Un artículo recientemente publicado en el boletín En clave educativa, de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), describe las tendencias recientes de las calificaciones por rendimiento de los estudiantes en la educación primaria. Lo novedoso del estudio, realizado por Franco González Mora, integrante del Departamento de Investigación y Estadística Educativa del organismo, es que se propone un enfoque de género sobre el tema, algo sobre lo que no se ha profundizado mucho en Uruguay.
El autor afirma que las calificaciones por rendimiento son “uno de los indicadores más directos y cuantificables en los estudios sobre el desempeño escolar y pueden ofrecer una base objetiva para implementar políticas educativas y estrategias pedagógicas orientadas a mejorarlo”. En concreto, señala que identificar “brechas de rendimiento a través de las calificaciones” puede servir para diseñar y aplicar “intervenciones específicas para apoyar a los grupos con menor desempeño, contribuyendo así a una educación más equitativa y de calidad”.
Sobre las diferencias de género, el técnico plantea que la literatura científica sobre el tema muestra que, en general, las niñas obtienen mejores calificaciones que los niños, principalmente en áreas como la lectura y la escritura. En el caso de Uruguay, afirma, ello se ha visto en informes del Instituto Nacional de Evaluación Educativa y de la propia ANEP, concretamente el Monitor Educativo de Primaria, que “muestran tanto el mejor desempeño de las niñas en las evaluaciones de aprendizajes, como tasas de repetición escolar más bajas en comparación con los varones en todos los grados de educación primaria”.
En diálogo con la diaria, González Mora señaló que, más allá de la presentación de dichos resultados, a nivel técnico y académico no se ha profundizado en tratar de explicar las diferencias a partir del género. “Hay que incorporar el enfoque de género y masculinidades”, dijo, y adelantó que también existen diferencias en las calificaciones a nivel de conducta.
Para el estudio, el autor agrupó las calificaciones en cuatro grupos: el primero contiene las notas más bajas (deficiente, regular, regular deficiente, regular bueno y bueno regular); el segundo, bueno y bueno muy bueno; el tercer grupo, las notas muy bueno bueno y muy bueno; finalmente, el cuarto grupo contiene las notas de excelencia (sote muy bueno, muy bueno sote y sote), explica el artículo.
Además de las diferencias de género, el autor observó la distribución de las calificaciones por grado, que, a nivel general, muestra un predominio y prevalencia de las notas más altas en los grados más elevados.
En suma, se pudo constatar “una caída general en el peso relativo de las notas más altas a partir del año 2019, situación que se mantuvo en 2021 y 2022”, ya que en 2020 no hubo calificación de promoción a causa de la pandemia. “Entre los años 2016 a 2018, en el entorno del 40% de los estudiantes de educación primaria en cada grado obtenía notas de excelencia en su rendimiento (muy bueno sote o más). En el período 2019 a 2022, el porcentaje de estudiantes con estas notas cae abruptamente. Esta caída es de aproximadamente 10 puntos porcentuales en todos los grados en el año 2019 y, aunque repunta en 2021 y 2022, se mantiene claramente por debajo de los guarismos registrados hasta el año 2018”, afirma.
Precisamente, González Mora llega a la conclusión de que la distribución de las calificaciones por género es la que explica dicha caída. Más allá de que “las niñas consistentemente tienen un mejor desempeño académico que los niños” en todos los grados, desde 2019 hubo un “corrimiento” hacia calificaciones más bajas en las estudiantes mujeres. Al respecto, se agrega que dicho corrimiento es el que explica “casi exclusivamente” la caída global de las calificaciones.
“En el período 2016-2018 el porcentaje de niñas con calificaciones altas rondaba el 50% en primer grado y casi el 60% en sexto grado; a partir del año 2019 el porcentaje en esa categoría cae aproximadamente 15 y 20 puntos porcentuales respectivamente. Cabe señalar que en igual período (2016-2022), las calificaciones de los niños se mantienen muy estables”, se muestra al respecto. Más allá de encontrar el contundente hallazgo, el autor no encontró evidencia suficiente como para ensayar una hipótesis que explique por qué empeoró el desempeño de las niñas a nivel de calificaciones.
Consultada por la diaria, Selva Pérez, inspectora técnica de Primaria entre 2019 y 2023, tampoco encuentra una explicación evidente sobre la caída del desempeño de las niñas, que, por ejemplo, se deba a algún cambio normativo. Según detalló, el hecho de que las notas más altas se vayan obteniendo en la medida en que se avanza de grado “habla de cómo la escolarización va cundiendo en las niñeces”. En ese sentido, analizó que “las niñas parecen adaptarse más a lo que los docentes esperan. A medida que avanzan en el sistema se adaptan más a lo que se espera del ‘buen alumno’ y las niñas parece que asimilan mejor eso”.
Ante la falta de certezas sobre qué fue lo que cambió en 2019, la docente abrió una serie de interrogantes para abrir el debate. En concreto, se cuestionó si lo que cambió fue “la forma de responder de las niñas ante la propuesta escolar”, y si “la propuesta de enseñanza se modificó en relación con lo que las niñas esperaban”. Además, planteó la pregunta sobre si “las niñas demuestran menos adaptación” y, por tanto, “son más espontáneas”. Al respecto, se interrogó sobre si “la formación en género está incidiendo para que las niñas se muestren más naturales”. En ese sentido, cuestionó si el hecho de que las niñas se muestren de esa manera “llama más la atención” que cuando lo hacen los niños.