La sigla STEM significa ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, si se piensa en las iniciales de cada palabra en inglés. La semana pasada, las academias nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina realizaron una actividad para poner sobre la mesa la urgencia de visibilizar y darle espacio a la educación en esas áreas en Uruguay, lo que consideraron un “desafío de todos”. De hecho, el grupo interacadémico presentó las principales conclusiones y los posibles lineamientos a futuro que han condensado en un proyecto que iniciaron en 2021 y, lejos de finalizar, continuará trabajando para lograr que estas áreas se solidifiquen, principalmente, entre las poblaciones más jóvenes.

En esa instancia estuvieron los ingenieros Luis María Rodríguez y Miguel Brechner, el bioquímico Rafael Radi, el sociólogo Fernando Filgueira y la actual directora de políticas educativas del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Adriana Aristimuño. A su vez, se hicieron presentes en el evento representantes del Ministerio de Educación y Cultura, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, del LATU, de la Red Global de Aprendizajes, del Parlamento y otras autoridades de la educación.

En diálogo con la diaria, Rodríguez explicó que el término STEM nace a finales de los años 90 en Estados Unidos, a partir de que las academias norteamericanas de ciencia, medicina e ingeniería hicieron “un llamado de alerta porque observaron que había un déficit en la formación de la gente en estas áreas”. La agrupación de las temáticas se debe, según el ingeniero, a que “tienen en común mucho de la metodología, de la manera de pensar, de ciertos fundamentos y comparten en el conjunto ciertas bases que son necesarias para cualquiera de ellas”.

El llamado estadounidense fue replicado en varios países y Uruguay no fue la excepción. “Observamos que teníamos y tenemos el mismo problema, la misma observación de déficit, pero más grave, porque en general la educación está cargada de dificultad y nadie está dando el nivel de prioridad que debería tener la parte STEM”, esgrimió Rodríguez.

El integrante de la Academia Nacional de Ingeniería y presentador del evento hizo énfasis en los puntos que hacen a la educación en STEM como fundamental y prioritaria, y, en tales términos, provocó la necesidad de realizar el simposio con los distintos profesionales de las áreas del conocimiento.

A modo de simplificación, Rodríguez señaló que la educación en STEM es prioritaria por dos razones. En primer lugar, dijo que, hace “muchos años”, con una “alfabetización básica”, es decir, con “aprender a leer, a escribir y a hacer una cuenta de aritmética”, se tenía lo suficiente para “funcionar” y aggiornarse al contexto. Sin embargo, el ingeniero aseguró que en la actualidad, y más aún si se piensa en un futuro, “no es concebible que una persona pueda funcionar plenamente como ciudadano si no tiene un mínimo de alfabetización científico-tecnológica”. En segundo lugar, Rodríguez manifestó que “cada vez más las economías y los países necesitan poder disponer de trabajadores, profesionales, expertos, que estén en condiciones de trabajar en la economía del conocimiento, que tiene un enorme fundamento en STEM”.

Desde las infancias

Para acercarse a estos dos puntos, subrayó que es necesario que las juventudes estén en contacto con la educación en STEM. Como ejemplo, afirmó que “no hay niño que no tenga la oportunidad de estar expuesto al fútbol en algún momento” y que, de igual manera, desde que son chicos hay que “generar ese contacto con el pensamiento lógico, la capacidad analítica, cierto ánimo de investigación, la capacidad de búsqueda de información”. Si bien el ingeniero recalcó que no plantean que este acercamiento deba ser “obligatorio” para toda la ciudadanía, dijo que “es un problema que, habiendo muchas personas que tienen ese potencial, no se les ofrece siquiera oportunidad de conocerlo y acercarse a ella”.

En ese marco, Rodríguez dijo que desde las academias alertan de este asunto a la ciudadanía en general, más allá de las autoridades de la educación, ya que “hay un ámbito familiar que tiene que ayudar a que el niño pueda explorar y que sea un modelo de referencia interesante”. “Nadie se imagina que la mejor herramienta de movilidad social para sus hijos es una preparación que le permita entrar en ámbitos de trabajo con niveles de desempleo muy bajos, casi nulos, y con mejores ingresos”, concluyó.

El ingeniero explicó que una de las conclusiones del relevamiento interacadémico que realizaron es, justamente, la carencia de la educación en STEM en las juventudes. La primera etapa del relevamiento fue buscar “las mejores prácticas” de STEM en el mundo y también en Uruguay. Aunque Rodríguez aseguró que en el país existen, como es el caso de 1.000 clubes de ciencia que trabajan anualmente y cuyos participantes han obtenido “mejores resultados” en las pruebas PISA, “no alcanzan a 10% de los chicos”, como tampoco llegan a todos los niños los programas de Ceibal, que también fueron destacados por el ingeniero.

“No estamos aplicando sistemáticamente de una forma extensiva lo que sabemos que funciona, y al final termina siendo una falta de equidad, porque algunos tienen mejores informaciones, conexiones, que pueden aprovechar, y otros no”, manifestó. En resumen, comentó que el proceso de la educación en STEM puede comenzar desde el ciclo inicial y, a medida que se va “avanzando y creciendo”, las herramientas se van adaptando “de manera interdisciplinaria, con equipos entre alumnos y docentes”.

El proyecto

La primera conclusión “sustancial” que confirmaron las distintas academias que conforman la iniciativa “La educación STEM en Uruguay: desafío de todos” es que se trata de un tema “prioritario”. Así lo evidenció Rodríguez, quien explicó que “todos aquellos con quienes hemos estado en contacto apoyan que esto lo tenemos que trabajar”.

En tanto, dijo que “hay cosas que está probado que funcionan y lo que debemos tratar de promover es que en Uruguay se empiecen a hacer”. Debido a que consideran que las academias tienen posibilidad de “generar opinión”, pero “no son instrumentadoras de educación”, una de las primeras líneas de trabajo que continuará el grupo interacadémico es promover la difusión en la ciudadanía sobre “la importancia de este tema”, porque si no, según Rodríguez, “todo lo demás no va a ocurrir en la dimensión necesaria”. Asimismo, afianzó que desde las academias también pueden “estimular con apoyos o concursos” a los docentes y jóvenes que estén interesados en estos temas. “En definitiva, lo que queremos es promover que se animen”, resumió.

Por otro lado, contó que intentarán “acercar” a las autoridades las distintas “oportunidades aplicables” en el sistema educativo, porque consideran que “es un momento oportuno por la transformación educativa” que lleva adelante la ANEP, en tanto se trata de un “campo fértil para ajustes y para darle un espacio adecuado a esto”.

Diferentes miradas

En la puesta a punto sobre la educación en STEM y la presentación de los documentos hasta ahora elaborados, Radi señaló que en Uruguay hay “una zona ciega” en varios problemas y que la falta de educación en STEM es uno. En ese marco, informó que en Uruguay gran parte de los estudiantes universitarios no están asociadas a carreras de esas áreas y, al mismo tiempo, que el país tiene un investigador profesional cada 1.000 ciudadanos “de la población económicamente activa”, mientras que en Suecia, Dinamarca y Alemania “tienen por lo menos un orden de magnitud más”. Sin embargo, señaló que en esos casos el respectivo país “está acoplado a un modelo de desarrollo que los absorbe”.

“Hay que pensar que la ciencia y la educación en STEM tiene que ser parte de un capital nacional que pueda ser mostrado y que sirva, a su vez, para captar distintas oportunidades”, manifestó. En ese sentido, señaló que es necesaria una mayor discusión sobre “la institucionalidad de la ciencia”, ya que se relaciona con la educación en STEM. Dentro de los lineamientos a seguir, resaltó que el sistema político debe “ejercitar y profundizar las políticas basadas en evidencia”, como se hizo con la pandemia, y no tomarla como algo que desestabiliza o no a la gobernanza.

Filgueira, por su parte, mostró que Uruguay “no presenta analfabetismo en STEM porque tiene una educación sólida” en Primaria, que “genera una alfabetización científica mínima, pero no orientada -ni en el sentido ni en la dirección- a la magnitud que el país requiere para enfrentar los desafíos de desarrollo futuros”. A su vez, resaltó que Uruguay tiene su “camino andado” con el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, el LATU y Ceibal. Sin embargo, dijo que “falta una mirada de ecosistema que integre los componentes de la academia, el mundo productivo y el mundo estatal”.

Brechner aseguró, por otro lado, que ni “a Uruguay, ni a la sociedad, ni al sistema político les interesa la ciencia” y que, tanto en los gobiernos del Frente Amplio como en el actual, no se le otorgó el presupuesto necesario a esa área. “Es importante partir de esa base, porque parte de nuestro problema es ese”, sentenció.

En otro orden de cosas, señaló que el documento deja en evidencia que en Uruguay se hacen “muchas cosas de poca escala y algunas más pesadas, como los clubes de ciencia y Ceibal; todo lo demás es muy bueno, pero para decir que estamos”. Por último, enfatizó en la necesidad de cambiar para no “seguir corriendo de atrás” y subrayó que “la tecnología es la única herramienta de movilidad social”.

Aristimuño admitió que en el país hay “problemas en la educación científica” y esgrimió que “el sistema educativo tiene un rol importantísimo para enfrentarlo”. Al igual que Rodríguez, afirmó que el proceso actual de reforma educativa “es una oportunidad muy buena para aportar parte de las soluciones a ese problema”. Aun así, remarcó que en la formación de los docentes de los centros María Espínola hay un módulo vinculado a la STEM, así como hay una mirada enfocada en el tema en la formación de directores y subdirectores de Primaria, Secundaria y la Educación Técnico-Profesional. Por último, aseguró que la enseñanza por competencias que trae la reforma educativa aporta un perfil de egreso que desarrolla habilidades en materia científica.