Proceso de familiarización, de iniciación, de adaptación, de escalonamiento: los primeros días de clases en la educación inicial tienen y han tenido diversos nombres a lo largo de las últimas décadas. Lo estático, sin embargo, es que desde hace más de 20 años esos primeros días las clases para los niños y niñas de tres, cuatro y cinco años no eran jornadas de horario completo. En algunos casos, los grupos se dividían en dos y alternaban el horario; en otros casos, la carga horaria iba en aumento a medida que pasaban los días.

Este año, sin embargo, este proceso se terminó de eliminar como algo establecido y pasó a ser una opción para los casos en los que la niña, el niño, su familia o las maestras consideren que es necesario un proceso especial de adaptación, porque por un motivo u otro no pueden permanecer en el aula durante las cuatro horas pautadas.

“Quiero aclarar que la orientación de la Inspección Nacional de Educación Inicial lo que hizo fue quitar ese período de iniciación, en el cual iban ingresando los niños en forma adicionada, por decirte, a los turnos, pero con el fundamento de que si hubiera algún niño que así lo requiriera, se iba a considerar igual que ese niño pudiera tener un período de iniciación diferente”, manifestó a la diaria la inspectora técnica de Primaria, Liliana Pereyra.

Es que, según aseguró, “en el momento actual en el que estamos viviendo, los niños de tres y cuatro años están ya acostumbrados y preparados para tener un inicio escolar con todo el grupo”. Asimismo, consideró que “los maestros tienen que también dar oportunidad para que ese niño se inserte en un grupo de niños y sepa convivir con ellos desde el inicio de la escuela”. Para ello, afirmó que desde el aula “se buscan las estrategias” para que el niño o la niña “se sienta parte de la escuela, se sienta cómodo, tenga actividades que son propias de la etapa de educación inicial, y que pueda compartir con otros el tiempo escolar en aprendizajes, los recreos, la merienda”.

En resumen, para Pereyra, “el fundamento inicial” para la modificación es que “todo se planifica en función de lo que se conoce de cada uno y en atención a lo que cada uno necesita”.

La importancia del período

“El período de familiarización es histórico en Uruguay y se aplica en todos los países”, sentenció a la diaria Elizabeth Ivaldi, exrepresentante docente en el Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública durante el gobierno pasado.

Ivaldi, quien se especializó en primera infancia, narró que, en un inicio, a estos primeros días de clase se les llamaba “período de adaptación”, pero luego, al considerar que “es un proceso mucho más complejo y que además se produce a lo largo de todo el año y de toda la vida”, comenzó a llamarse “de familiarización”.

Para Ivaldi, entonces, el proceso de familiarización “es sumamente importante, sobre todo en el nivel de tres años, cuando se produce un cambio en el niño”. Asimismo, consideró que también tiene relevancia en los cuatro y cinco años, porque cambia “el grupo, la maestra, la rutina”, y, por lo tanto, de todos modos “requiere una atención especial”. Por otro lado, recordó y destacó la estrategia de dividir las horas y el grupo en dos, debido a que usualmente “los grupos son numerosos” y, de esa forma, es posible “establecer vínculos”. “Tiene que ver con el desarrollo emocional, con el cuidado de las emociones”, apuntó.

Cynthia Patiño es maestra de inicial en la escuela 357 de Montevideo. Allí hay un solo grupo, de cuatro y cinco años. En conversación con la diaria, contó que pocos días antes de que comenzaran las clases, tuvieron una reunión en la que se les notificó que este año el lineamiento de Inspección de Educación Inicial era que no habría proceso de familiarización. “La pregunta es cómo saber el primer día qué niños van a necesitar esa adaptación del tiempo más reducido; si no conocemos a esos niños, es difícil tomar las decisiones”, esgrimió.

Según la maestra, en su caso particular se encontró “con esas realidades sin predisponer de ese tiempo antes” y, en consecuencia, sin poder hablar con las familias con anticipación. “Comenzás teniendo cuatro horas y te vas dando cuenta sobre la marcha de que necesitan una adaptación de quizás media hora al principio, o una hora”, agregó. El diálogo con las familias es uno de los puntos fundamentales remarcados por Patiño, ya que, según narró, en el período de iniciación se mantenían entrevistas con las familias en las horas que los niños y niñas no tenían que asistir a clase.

“Este año fue un poco trunco: yo todavía tengo familias a las que no conozco, y en ese diálogo que se puede dar en las entrevistas que teníamos podíamos saber cómo [los niños y niñas] están en el desarrollo de su lenguaje, de su socialización, qué otras realidades escolares tuvieron antes, si realizaron algún tipo de aprestamiento para la escuela”, aseguró.

Por último, enfatizó que la “realidad escolar” actual tiene “muchísimos niños con distintos tipos de diagnóstico”. Si bien recalcó que hace 20 años que trabaja en Primaria, “nunca lo había vivido” de esta forma. “Eso hace mucho más importante este encuentro con las familias para poder tomar realmente decisiones sobre cómo va a ser el año escolar y qué tipo de propuesta tengo que hacer para la diversidad de las infancias”.

En tanto, consideró que el nuevo lineamiento “es una medida que se piensa más por la organización familiar que por el respeto al niño”. En una línea similar se manifestó la exconsejera del Codicen: para Ivaldi, los “tiempos que corren hoy” son de “apuros sociales, familiares”, y de “ir negando el lugar que tiene el niño”. Según la exconsejera, el proceso de iniciación “es una cuestión de derechos del niño: qué derechos tiene para transitar estas situaciones, que para una persona adulta puede parecer muy fácil, pero en su sensibilidad resulta muy compleja, porque es el desprendimiento de su familia, integrarse a otro espacio”.

Por otro lado, consideró que a nivel institucional “hay un desconocimiento de lo que es la primera infancia, porque sigue viéndose como un adulto miniatura, es una infancia negada, y eso subyace”.

Al respecto, aseguró que “las autoridades a veces toman decisiones que no son específicas de la educación inicial”. “Estamos con un tema de gestión: está siendo gestionada por organismos inespecíficos, porque el Instituto del Niño y Adolescente de Uruguay no sólo se ocupa de la primera infancia, sino de otros muchísimos temas, y el antiguo Consejo de Educación Inicial y Primaria también se ocupa de Primaria, que representa un 75% del alumnado”, especificó.

La individualización

Pereyra aseguró que desde que comenzó el año “han sido muy poquitos” los niños y niñas que necesitaron un período especial de familiarización. De acuerdo a la inspectora técnica, “este tiempo ha transcurrido bien”, aunque admitió que tuvieron “conocimiento de algunos niños puntuales”, en distintas escuelas, que lo necesitaron, y que se “ha atendido situaciones familiares que así lo requerían”.

La explicación de Pereyra de que los casos sean la minoría es que los niños y niñas de tres años “generalmente vienen de una escolarización anterior, que es el CAIF”, y los de cuatro “seguramente venían a la misma institución, por lo tanto, conocen la modalidad escolar y es más fácil que se adecuen y se adapten a ese período inicial”. Los de cinco, en tanto, “por supuesto que ya tienen otra franja etaria que indudablemente están más preparados”, indicó.

En los casos en que se necesitó el período de familiarización, Pereyra explicó que el abordaje parte de hacer “acuerdos con las familias”: “Se establece que ingresen todos juntos y que de repente el niño pueda retirarse un momento antes, o se le establezca media jornada en función de cómo progresa y evoluciona el niño en el correr de una semana, por ejemplo”.

Lo fundamental, aun así, es el “diálogo muy frecuente con la familia para ver cómo ayuda a que ese niño quiera estar con sus compañeros, a que se lo motive para poder estar todo el tiempo escolar de la jornada”, según dijo.

La exinspectora técnica de Primaria Selva Pérez está de acuerdo con el cambio, en particular con que sea una opción el proceso de familiarización individualizado. En diálogo con la diaria, Pérez narró que entre 1994 y 2002 trabajó en educación inicial y en ese momento “estaba establecido fijo ese período”. “Había un desperdicio de experiencia, porque había niños que ya podían estar las cuatro horas, porque venían con un proceso de desapego interesante y, sin embargo, les hacíamos cumplir ese protocolo establecido”, manifestó.

En su paso por educación inicial, e incluso cuando ocupó su rol de inspectora técnica, observó que lo preferible era intentar “que la experiencia sea la mejor para cada uno o una, aprovechar el tiempo lo máximo posible en el jardín, y que la comunicación con las familias sea muy abierta y profunda para que puedan planificar la semana”.

“Hay una cuestión de sentarse juntos: que el mundo adulto, padre, madre, tutor y docente, miren juntos a ese niño y se pongan de acuerdo en que sea lo más feliz posible” para, a partir de ahí, generar la adaptación, dijo.

Asimismo, Pérez comentó que si bien este año se tomó esta decisión de política educativa, “se ha venido amasando desde hace más de diez años, para romper aquellas estructuras fijas y atender la trayectoria, la singularidad”. Resaltó, por otro lado, que tanto a las instituciones educativas como a los colectivos docentes “se les ha dado autonomía para que a partir de todo lo que van conociendo de ese niño vayan tomando las mejores decisiones”.

Al respecto, señaló que este lugar “profesionaliza a los docentes, porque la autonomía que tanto se invoca implica hacerte cargo de las decisiones y poner sobre la mesa todo el conocimiento que tenés, la voluntad, el cariño, la experiencia y la formación”. “Es una ventana a la libertad y al hacerse cargo, y a mí eso me entusiasma mucho porque es decirle al colectivo docente que confiamos en que van a hacer lo mejor”, concluyó.

La tan nombrada individualización, para Ivaldi, ha sido siempre una constante. “El tema es dejarlo sin un período general y ya entrar de lleno a la individualización y a la personalización de la atención”, esbozó. Si bien aseguró que no ve “mal” la personalización cuando es necesaria, subrayó que, al mismo tiempo, “tiene que haber un período, porque la institución también se tiene que preparar para recibir; hay un período de iniciación del centro, que tiene una tarea sumamente delicada, porque además muchos ofrecen alimentación, los cuidados, y muchas veces no se pregunta qué características tiene el niño”.

En resumen, para la exconsejera, “no sólo transita la inclusión el niño, sino todo el grupo, el docente, la familia, la institución, y hay una cantidad de cosas que hay que cuidar en cuanto al inicio de un centro educativo en estas edades”.