En los últimos diez años, la matrícula de estudiantes de la Facultad de Enfermería (Fenf) de la Universidad de la República (Udelar) se multiplicó por cinco. Actualmente, en las cuatro sedes del país -Salto, Rivera, Rocha y Montevideo-, hay 7.000 estudiantes activos, de los que casi 3.700 están rezagados en el avance de su carrera. Así lo informó a la diaria el decano de este servicio universitario, Fernando Bertolotto, quien manifestó estar “muy preocupado” con la situación de la Facultad de cara al inicio de clases.

“Si la matrícula de este año sigue creciendo, seguramente vamos a tener problemas. Y ya empezamos el año con un déficit presupuestal”, afirmó. Para el decano, “la raíz” del asunto o el “principal problema” se relaciona con la “política, política pública, política de educación superior y de salud pública”. “No estamos respondiendo a las necesidades del país y los estándares del país en materias de salud a los cuales nuestro país adhiere”, planteó.

La pandemia fue un quiebre para que la situación de la Facultad se agrave: las soluciones reales son cada vez más lejanas y las que desarrollan al día de hoy no son suficientes para cubrir las carencias.

Parte del proceso formativo de la Fenf es tener experiencias clínicas en distintos servicios de salud. Cuando inició la emergencia sanitaria, el acceso de estudiantes a estos servicios cesó. Según Bertolotto, “es lógico porque generaba un manejo complejo” de los distintos espacios en un momento crítico para el sistema de salud. Aún así, manifestó que “generó un problema porque una cantidad de estudiantes se quedaron sin hacer esa experiencia clínica, que en Enfermería es vital”.

Cuando la pandemia desaceleró, los cupos para los campos clínicos volvieron a abrirse, pero en la mayoría de los casos se redujeron a la mitad y en otros directamente no se volvieron a habilitar. “Evidentemente, eso es algo muy complejo, porque nos generó un efecto muy importante en los procesos de formación y un rezago de los estudiantes”, señaló Bertolotto.

Entre los tantos problemas provocados que enumeró el decano, destacó la “insatisfacción de los estudiantes” por el retraso que se les genera. Según comentó, algunas generaciones tienen esperas de hasta dos años, “porque ni aunque dispusiéramos hoy de la totalidad de los campos clínicos que teníamos antes de la pandemia podríamos hacer que entren todos, porque son muchos”.

Otra de las consecuencias directas es que para atender a los estudiantes que no lograron ingresar en los cupos disponibles, la Facultad tiene que crear estrategias que no están previstas. “Tenemos que generar actividades o dividir, modificar las rotaciones en los campos para que puedan pasar más estudiantes por menos tiempo, que es la forma de ir achicando, pero eso atenta contra la calidad de la experiencia que tienen que tener”, aseguró el decano.

Asimismo, para las actividades no previstas deben contratar más horas docentes, en tanto “la Udelar recibió un presupuesto inferior de lo que necesitaba y esto es catastrófico”; “el aumento de actividad docente nos genera un déficit presupuestal que ya es crónico”, sentenció Bertolotto.

De hecho, contó que si bien tienen varias sedes donde cursar la carrera, en Rivera y Rocha “sabemos que el equipo docente es insuficiente para desarrollar la carrera en calidad y cantidad. Es un efecto dominó”.

Soluciones

Además de las actividades y las modificaciones en las rotaciones, tratan de paliar las dificultades para acceder a la experiencia clínica con simuladores. Según el decano, “la pandemia obligó a hacer una inversión grande en eso y tratamos de compensar con estas estrategias, pero nunca terminan de suplantar a la experiencia clínica”.

Una de las posibles soluciones para Bertolotto es que los prestadores de salud “revisen la manera en que consideran las necesidades de profesionales de Enfermería en el país: han reemplazado licenciados por estudiantes de escuelas de auxiliares de enfermería”. Según Bertolotto, la consecuencia de ello es que la Fenf va a “seguir con dificultades para contemplar las necesidades de licenciados en el Sistema Nacional Integrado de Salud, donde faltan entre 7.000 y 9.000 licenciados de Enfermería”.

Para el decano, “si tomamos ese tipo de opciones no estamos trabajando en el sentido de la calidad del sistema, porque los licenciados contribuyen sobre todo a la calidad asistencial. No solo en la gestión, sino en la supervisión y calidad de la asistencia clínica, pero eso no es posible porque son insuficientes en cantidad”.

A pesar de los distintos elementos que para Bertolotto anuncian un nuevo año lectivo con “problemas”, contó que el Consejo de la Fenf votó la apertura de inscripciones sin condiciones, es decir, que cualquier persona que tenga el Bachillerato completo puede anotarse a la Facultad. “Entendemos que hay que mantener la posibilidad de formación como organismo de formación pública y respondiendo a una necesidad de salud pública”, argumentó al respecto.

Sin perjuicio de ello, la preocupación continúa, principalmente por “las condiciones de desarrollo del inicio de la carrera, el mantenimiento de los cursos con el rezago”, a lo que se suma “el cansancio del personal docente”. El decano explicó que “la mayoría tienen actividad asistencial y la asistencia está muy dura”, ya que los enfermeros y enfermeras “están siendo muy exigidos”. “La pandemia golpeó muy fuerte y están muy cansadas”, relató el decano. “El gobierno tiene que tomar conciencia de que tiene que tomar decisiones que cambien esta situación. Es un fenómeno que no se puede seguir tolerando”, finalizó.