“Hoy es un día muy importante para la institucionalidad de la ANEP [Administración Nacional de Educación Pública], porque por primera vez toma la posesión una mujer, y romperemos así un nuevo techo de cristal”. Estas fueron las palabras de Virginia Cáceres, presidenta del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP, en su discurso de asunción como jerarca del ente, el 28 de noviembre de 2023.

Poco más de un año después y a días de terminar su mandato, Cáceres conversó con la diaria a modo de balance del quinquenio en el que fue secretaria general y presidenta de la ANEP. “Cuando se genera el cambio desde arriba, se empiezan a habilitar otras conversaciones y otras miradas que tal vez antes no estaban”, dijo Cáceres, en vinculación a su discurso inicial y con el diario del lunes. Y a pesar de que manifestó estar satisfecha con varios aspectos que avanzaron durante el período, también cree que lo hecho no fue suficiente.

“El foco de la administración va a estar puesto en implementar la transformación educativa”, decías, en diálogo con la diaria, días después de haber asumido la presidencia del Codicen. ¿Lo estuvo?

Sí, pero capaz que ahí me quedé corta: era implementar y terminar de diseñar la transformación, que se hizo. Hubo también que repensar algunas cosas: hicimos un equipo nuevo de implementación con otro sentido, una mirada más amplia, nos trazamos otros objetivos. El proceso de implementación estuvo bien interesante, dio para terminar de diseñar todos los documentos, y por eso mi conformidad con el proceso: están todos los documentos diseñados y todo pronto para que se inicie la implementación en 2025 en los dos últimos años. Pero también dio para un montón de otras cosas y para ponerle algo de impronta propia.

¿Cuáles fueron los principales hitos desde que asumiste la gestión?

El proceso de inscripción web, que pasó desapercibido porque salió todo bien y cuando las cosas salen bien no hay mucho alboroto. Pero creo que fue un cambio importante, porque era una necesidad que se venía hablando y lo logramos hacer en un año. Por otro lado, la participación estudiantil tuvo un año de mucha efervescencia, se generaron instancias de participación, trabajamos mucho con ellos a partir de la convivencia, y ese es el tercer foco.

¿Hablás del programa “Tu voz, tu acción, tu centro”?

Exacto. Se diseñó y se implementó este año. El diseño lo hicimos con los estudiantes, elaboramos un primer documento y aprovechamos que teníamos a los estudiantes del Parlamento Juvenil del Mercosur en diciembre del año pasado. Les pregunté si les interesaba ayudarme a armar ese documento y me dijeron que sí. Hicieron modificaciones, aportes, y empezamos a construir. Después, además, formaron parte de todo el proceso de implementación, porque cada uno de ellos en sus departamentos salieron a hacer actividades, recorrieron centros educativos, hablaron con los estudiantes. Hubo toda una participación que estuvo buenísima. Así que ese plan cumplió un poco con todos los condimentos.

Hablabas de logros, ¿hubo ciertas metas que no llegaron a cumplir en el período completo?

La ANEP es un organismo tan grande y que habilita a hacer tantas cosas que te ponés a imaginar y es inagotable la cantidad de opciones y aristas que tenés para trabajar desde acá. Pero del plan educativo que se presentó en el Parlamento y de la hoja de ruta que se había trazado, creo que todos los objetivos fueron cumplidos. Los Centros María Espínola eran uno de los ejes centrales y vamos a terminar el período con 60, como se dijo. El proceso de los concursos, que era también un eje bien importante al inicio de la gestión, se logró hacer. Hoy estamos cerrando la administración con la efectivización de adscriptos, directores, inspectores y docentes, tanto en Secundaria como en UTU, que era otro de los ejes más importantes. Y la transformación curricular y todos los documentos.

Tal vez nos quedó en el tintero el tema del Estatuto del Funcionario Docente, que tuvimos un impulso: cuando yo era secretaria general se había conformado una comisión, de ahí se presentó una propuesta, se empezó a trabajar cuando yo estaba siendo secretaria general, después paró y, cuando yo tomé la presidencia, retomé el trabajo. Pero después, no por ninguna razón en particular sino por la vorágine del día a día que hace que siempre haya algo más urgente que atender, fue algo a lo que faltó ponerle un poquito más de acelerador.

Adriana Aristimuño, directora de Políticas Educativas de la ANEP, dejó su rol, a pesar de ser quien encabezó el planeamiento de la transformación educativa. ¿Cómo recibiste esta noticia, en cuanto a lo técnico de su salida y en cuanto al simbolismo de que se vaya una de las referentes de la reforma curricular?

Es confirmado, pero técnicamente todavía no. Toma la licencia prejubilatoria y recién el cese es el 25 de marzo. Técnicamente, si se requiriera, nosotros le podemos pedir que levante la licencia para venir, aunque no va a suceder. Pero en cuanto a lo demás, primero que fue acordado: más allá de su jubilación, hubo un proceso electoral que marcó un tiempo, y el tiempo de todos nosotros en la administración se termina. Ella ya sabía que se jubilaba, que no iba a seguir laboralmente en ningún otro espacio, entonces coordinamos y acordamos qué momento era el mejor para irse. El proceso de diseño de los documentos ya está pronto y ahora queda solamente la etapa de la transición.

Más allá de que Adriana fue “la madre de la transformación educativa”, no trabajó sola, y hay un gran equipo de gente que trabaja en el Codicen y en los subsistemas educativos, que pusieron conocimiento, pienso y lideraron muchas de las cosas. Entonces, la transición y la implementación está garantizada, además de que quedó a cargo Verónica Zorrilla, quien lideró todos los procesos.

Con el recambio de gobierno, está sobre la mesa la idea de rever el Marco Curricular Nacional (MCN). ¿Cómo ves este movimiento? ¿Creés que puede llegar a pasar que se desarme todo lo hecho en estos cinco años?

Los consejeros docentes lo han dicho y lo han manifestado: votaron en contra, y argumentan que no están de acuerdo con el marco competencial y que prefieren ir por los contenidos. Pero [Yamandú] Orsi dijo que no se va a ir para atrás, y creo que eso generó mucha tranquilidad a la interna, porque uno puede estar de acuerdo o no con el trabajo que se hizo, pero hay mucha gente que le puso mucho tiempo y dedicación. Yo me remito a lo que dijo el presidente electo y al propio ministro de Educación designado, [José Carlos Mahía], que no van a plantearse una “contrarreforma”. Se tendrá que ajustar y ponerle su impronta. Ese va a ser el camino que marcaron.

¿Qué implicaría con respecto a la reforma que se revea el MCN?

Es que en realidad rever el marco curricular significaría pensar en una contrarreforma, porque el marco curricular es el documento que plantea el corazón de la transformación, porque es el que cambia a la educación por competencias y demás.

¿Creés que puede llegar a tener un lugar dentro del Codicen esa iniciativa, más allá de la postura de Orsi?

Habrá que ver qué pasa. Espero que no. Esto como una expresión de deseo, porque creo que el marco curricular es el corazón de la transformación, y que reverlo y replantear reformularlo hacia una educación de nuevo por contenidos y no por competencias implica hacer una contrarreforma. Y me parece que eso no es bueno para el sistema educativo. Además, la reforma se está empezando a implementar y nosotros requerimos tiempo para poder medirlo, no tenemos una evaluación, no podemos hacer evaluaciones ahora con dos años de implementación y un año de implementación en todo un ciclo completo.

Cuando asumiste lo hiciste con un discurso feminista, respaldando tu propia designación y también enfocándote en las mujeres, en particular las del interior del país. ¿Lograste trabajar específicamente en ese sentido y mover ciertas estructuras?

Creo que sí. Y un poco es por acción y otro poco es por la fuerza de la inercia cuando pasan estas cosas, que es lo que se plantea también desde el feminismo: cuando uno empieza a visualizar ciertas cosas, aunque no hagas nada, las estructuras se empiezan a mover. Pasó que en algunas instancias se empezaron a plantear temas que en los cuatro años que yo había sido secretaria general nunca había escuchado, incluso por parte del propio Codicen y de la coordinadora de sindicatos en algunas instancias bipartitas.

En este año, además, pudimos resolver cuestiones que tienen que ver con licencias maternales, para hacerse estudios de PAP y mamografía. Algunas de ellas estaban reguladas por ley, pero tenían diferencias en las interpretaciones de las distintas gestiones humanas. También nos amparamos en la Ley 19.580, porque acá había algunas dificultades para su cumplimiento, y logramos que las mujeres puedan ir a audiencias o a pericias y que no se les descuente el día, sino que se lo tome como un día de licencia. En resumen, pasaron un montón de cosas que no habían pasado antes. No lo adjudico a mi persona, pero eso muestra que cuando se genera el cambio desde arriba, se empiezan a habilitar otras conversaciones y otras miradas que tal vez antes no estaban.

¿La Comisión Asesora en Situaciones de Acoso Sexual continúa funcionando? Porque había cesado.

Eso pasó cuando yo todavía era secretaria general. La comisión en realidad se creó y nunca se había integrado. Creo que fue en 2022 que sacamos una resolución con la que la constituimos por primera vez, y ahí empezó a funcionar, porque las denuncias las trabajaba la comisión de acoso laboral. Pero ahora todas las denuncias que llegan se tramitan por la comisión; ellos hacen el primer informe y después va para el subsistema o para acá.

Una de las críticas es que el funcionamiento es lento.

Por ahora creo que no, por lo menos a nosotros nos han llegado los informes en tiempo y forma. Las situaciones que se han generado aquí en el Codicen se han atendido rápidamente. Tuvimos algunas situaciones un tanto complejas y creo que se atendieron bien, rápidamente se iniciaron los procedimientos. Y esto fue también un aporte: estaba constituida, se había hecho todo y nunca se había logrado designar a las personas y que realmente tuvieran trabajo. Lo que es un debe -porque los equipos técnicos se toman a veces más tiempo del que uno quisiera para debatir los documentos- es que están todavía trabajando en el documento que actualiza el procedimiento y demás, que es el que acompaña a la comisión, porque le querían dar un contexto sobre qué significa la violencia, entre otros puntos. Creo que va a quedar para febrero, para poder cerrar la administración con ese documento aprobado.

La educación sexual fue un eje de discusión durante este quinquenio de gestión, fundamentalmente por las idas y vueltas que trajo la transformación educativa vinculada a la temática. ¿Qué balance hacés del abordaje de la educación sexual en el último tiempo desde el Codicen?

Se hizo un documento para docentes desde políticas educativas para trabajar en educación sexual que está muy bien, porque es orientador y con una mirada pedagógica, trabajado por la gente de políticas educativas junto con algunos aportes y alguna ayuda que nos dio la gente de la UNFPA [Fondo de Población de las Naciones Unidas]. También estuvimos trabajando con la guía para los casos de embarazo en el sistema educativo, se ha avanzado en otras guías, acciones y cursos que se están dando, sobre todo con UNFPA. Además, en Secundaria se amplió la cantidad de orientadores de educación sexual. Pero si me preguntás si todo lo que se hizo fue suficiente: no.

¿Hacés una autocrítica sobre algún punto en particular que te hubiera gustado profundizar o mejorar?

Siempre hay que hacer autocrítica y sobre todo con estos temas, porque hay que avanzar enseguida. Lo que pasa es que a veces, cuando tenés que tomar la definición, el punto de equilibrio siempre es difícil. Hay una mirada de algunos sectores que son más conservadores a la hora de trabajar desde el sistema educativo en la educación sexual y hay otra mirada que también en algunos puntos hasta se va al otro extremo. Yo soy una convencida de que los extremos nunca son positivos, sino que el camino es el medio. A veces uno siente que hizo menos de lo que quería hacer, pero creo que en este tipo de temas todos los pasitos, aun los chiquititos, son pasos ganados que allanan el camino para más largo plazo.

¿Y más allá de estos temas?

Tenemos que seguir profundizando en transversalizar la educación sexual en todo el sistema educativo. Hoy trabajamos mucho más en todo lo que tiene que ver con educación sexual, no desde el sistema educativo, que a mí no me parece mal eso, porque no creo que curricularmente todo tenga que salir del sistema educativo, pero hay que seguir profundizando esa mirada, traer gente de afuera del sistema para trabajar esos temas. Hay mucha resistencia, pero en el sistema educativo no pasa solamente con la educación sexual, pasa con todos los temas: hay mucha resistencia a abrir el sistema a otras miradas y aportes que no sean netamente desde lo educativo y pedagógico.

El ausentismo escolar y la desvinculación estudiantil han sido otros de los ejes más debatidos y cuestionados durante la gestión. ¿Qué faltó hacer durante este período y qué desafíos tienen las autoridades entrantes en este sentido?

El ausentismo, sobre todo en Primaria, creo que es el gran desafío que tiene el sistema educativo en nuestro país para atender: es el primero y el más importante. Es un problema que es bien difícil de atender porque es multicausal y pretender solucionarlo exclusivamente desde el sistema educativo no creo que sea la solución. Cargarles a los maestros la responsabilidad de que tengan que asegurar que los niños y las niñas vengan a la escuela es esta mirada un poquito endogámica que a veces tenemos desde el sistema educativo, de pensar que todo puede solucionarlo el sistema educativo. Y hay un montón de factores que hacen que los niños no lleguen a la escuela: hay algunos que son culturales y otros de desigualdad.

Por supuesto que la escuela es el lugar en donde vos tenés todas las herramientas para llegarle a la familia, porque una vez que lográs que el estudiante vaya, sabés quién es y podés trabajar en algo que ya hacemos, que es el llamado a la casa porque no viene, las alertas, que saltan con tres faltas. Pero creo que hay que ampliar la mirada e involucrarse con otros organismos del Estado, porque como es un problema social, tiene que estar presente el Mides [Ministerio de Desarrollo Social] y ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado].

¿Se podría haber hecho más por ese trabajo interinstitucional, que también fue uno de tus objetivos explícitos a la hora de asumir la presidencia del Codicen?

Siempre se puede hacer más. Creo que el trabajo interinstitucional es el que más cuesta todavía en el Estado en general, pero también, aunque no es una justificación, hay que contextualizar, porque nosotros tuvimos dos años de pandemia. Como sociedad estamos en una etapa de negación de la pandemia, pero realmente fue un proceso muy duro y dejó un montón de secuelas también en las familias en esto de aumentar los niveles de ausentismo. Teníamos un problema estructural con el ausentismo que se incrementó con la pandemia, y durante esos dos años todo el trabajo interinstitucional estuvo enfocado en otra cosa: se trabajó en aguantar un país para que no se desmoronara todo, y creo que nos fue bien, pero no tuvimos el tiempo suficiente para profundizar en algunas cosas que hubieran estado buenas.

El diálogo con los sindicatos y la Asamblea Técnico Docente tuvo un cambio, por una cuestión de rol, desde la secretaría general a la presidencia. ¿Cómo consideras que fue finalmente tu vínculo con ambas partes?

Obviamente que cambió, porque al pasar a ocupar otro rol el diálogo cambia, pero creo que fue un diálogo correcto, siempre respetuoso. Hay que entender el juego. Yo no me tomé las cosas de manera personal, sé que hay un discurso que hay que sostener públicamente, más allá del diálogo que después se tenga. Nosotros hemos tenido instancias bipartitas y siempre han sido con respeto. Creo que cuando uno tiene claro cuál es el lugar que ocupa cada uno y desde ese lugar cuáles son los intereses, se pueden construir cosas buenas, y ese fue el tono con el que me vinculé con los sindicatos durante los cinco años y particularmente este último.

¿Por qué creés que de todas formas desde su mirada continuó habiendo una disconformidad con su participación en los procesos educativos?

Porque está bien que así sea. El sindicato tiene un rol que es representar los intereses de los docentes, en este caso, sindicalizados, y desde el día uno ellos marcaron una definición en contra de la transformación educativa, y esa fue la constante durante todo el proceso. Esa visión y esa posición que ellos marcaron no cambió a lo largo de la administración, y el hecho de que ellos piensen que están en contra de la transformación educativa, a mí no me inhibe de poder sentarme en una mesa a negociar otras cosas que pueden ser beneficiosas para el conjunto de los docentes. E incluso, del lado de ellos, más allá de que yo piense y diga, desde el respeto, que a veces los discursos que se plantean desde el sindicalismo le hacen mal al sistema educativo porque se politiza, no los inhibe a ellos a sentarse en la mesa a negociar sobre los aspectos que pueden ser beneficiosos para los docentes, que es en definitiva lo que las dos partes estamos buscando.

¿Qué te espera para 2025?

Quién sabe. Esa es una gran incógnita. Yo no puedo hablar de política, pero vengo de un partido político y veremos cómo se dan las cosas ahí. Soy una mujer de partido y donde me digan que tengo que estar voy a estar.