“Somos adultos que se paran todos los días ahí, que los escuchamos, que los miramos. Nos exponemos todos los días y lo elegimos”. Así reflexionaba uno de los 30 docentes que se juntaron a pensar cómo generar espacios de escucha con sus alumnos, en el marco de una nueva jornada del Día del Futuro, organizada por la diaria y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).

La actividad contó con la participación de docentes de los liceos 68 y 63 de Montevideo y del liceo y la escuela técnica de Pan de Azúcar, y buscó generar un espacio para fomentar el diálogo horizontal, con el objetivo de que luego pudiesen llevar la dinámica a sus aulas y replicarla con sus estudiantes.

Con varias hojas y marcadores en el piso del salón de actos de la ANEP, Ana Rubio, coordinadora de la actividad, les propuso intercambiar sobre los temas que más les interesan o preocupan, sin una agenda preestablecida, justamente para construir una en común. Los docentes fueron anotando en las hojas y luego se juntaron en grupo para dialogar sobre lo que habían escrito.

Uno de los principales temas que aparecieron fue el de la motivación (o falta de) de los adolescentes. ¿Cómo mantener y crear el aula como espacio de disfrute y aprendizaje? ¿Por qué los estudiantes no están interesados en aprender? Estas fueron algunas de las preguntas que se hicieron los docentes y a partir de las cuales fueron intercambiando.

Uno de ellos planteó que el tiempo de clase, de unos 45 minutos, es muy poco para dar lo que dicta el programa y abrir el espacio para explorar otro tipo de intereses. Otra docente agregó que a veces es difícil cumplir con el “programa a rajatabla” y señaló que probablemente a más de uno le había pasado de ir a clase, cumplir con lo planificado y sentir que hicieron una clase “redondita”, pero luego pensar que no se había enterado de cómo estaban sus estudiantes ese día, qué sentían o qué les había pasado.

El segundo tema más recurrente que compartieron los docentes fue el de la salud mental de los estudiantes. Una docente contó que dos estudiantes se habían intentado suicidar en el baño del centro educativo y que ahora, cada vez que alguien pedía ir al baño, se ponía muy nerviosa. Otra contó que una estudiante dejó de ir por semanas a clase y cuando averiguó los motivos, le dijeron que estaba internada por un intento de suicidio. La docente dijo que no había visto ninguna señal previa y que también para los jóvenes es difícil procesar cómo se están sintiendo.

Los temas (o preocupaciones compartidas) se fueron hilvanando y aparecieron también inquietudes por la falta de comunicación y la soledad. Un profesor contó que vio cómo una estudiante que se desempeñaba muy bien empezó a llegar cansada a clase. Se puso a conversar con ella y la adolescente le contó que cuando llegaba a su casa ponía videos de Youtube sin parar para sentir que alguien hablaba con ella.

También compartieron sobre los adolescentes y los proyectos de vida posibles. Una docente contó que un alumno le respondió que él sólo quería ganar bien. “Me preocupa eso”, dijo, y relató que hay muchos influencers que muestran estilos de vida ostentosos por redes sociales, que no son reales, pero que ellos después tienen como meta replicar. “Quizás lo que se está perdiendo es el valor de la educación” y, por contrapartida, hay un mayor “valor en el consumo”, dijo un docente, y otra preguntó cómo cambiarlo.

Entre los relatos difíciles también hubo reflexiones sobre el rol de los docentes en la clase, su entrega y el propósito de su tarea. Un docente planteó que a veces son los únicos adultos con los que los estudiantes pueden hablar, y muchas veces basta sólo con escucharlos. “Los mensajes que damos, aunque digan que no, les importan”, señaló. Otra contó que con otros profesores se organizaron para juntar tuppers y llevar a los centros educativos para que tengan para llevarse a sus casas la comida, porque en algunos centros no hay viandas. “Vamos parcheando”, acotó otra docente.

Al cierre de la actividad, y al pensar en limpio lo que habían “descubierto”, varios respondieron que se dieron cuenta de que comparten las mismas preocupaciones, que aparecen ciertas “ausencias” en varios temas y que los espacios colectivos son necesarios, en particular, los espacios de coordinación docente. “A pesar del cansancio, seguimos teniendo ganas de proyectar hacia adelante”, dijo una docente, y otra, en referencia al libro del educador Paulo Freire, le respondió: “¡Pedagogía de la esperanza!”.