Desde que los conflictos en el liceo 4 se recrudecieron y tomaron estado público, el Gremio Estudiantil del Zorrilla (GEZ) amplió las instancias de reunión para intentar profundizar y abordar, desde su lugar, las distintas problemáticas.

Según explicó a la diaria Lucía Saa, integrante del gremio, la violencia y los problemas de salud mental tienen larga data en el centro educativo, pero, últimamente, y en especial durante la última semana, “se han ido agravando”. En tanto, definieron reunirse los miércoles de cada semana para trabajar estos dos temas en comisiones, más allá de los plenarios que realizan todos los lunes. “Tenemos que tomar cierta acción, aunque no nos corresponde”, aseguró.

Una de las intenciones del GEZ es tener “más comunicación” con la dirección del centro y también con el propio estudiantado. Es que, según contó Saa, “se nota un ambiente distinto”: de “impotencia” y de que “todos estamos conscientes de la situación y queremos que se haga algo”. A su vez, aunque en el liceo el dictado de clases haya continuado, dijo que se modificó la forma en que transcurren los cursos, y que los docentes han implementado, por ejemplo, talleres. Aún así, uno de los reclamos es que se hagan talleres de “sensibilización docente” para que puedan tratar estos temas “con más tacto”.

En la reunión de este miércoles, el gremio decidió, entre otros puntos, exigir un protocolo “mejor y más formalizado” ante las amenazas que ha recibido el liceo, porque el actual “no está suficientemente preparado para tratar este tema”. También elevarán a la dirección y eventualmente a Secundaria el pedido de “un mejor protocolo frente a la violencia general” para poder “cuidar a los estudiantes involucrados y a los que están por fuera del conflicto”. En tanto, aseguró que el gremio “está convencido de que con los recursos adecuados esta misma situación puede ser tratada más adecuadamente”.

La estudiante narró que, hasta el momento, las medidas que tomó la dirección del liceo son tres: custodia policial, reafirmar la presencia de un equipo multidisciplinario y el pase de 12 estudiantes involucrados en los conflictos a otros liceos.

Sobre el primer punto, Saa señaló que la comisaría les aseguró que “no tiene personal para mantener” la presencia policial, por lo que los estudiantes no están al tanto de “por cuánto tiempo se va a mantener esta medida”. En cuanto a la presencia de profesionales y de una única psicóloga para todo el centro, Saa recalcó que el Zorrilla cuenta con más de 1.800 estudiantes y que, por tanto, “no es suficiente”, más aun si se considera que el centro “está en un momento tan difícil”. “Por más que la dirección y los profesionales estén poniendo todo de sí, no se da abasto”, enfatizó.

Desde el gremio consideraron que el pase de los estudiantes involucrados a otros liceos fue “una buena decisión”, pero “no una solución, sino algo más temporal, como para evitar” situaciones similares.

El subdirector de la Dirección General de Educación Secundaria (DGES), Óscar Yáñéz, explicó a la diaria que esta última medida fue una decisión de la dirección del Zorrilla, solicitada por los propios padres de los estudiantes. En consideración de los distintos argumentos presentados y la verificación de que los liceos tenían lugar para efectuar la inscripción, Secundaria entendió pertinente otorgarles el pase.

Asimismo, Yánez señaló que la docena de estudiantes no fueron trasladados en su totalidad, sino que algunos también habían solicitado cambio de turno y, por tanto, continuaron en el mismo centro educativo pero en otro horario.

Por su parte, aclaró que no se trató de una medida “sancionatoria”. Con relación a ello, Yáñez esbozó que el Consejo Asesor Pedagógico del Zorrilla es el que se está encargando de investigar las situaciones ocurridas en los últimos días. Una vez que el análisis finalice, elevarán el informe a Secundaria y recién entonces es “cuando se puede empezar a pensar en el concepto de sanción”.

Medidas desde Secundaria

Una vez que los hechos tuvieron lugar, Yáñez asegura que la DGES desplegó distintas medidas para darles “garantías” a los estudiantes y a los docentes del centro educativo. Primordialmente, ante la continuación de las clases con amenazas de por medio, señaló que previnieron los posibles conflictos con la presencia del Ministerio del Interior.

A su vez, desde entonces, el subdirector de Secundaria dijo que hay “instalado un equipo de trabajo” para abordar las distintas aristas de los problemas: la inspección de institutos y liceos, la inspección de asignaturas, una referente de educación sexual, una psicóloga y el Departamento Integral del Estudiante (DIE).

Yáñez enfatizó en que el equipo se viene encargando de la necesidad de “acompañamiento”, tanto de los docentes como de los estudiantes, y que también están en la búsqueda de implementar “estrategias didácticas frente a una situación de crisis, de conflictos”; “la toma de decisiones colaborativa hace que la tarea sea más eficiente”, resumió.

Si bien admitió que hay una única psicóloga para todo el centro, resaltó que el DIE fue solicitado justamente por esa razón, ya que cuenta con psicólogos, psicopedagogos y otros profesionales “para apoyar en estas circunstancias”. Respecto al rol del psicólogo en particular, aclaró que no se trata de “una tarea terapéutica”, sino que “atienden determinados emergentes y hacen una tarea preventiva a nivel individual y grupal”. No obstante, señaló que “hoy los problemas no se solucionan solamente con la intervención desde lo psicológico”, porque “estamos viviendo situaciones de orden socioafectivo muy complejas” y “también hay que pensar en otros agentes que tienen que intervenir”. Por su parte, acotó que antes de los hechos de violencia sucedidos, había un llamado en curso para que alrededor de 60 psicólogos ingresen a trabajar a Secundaria y recientemente fueron seleccionados.

En cuanto a la incertidumbre sobre el tiempo en que habrá policías custodiando las inmediaciones del centro educativo, Yáñez dijo que no cuenta con esa información, pero que Secundaria trabaja con “empresas de seguridad” que se encargan de vigilar los ingresos y los edificios. “Lo importante es que hay mucha gente trabajando desde un principio para tratar de dar todas las garantías”, concluyó, y agregó que “las responsabilidades no son sólo de los centros educativos”, sino que también “es muy importante la presencia de las familias”.

Las familias

Este martes, el Colectivo de Familias del Zorrilla realizó una asamblea, presencial y virtual, debido a la “preocupación” por los hechos recientes de público conocimiento. A través de un comunicado, manifestaron estar “muy consternados de que este tipo de situaciones estén ocurriendo en nuestros centros educativos”. Las familias aseguraron que desconocen “el grado de aplicación de los protocolos y dispositivos existentes” que las autoridades de Secundaria han informado que desplegaron, por lo que exigen “información concreta sobre su existencia y aplicación en este caso”.

Por otro lado, acuerdan y toman “como propia” la plataforma reivindicativa del GEZ, particularmente en lo que refiere a la conformación de un equipo multidisciplinario para el centro. En ese sentido, el colectivo remarcó la necesidad de que haya un equipo “permanente con una carga horaria adecuada a la dimensión del liceo para la atención de la emergencia y la creación de protocolos y talleres sobre violencia, acoso, género, redes sociales y convivencia dentro y fuera de la institución”.

Con foco en soluciones a largo plazo, las familias afirmaron que solicitarán reuniones a las autoridades de la educación de los distintos niveles, además de que iniciarán un “proceso de intercambio con autoridades vinculadas a otros ámbitos de la comunidad”.

Por último, señalaron que seguirán trabajando en comisiones, articuladamente con la dirección, los docentes, estudiantes, funcionarios y vecinos. Este jueves, a su vez, tendrán una reunión con la dirección del centro educativo.

“Los adultos tenemos que hacernos cargo”

Gabriela Garibaldi, psicopedagoga que trabaja con adolescentes y quien coordinó el DIE en buena parte de la pasada administración, definió la adolescencia como una etapa de “transición”. Según amplió, “en función de las pautas culturales, implica un montón de cambios, donde los gurises buscan construir su propia identidad y en esa construcción van probando cosas, ideas, conductas y sobre todo en grupo, aprendiendo a manejarse de una manera más autónoma e independiente del adulto o de referentes afectivos de su alrededor”.

Al igual que plantearon a la diaria los psicólogos Alejandro de Barbieri y Roberto Balaguer, Garibaldi señaló que los adultos cumplen “un rol fundamental para poder acompañar, sostener, amorosamente limitar y poder ayudar al crecimiento y a que cada uno desarrolle lo máximo que pueda según sus posibilidades y deseos”.

En el marco de los recientes episodios de violencia en distintos liceos, la psicopedagoga vio con preocupación que se hable de “violencia juvenil”: “Todo eso hay en la sociedad y más en esta sociedad, pero no puede ser vista como algo aislado. No me gusta hablar de violencia juvenil, porque es poner en los jóvenes un problema”, señaló.

Para Garibaldi, la violencia “es una respuesta, una forma de vincularse agresivamente que no se condice con la situación o las normas socialmente esperadas, pero esa violencia existe en todos los seres humanos que convivimos en esta sociedad, en este país y en esta educación en particular, donde hay muchas violencias que se traducen en distintas maneras”.

Al respecto, se detuvo en los docentes que habitan las aulas actualmente, ya que consideró que están en una situación de “malestar” por el tránsito de la reforma educativa y por “no haber sido consultados en los cambios, que generan incertidumbres”. También dijo que hay un “malestar” que proviene de años atrás, pero manifestó que los procesos de los cambios curriculares han hecho que “no se sientan partícipes, sino más bien excluidos”. Para Garibaldi, estos sentimientos hacen que “encontrar soluciones” sobre las distintas situaciones que emergen se vuelva más complejo, porque el malestar se manifiesta “en las clases” y “en los vínculos”.

Bajo control

Garibaldi narró que en la cotidianidad las autoridades de la educación “están muy preocupadas en controlar y controlar, y eso genera más malestar”. “Los que hacen las cosas mal siguen haciéndolas mal, porque saben zafar del control, y los que lo hacen bien se sienten perseguidos y mal”, aseguró.

En tanto, la psicopedagoga resaltó que “el interés supremo son los adolescentes y estudiantes, pero para eso tenemos que escuchar a los profesores y tratarlos bien. Y la verdad es que a veces el sistema no los trata bien”.

Por otro lado, hizo énfasis en que “los adultos tenemos que hacernos cargo y acompañar a nuestros jóvenes de la mejor forma que podamos”. Basada en planteamientos de psicoanalistas argentinos, Garibaldi señaló que actualmente se transita la “transpandemia”: “Las afectaciones que nos dejó la pandemia generan exponencialmente ciertas afectaciones que ya teníamos antes”. Entonces, para la psicopedagoga en las adolescencias hoy se ven “estallidos, desbordes, de todo un período que no lo veíamos porque no estaban con nosotros”. Según Garibaldi, estos desbordes se relacionan, justamente, “con la falta de borde”, “de frontera”, y “hay que hacernos cargo”.

Con base en el análisis de toda su trayectoria, concluyó que “la respuesta siempre es educativa” y que la presencia de otros profesionales no sería suficiente “aunque tengamos un psicólogo por estudiante”. “Hay que pensar en colectivo, hay situaciones puntuales a atender, pero esa no es la tarea fundamental de los técnicos de la educación, sino pensar con los técnicos, profesores, cómo hacer para abordar estos temas dentro del aula”, resumió. Por último, complementó con que es necesario “invertir”, y que si bien el DIE actual cuenta con “mucha gente preparada”, varios de los integrantes se jubilaron y no han abierto nuevos llamados para cubrirlos.