habrá docentes que “acepten el desafío” e intenten que la nueva herramienta “se vuelva a su favor”. De todas formas, consideró que, en la medida en que el ChatGPT y sus usos se vayan conociendo mejor, las tres etapas irán “negociando” entre sí en cada docente. Justamente, consideró que la manera de entender de qué forma se puede lograr que este tipo de herramientas jueguen a nuestro favor es “un camino” que, seguramente, estará “lleno de piedras”. Para ilustrarlo, lo comparó con lo que ocurrió con la llegada de la pandemia de covid-19 y la apropiación paulatina de herramientas para las clases virtuales.
Un sentido
María Simon, exministra de Educación y Cultura y actual decana de la Facultad de Ingeniería (FING), señaló que en ese centro educativo desde hace años trabajan con proyectos de aplicación de inteligencia artificial para la resolución de problemas. Para Simon, este tipo de irrupciones tecnológicas son propicias para seguir pensando “qué queremos que la gente aprenda”, algo que los docentes y las instituciones educativas siempre se preguntan, según valoró. En ese sentido, entendió que cada vez tiene menos sentido pedirles a los estudiantes que aprendan contenidos de memoria, pero sí es necesario que tengan “criterio” para búsquedas de información. Según completó, en internet se encuentra información valiosa, pero también de mala calidad.
La decana argumentó en contra de la “fantasía” de que este tipo de herramientas de inteligencia artificial harán que las personas ya no tengan que aprender, y planteó que es necesario tener claro que dichas herramientas son elaboradas y alimentadas por humanos. Por lo tanto, sostuvo que es importante saber que pueden tener “sesgos” propios de esa forma de elaboración. En síntesis, Simon considera que los ciudadanos deben ser formados en la generación de habilidades digitales, pero también en la cultura científica, fundamental para entender “que no hay magia y no creer que todo es verdad”. Al respecto, agregó que la enseñanza de la matemática y de la lógica son útiles para ese objetivo.
Para la jerarca, también es importante la formación en aspectos éticos en el uso de esta tecnología, que incluyen la honestidad intelectual a la hora de evaluar, pero va más allá. Por ejemplo, Simon mencionó que debe evitarse que los algoritmos que programan estas herramientas sean discriminatorios o contribuyan a ampliar las brechas sociales.
Sobre cómo debería ser la formación con el apoyo de este tipo de tecnología, sostuvo que es necesario que la gente “entienda las cosas profundamente”, pero, al mismo tiempo, “que sea capaz de cambiarlas”. “Que se formen no sólo para el presente, sino para el futuro y también para ser capaces de cambiar el futuro”, dijo, y añadió: “No creo que uno le enseñe a la gente, porque uno no le pone nada en la cabeza, uno crea las condiciones para que aprenda”, y para ello sostuvo que es clave proponerle al estudiante la resolución de problemas y “que haga cosas que en lo posible sean desafiantes”.
Parte de algo más grande
Mauricio Olivera, docente grado 4 y compañero de sección académica de Winocur en la FIC, contó que antes de la pandemia realizaron una investigación que mostró que “desde hace rato” los estudiantes utilizan internet para estudiar y lo hacen de una manera distinta a la de generaciones anteriores. Por lo tanto, consideró que la popularización de ChatGPT simplemente “lo pone en escena” y añadió que la herramienta implicará cambios que irán mucho más allá de la educación.
Al respecto, citó un informe sobre el futuro de empleo que elaboró el Foro Económico Mundial en 2020, que asegura que el trabajo se está automatizando “más rápido de lo esperado”. En ese sentido, dijo que el informe prevé que para 2025 cerca de 85 millones de puestos de trabajo serán desplazados en medianas y grandes empresas, y que 80 millones de ellos serán reemplazados por inteligencia artificial. Entre los cinco rubros que tendrán más pérdidas se señala, en primer lugar, la educación, seguido por el periodismo, el diseño gráfico, las finanzas y la ingeniería en software.
Olivera explicó que por ello cada vez más empresas están interesadas en invertir en la aplicación de tecnologías digitales en la educación. Si bien mencionó que “la golosina” que siempre se pone es que ello permitirá reducir las tareas administrativas para que el profesional se pueda dedicar “a lo que realmente importa”, también hay que preguntarse “hacia qué organización colectiva la sociedad está yendo”.
En ese sentido, valoró que si el debate se centra en encontrar mecanismos y herramientas para que los estudiantes no copien en las evaluaciones, ello “no hace más que alimentar la dimensión de negocios que se está instalando desde las empresas”. En suma, dijo que ella implica “dejar la organización colectiva de la educación en manos de estas empresas que ya tienen proyectado un gran negocio”. Por lo tanto, valoró que, entonces, “el desafío que tenemos por delante es pensar como colectivo docente en un proyecto político educativo que contemple los cambios tecnológicos a partir de una apropiación que responda a los intereses propios y no a aquellos impuestos por las empresas”.
Olivera señaló que se debe tener presente que ChatGPT es un desarrollo de la empresa OpenIA, que en 2015 fue fundada por Elon Musk y Sam Altman. Además, dijo que en 2023 Microsoft invirtió 10.000 millones de dólares en OpenIA, cifra que se suma a lo que ya había invertido en 2019 y 2021. Según explicó, la multinacional está buscando “una ventaja interna en algunos sistemas de inteligencia artificial más populares y avanzados, mientras compiten con Google, Amazon y Meta”. “Quieren quedarse con el mercado”, resumió.
En una línea similar a la de Simon, el docente entendió que es una transformación que va más allá del aula y, por lo tanto, también “es necesario ponerle pienso a la política educativa”. Al respecto, valoró que puede ser relevante lo que se genere académicamente desde la Licenciatura en Ingeniería de Medios, una nueva carrera que están implementando la FING y la FIC, que cuenta con líneas de trabajo directamente relacionadas con estas temáticas: inteligencia artificial, accesibilidad, perspectiva de género y plataformas colaborativas.
Desde edades tempranas
Emiliano Pereiro, responsable del Área de Pensamiento Computacional en Ceibal, dijo a la diaria que ChatGPT por primera vez “nos hace pensar que podría llegar a pasar el famoso test de Turing, por el que un humano sería confundido con una computadora”. En ese sentido, consideró que “2023 será el año de la inteligencia artificial”, ya que seguirán apareciendo nuevas herramientas, por ejemplo, para la generación de imágenes o la transcripción de audio.
De todas formas, valoró que no hay que temer a este tipo de tecnología e hizo una comparación con el surgimiento de la calculadora, que “no dice qué problema hay que resolver”. También habló de otros desarrollos que sirven de apoyo en otras profesiones, como la tecnología que sirve a los médicos para diagnosticar cáncer u otras enfermedades a través de imágenes.
Según Pereiro, en el caso de la educación una de las claves pasa por pensar la inteligencia artificial con un sentido pedagógico, y con ChatGPT se abren múltiples posibilidades para ello. Según ilustró, se puede trabajar un autor de cuentos infantiles y pedirle a la aplicación que escriba un cuento con su estilo para luego compararlo con una obra de su autoría, o solicitarle que escriba a partir del lugar donde viven los niños. En suma, señaló que hace poco conoció una herramienta por la que a través de un holograma se pudo entrevistar a Charles Darwin y que generaba respuestas a partir de todos sus artículos científicos.
Por su parte, estuvo de acuerdo en que es importante que los estudiantes accedan a estas habilidades desde edades tempranas y dijo que es algo para lo que Ceibal está trabajando. En concreto, habló de un programa piloto sobre inteligencia artificial desarrollado en 2021 en Rivera. Además, contó que desde el año pasado está a disposición una secuencia didáctica para trabajar con la inteligencia artificial tanto en primaria como en secundaria y en UTU, que fue elaborada desde Ceibal. “Los chiquilines aprenden a entrenar un modelo, es algo muy básico, pero empiezan a adquirir estas competencias técnicas en inteligencia artificial. Por ejemplo, en un caso concreto entrenaron un modelo para Biología, donde catalogaban diferentes hojas de su entorno y después ese modelo reconocía la hoja que se le mostraba”, relató.
En suma, dijo que desde la agencia también trabajan en la formación de docentes en pensamiento computacional, del que la inteligencia artificial forma parte. Según detalló, la mayor parte de la oferta en ese sentido está disponible en la primera mitad del año.
Trascender el miedo
Para Fabricio González, gerente del Laboratorio de Investigación y Desarrollo del grupo Quantik, en un futuro no tan lejano el manejo de estas herramientas “va a ser imprescindible”. “El manejo de inteligencia artificial va a ser como saber usar Office”, dijo, y sostuvo que en unos años no saber utilizarlas será como pretender hacer una planilla de cálculo a mano. En ese sentido, recordó que cuando surgió el procesador de planillas Excel, en los años 70, fue vivido como una amenaza por los contadores y funcionarios administrativos, pero luego lo incorporaron a su tarea.
Según González, la industria está teniendo cambios muy fuertes que acelerarán todavía más la transformación digital. “Ya no es pasar del papel a la computadora, sino que, además, todos los trabajos repetitivos o que generan mucho tiempo y carecen de un nivel alto de creatividad o razonamiento van a poder hacerse muchísimo más rápido que antes. Ahí hay una oportunidad de redirigir los esfuerzos y nuestra capacidad humana para poder hacer cosas que la máquina no puede hacer”, reflexionó.
En particular, consideró que los docentes están en un momento en el que su rol está pasando hacia el de “guías” de aprendizaje. En suma, dijo que para los profesionales de la educación este tipo de herramientas presentan “una oportunidad muy grande de crear material muy variado” y hacerlo en forma rápida, e incluso se puede trabajar con la clase o ser utilizado para el diseño de evaluaciones.
Precisamente, los entrevistados coinciden en que el debate sobre el tema no debe centrarse en el mal uso que se le pueda dar para las evaluaciones. De hecho, mencionaron que la propia OpenIA ya presentó una herramienta para detectar si un texto fue elaborado con inteligencia artificial. Sin embargo, todavía presenta un nivel bajo de efectividad. Al respecto, Olivera y Winocur mencionaron que ChatGPT todavía no puede realizar citas académicas y que muchas veces no tiene conocimiento de los temas y recomienda acudir a fuentes primarias. De todas formas, valoraron que es muy probable que estos aspectos sean mejorados con la propia retroalimentación que dan los usuarios y quienes desarrollan la herramienta, que todavía está en una versión beta y gratuita.
En definitiva, Winocur lamentó que haya quienes piensen en los estudiantes como una masa uniforme que irá a utilizar la herramienta para salvar materias sin estudiar. Según dijo, es un supuesto que está por detrás de las posturas más persecutorias sobre el uso de estas herramientas. “Junto con ir a ver qué hacer con la herramienta y cómo evitar el plagio conversemos este asunto con los estudiantes, planteemos estas cuestiones, tratemos de saber cómo se paran y cómo las perciben ellos”, sostuvo, con relación a la necesidad de no opinar con base en prejuicios. Además, si bien indicó que presenta un desafío en particular para las clases masivas, la popularización de estas herramientas también supone una oportunidad para repensar qué estrategias y metodologías se aplican en el aula.
En una línea similar, Simon señaló que le parece bien que los estudiantes le consulten al docente cuando no saben algo y también que se consulten entre ellos, sin que ello implique copiar. Por su parte, dijo que no le preocupa que consulten información en internet y que lo más importante es que los estudiantes entiendan los temas, algo de lo que “a la larga el docente se da cuenta”.
¿Qué dice ChatGPT sobre ChatGPT?
Consultado sobre los principales desafíos que presenta el uso de esta herramienta para la educación, el ChatGPT respondió que “la tecnología está transformando la forma en que aprendemos y enseñamos”, algo para lo que este tipo de plataformas son claves. Según aclara, ChatGPT “es un modelo de lenguaje de gran escala que ha sido entrenado con millones de textos para responder a preguntas y generar texto en una variedad de contextos”.
Sobre los desafíos para educadores, la plataforma planteó que deben estar seguros “de que los estudiantes entiendan la diferencia entre las respuestas generadas por un modelo de lenguaje y las respuestas basadas en el conocimiento humano”. En ese sentido, habla de la necesidad de que quede claro que este tipo de modelos pueden ofrecer información “errónea o poco confiable”, por lo que es necesario que se les enseñe a valorar su fiabilidad. En suma, otro desafío es “asegurarse de que los modelos de lenguaje respeten las normas éticas y no perpetúen la discriminación o la desigualdad”, principalmente por la forma en que el algoritmo es entrenado.