La Facultad de Artes de la Universidad de la República (Udelar) organizó una mesa en la que actores de la institución, de otras universidades de la región y de la Intendencia de Montevideo (IM) intercambiaron sobre la arquitectura de la principal casa de estudios terciarios del país. Fernando Miranda, decano de la facultad, dijo en la apertura que un tema que suele surgir de cara a las obras de edificios universitarios es una “tensión” entre, de un lado, lo funcional y, del otro, lo estético y lo simbólico.

La sede elegida para el debate fue la Facultad de Odontología, ubicada en Parque Batlle. Su decana, Mariana Seoane, sostuvo que el actual edificio se inauguró en 1940 y que, en la medida que la actividad de estudiantes y docentes de la facultad fue cambiando, también fue variando el uso de su planta física. De hecho, mencionó que la puerta de entrada a la institución antes quedaba del lado más cercano a los otros edificios universitarios de la manzana, el Hospital de Clínicas y el Instituto de Higiene, a los que luego se sumaron el Comedor Universitario 2 y, recientemente, nuevos edificios del área salud de la Udelar. No obstante, marcó que la fuerte actividad asistencial de la facultad terminó desencadenando en que la entrada sea por la calle Las Heras, algo que visualizó difícil de cambiar a futuro.

Precisamente, parte de la discusión en la mesa pasó por la posibilidad de que la Udelar logre construir un campus universitario en esa gran manzana, donde ahora tiene varios edificios que pertenecen a distintos servicios que funcionan con distintas lógicas y con escasa interrelación. Al respecto, Seoane señaló que se trata de una iniciativa promovida por el Rectorado de la universidad y que, de alguna manera, retoma una discusión que ya se dio en la década del 20 del siglo pasado. En ese sentido, consideró que ahora “el desafío pasa por poner en diálogo edificios que dejaron de dialogar”.

El rector Rodrigo Arim señaló que la mesa se inscribe en los festejos de la Udelar por su 175º aniversario y aseguró que ese tipo de conmemoraciones son propicias para pensar transformaciones a futuro. Sobre la posibilidad de generar un campus en el Parque Batlle, el rector consideró que haría un “aporte enorme a la sociedad” y, además, permitiría a las instituciones de la Udelar que lo integran salir de la lógica de “encapsulamiento” en la que fueron cayendo con los años. “La universidad tiene un predio gigantesco en el medio de la ciudad, definido de una manera tal que no dialoga con la ciudad, justamente porque no tenemos campus”, lamentó.

Precisamente, parte del problema que fue planteado en la mesa es que las instituciones universitarias de la manzana funcionan “de espaldas” entre sí y con un gran “estacionamiento informal” en el medio, según analizó el docente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) Horacio Flora.

Infraestructura construida en función de las necesidades de la sociedad y los universitarios

Arim consideró que la infraestructura edilicia de la institución habla “del vínculo con la sociedad” y, en ese sentido, planteó que los planes arquitectónicos a futuro del ente se enfrentan a distintas “disyuntivas”. Una de ellas hace necesario que las autoridades se pregunten “cuáles son los requerimientos de la institución y quienes la habitan”, aunque advirtió que se trata de una “mirada necesariamente limitada”, ya que se realiza “desde la endogamia universitaria”. Al respecto, consideró que una mirada “más interesante” es, además de eso, “preguntarse qué requerimos como universidad para colaborar en la construcción de un espacio social integrado, cohesionado y abierto”.

En ese sentido, Arim afirmó que “construir ciudad es asumir que la universidad tiene que construir espacios emblemáticos de la sociedad”. En tanto, completó que “renunciar a esa pretensión es cederla a otros, entre ellos a los privados”, que si bien tienen un objetivo “válido”, “no tiene que ver con la sociedad en su conjunto”, valoró el rector.

Por su parte, Flora indicó que más de 126.000 metros cuadrados de la planta física de la Udelar fueron construidos antes de 1920 y cerca de 263.000 metros cuadrados se levantaron antes de 1970. En otras palabras, ello implica que “más de la mitad de la planta física de la Udelar está compuesta por edificios que tienen entre 55 y 117 años”, dijo, y agregó que eso habla de que “hay un valor agregado”, ya que se trata de “un equipamiento que construyó ciudad” en su momento. Como ejemplos mencionó los casos de las facultades de Agronomía y Veterinaria –en su anterior sede en el barrio Buceo–, que “se adelantaron a la expansión de la ciudad”, que hoy “los absorbe y los integra”.

En tanto, Flora consideró que “más que en construir edificios, deberíamos pensar en construir entornos”, lo que “seguramente implique introducir nuevas estéticas desde donde mirar la arquitectura”. Finalmente, sostuvo que “la universidad tiene responsabilidad hacia su entorno, el medioambiente y la ciudad”.

La arquitectura debe mirar la construcción del legado a futuras generaciones

Otra parte del evento estuvo centrado en analizar distintas posibilidades de inserción de edificios universitarios en la ciudad. Por ejemplo, la profesora de la Universidad de San Pablo Helena Ayoub Silva contó que dicha institución funciona en un campus desde hace años. En tanto, Mónica Bertolino, docente argentina de la Universidad Nacional de Córdoba, relató que dicha casa de estudios fue fundada en 1613 y es la más antigua del continente, y que en ese caso conviven edificios históricos con otros más modernos, ubicados en distintas partes de la ciudad.

Según Bertolino, las respuestas edilicias “están siempre teñidas de los paradigmas de su tiempo”. Consideró además que “la arquitectura no solamente da respuestas funcionales, sino que también tiene el rol de ser testigo de un tiempo”. Sobre el rol de los edificios universitarios, planteó que “tienen que ser referentes para la sociedad, dar respuesta a lo pedagógico y al valor de lo público”. En el caso de Córdoba, sostuvo que la ciudad oscila “entre el conservadurismo y la vanguardia”, clasificación en la que “la universidad es parte de la vanguardia”, lo que también se traslada al plano arquitectónico.

A su turno, el decano de la FADU, Marcelo Danza, recordó que la idea de academia surgió a instancias de Platón, en la antigua Grecia, concretamente en un predio en las afueras de la ciudad amurallada, donde se pensaba que estaba enterrado Academo, un héroe de la mitología griega. Según analizó, allí había un gimnasio cerrado, pero también un bosque, lo que entendió como “un lugar propicio para que el pensamiento y el debate puedan surgir”. Según dijo, la arquitectura debe apuntar a generar “atmósferas” y a una “construcción colectiva que se hace a lo largo de los siglos, y cada generación no sólo tiene que mantener lo que recibe, sino construir un legado para las futuras generaciones”.

En ese sentido, dijo que los edificios construyen espacio pero también identidad, y como ejemplo mencionó la Torre de los Homenajes del estadio Centenario. Planteó que es difícil imaginar al estadio sin la torre, pero en un presupuesto actual la construcción de la torre sería “difícil de fundamentar”.

Además, Danza señaló que los edificios comunican: “Un campus lleno de autos en vez de gente interrelacionándose comunica” un mensaje y no otro. El decano se planteó una serie de interrogantes sobre la arquitectura que está pensando la Udelar y se preguntó si la institución está “al nivel del legado” que recibió de otras generaciones y, además, si es “un aporte sustantivo para la construcción urbanística y social”.

Por su parte, el director del Departamento de Planificación de la IM, Luis Oreggioni, mencionó algunos proyectos recientes de la Udelar a los que consideró como “casos virtuosos”. Uno de ellos es la construcción de una nueva sede para la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en el barrio Cordón. El otro es un proyecto en el edificio del Club Neptuno, donde la IM pretende instalar un club público en el que se realicen prácticas del Instituto Superior de Educación Física de la Udelar, que además cogestionaría el edificio. “Con esa vuelta de la Udelar a la Ciudad Vieja el círculo virtuoso llegaría a un punto valioso”, entendió.