Durante los últimos tres meses de 2022, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) realizó un estudio que evalúa el Programa de Maestros Comunitarios, y recientemente publicaron los hallazgos.

“El estudio partió de la necesidad de obtener información actualizada que permitiera valorar el diseño, la fidelidad de la implementación y los resultados obtenidos por el programa”, se explica en la introducción del documento, que plasma los principales resultados de la evaluación. En concreto, el foco estuvo “en la implementación actual de la propuesta, su funcionamiento y su estructura” y, por tanto, “se apuntó a identificar qué aspectos funcionan acorde a lo esperado y cuáles requerirían mejoras o ajustes”.

Pablo Caggiani, director del Ineed por el Frente Amplio (FA), dijo en conversación con MVD noticias que el informe se hizo a solicitud de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Asimismo, destacó que la evaluación es una “buena noticia”, porque pone en evidencia “fortalezas, debilidades y aspectos a mejorar”, y también porque demuestra que el programa tiene “continuidad”, ya que fue creado en el primer gobierno del FA.

Por otro lado, explicó que las maestras comunitarias trabajan “con la comunidad”: “Son maestras de la escuela que en el contraturno trabajan con un conjunto de niños y familias en algunas líneas de trabajo que tienen que ver con alfabetización de hogares, integración, aceleración escolar, en articulación con otras instituciones”. Sin embargo, uno de los principales resultados es que las maestras reclaman mayor “apoyo”.

Alcance y delimitaciones

El programa está presente en 302 escuelas de todo el país y, según el estudio, los maestros comunitarios que trabajan son 500 y atienden a una cantidad aproximada de 16.000 niños y niñas por año. Si bien el foco está en “las escuelas de mayor vulnerabilidad social”, de acuerdo a la evaluación, llega a todos los quintiles, aunque en mayor porcentaje en el 1 y el 2: 41,7% atiende el quintil 1 y 32,8% el quintil 2.

En su mayoría, quienes llevan adelante el programa son maestras comunitarias, con un promedio de 42 años de edad, la efectividad en sus cargos y también un promedio de 14 años de antigüedad como docentes y cinco años en la función.

Uno de los puntos que mencionó Caggiani es el reclamo de las maestras comunitarias de mayor formación. Si bien para serlo no tienen más requisitos que la formación de maestra, en el estudio se da cuenta de que “los maestros comunitarios señalan dos aspectos centrales para cumplir su rol: la experiencia y la aptitud para las relaciones humanas”.

Por otro lado, se manifestó la necesidad de que “el programa actualice y explicite sus objetivos, roles y actividades, en función de los cambios que se vienen desarrollando desde su implementación original, en un único documento que sintetice toda la propuesta”. Este punto se vincula con la delimitación para diferenciarlos del maestro de apoyo, cuyo trabajo se enfoca “en la institución escolar, atendiendo a niños con dificultades de aprendizaje”.

En 2022 hubo una designación de 60 maestros comunitarios articuladores para las escuelas que no formaban parte del programa, medida que fue criticada por la Federación Uruguaya de Magisterio. En ese período, el trabajo de esas nuevas figuras fue principalmente “la articulación a la interna” de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria “entre distintas escuelas o programas, pero también con otras instituciones presentes en los territorios, ya sean de la sociedad civil o del Estado”. En estos casos, “no hubo duplicación de roles”.

Algunas de las principales tareas que desarrollan los maestros comunitarios son las actividades de grupos para padres, de coordinación y de aceleración escolar. Al respecto, según el estudio, “ocho de cada diez maestros comunitarios declaran haber dedicado hasta un 20% de su tiempo durante 2022 a estas tareas”.

Por otro lado, a partir de las entrevistas identificaron “una línea de trabajo que no está explicitada en el diseño del programa y que, sin embargo, todos coinciden en que se trata de uno de los principales aspectos sobre los que se ha puesto énfasis en el último año: la transición hacia la educación media, buscando sentar las bases para que los niños continúen sus estudios en un liceo o escuela técnica, de manera de poder potenciar esa transición y trabajarla también en el ámbito familiar”.

Una de las líneas de acercamiento se da a través de la visita a los hogares y, según el estudio, 80,7% señaló que se dan con una frecuencia semanal. Declararon que allí los dos temas principales que suelen ser trabajados con las familias son el “trabajo sobre herramientas que les sirvan para apoyar a los niños en las tareas escolares (83,5%) y la relación con la escuela (68,2%)”.

Conclusiones

Dentro de las conclusiones generales, el Ineed dio cuenta de que 97,7% de los maestros comunitarios consultados manifestaron que el programa es una propuesta “muy necesaria para brindar atención específica a los niños de las escuelas en las que se implementa, ya que logra vincular a las familias con la comunidad educativa, alfabetizar en los hogares, contribuir al sostenimiento de los niños en la escuela y brindar respuesta a las situaciones de vulnerabilidad, entre otras razones”.

Aun así, al igual que evidenció Caggiani, los maestros identificaron “aspectos en los cuales les gustaría sentirse más respaldados”, como “contar con apoyo económico para traslados, más materiales, teléfonos institucionales, apoyo psicológico y emocional, así como obtener respuestas más ágiles frente a las diversas y complejas situaciones con las cuales deben enfrentarse cotidianamente”. De todas formas, “seis de cada diez maestros comunitarios señalan contar con los apoyos necesarios para poder llevar adelante su tarea”.

Otras de las necesidades encontradas es “profundizar en estrategias para el trabajo con las familias y su acercamiento a la escuela; incorporar figuras de apoyo para los maestros comunitarios (asistentes sociales, psicólogos, etcétera); contar con protocolos y documentos de referencia y consulta, y tener mayor disponibilidad de espacios adecuados en las escuelas”.

“El registro de la información es otro de los aspectos a fortalecer”, se señala. Es que “si bien los maestros comunitarios y los otros actores consultados coinciden en señalar que llevan adelante una documentación de las actividades que realizan, en la actualidad no existe un registro sistemático y estandarizado de las actividades”.

Por último, se resaltó que “las estrategias desarrolladas son coherentes con los supuestos que definen el problema, así como con los cambios esperados”, aunque “de acuerdo al diagnóstico del problema y los objetivos propuestos se identifica que sería necesario desarrollar nuevos componentes o dimensiones sobre los cuales intervenir”. Uno de los ejemplos planteados es la necesidad de “incorporar actividades correspondientes al monitoreo y evaluación, la articulación interinstitucional y la incorporación del maestro comunitario articulador”.