Desde hace unos días [está disponible en Youtube el documental Nacer con respeto. Rompiendo el silencio sobre la violencia obstétrica(https://www.youtube.com/watch?v=R7FAymJnWkQ), que fue creado conjuntamente por estudiantes y docentes de fotografía de la Facultad de Artes de la Universidad de la República (Udelar), la organización Gestar Derechos y el colectivo Parir sin Miedo. Además de ser un proyecto abordado curricularmente con un grupo del quinto año de dicha orientación de la Licenciatura en Artes, fue una iniciativa apoyada por la convocatoria a actividades en el medio, del Prorrectorado de Extensión y Programas Integrales de la Udelar.
Precisamente, se trata de un corto de 18 minutos que, a partir del testimonio de mujeres que fueron víctimas de violencia obstétrica durante los partos de sus hijos y recorrieron distintos procesos de denuncia, se busca visibilizar la naturalización de ese tipo de prácticas médicas y, al mismo tiempo, la falta de respuestas desde el Estado y las instituciones de salud.
En diálogo con la diaria, Mara Hoffmeister, de Parir sin Miedo, y María Eugenia Gómez, de Gestar Derechos, contaron que la organización asesora y acompaña a mujeres que hayan sido de ese tipo de violencia, que consideraron una de las más invisibilizadas dentro de los distintos tipos de violencia de género. En ese sentido, plantearon que el audiovisual buscó ser una forma de mostrar las vulneraciones que se viven cuando un profesional de la salud incurre en ese tipo de prácticas, que, de acuerdo a la Ley de Violencia hacia las Mujeres Basada en Género, son definidas como “toda acción, omisión y patrón de conducta del personal de la salud en los procesos reproductivos de una mujer, que afecte su autonomía para decidir libremente sobre su cuerpo o abuso de técnicas y procedimientos invasivos”.
Según contaron las integrantes de ambas organizaciones, en ese marco es que surge la idea del documental, del que también participaron Romina Gallardo, abogada de Gestar Derechos, y Moriana Viera, de Parir sin Miedo. Alejandra Bacigalupi, Stefany Ferreyro, Nataly Parrillo y Santiago Salazar fueron los docentes que coordinaron el proyecto desde la facultad. Una vez que desde los colectivos les plantearon la idea, analizaron la propuesta y decidieron apoyar a las organizaciones en la búsqueda de visibilización de la temática. A comienzos de este año, iniciaron un proceso de ida y vuelta con varias reuniones para definir los detalles del producto audiovisual, que incluyeron su duración, guion y establecer quiénes serían entrevistadas.
En ese sentido, Hoffmeister y Gómez detallaron que, además de incluir los testimonios de cuatro mujeres que fueron víctimas de violencia obstétrica, consideraron importante incluir el testimonio de Romina Gallardo, abogada de Gestar Derechos y quien acompaña a muchas mujeres que deciden denunciar, ya sea a nivel del sistema de salud como de la Justicia. Otra de las entrevistadas es Gilda Vera, partera y activista por los derechos de las mujeres, quien encuadra el tema desde su mirada de profesional de la salud.
Un proceso de ida y vuelta y aprendizajes mutuos
Las integrantes de Gestar Derechos y Parir sin Miedo recordaron que inicialmente mantuvieron una reunión con estudiantes y docentes de la facultad para compartir algunas nociones sobre la violencia obstétrica, porque, al igual que para la mayoría de la sociedad, era un tema nuevo para los integrantes de la facultad. “Qué es la violencia obstétrica, cómo se define, cuáles son sus manifestaciones, cuáles son sus consecuencias, la normativa nacional e internacional” estuvieron en la conversación, según relataron. Respecto de la elección de Gallardo como entrevistada, señalaron que era importante que una abogada hablara de las leyes que dan marco jurídico al combate a ese tipo de violencia en el país y de las vías existentes para presentar denuncias.
A ese encuentro le siguieron otros tres encuentros en los que siguieron bajando a tierra la idea, para lo que también fue importante la mirada técnica de los docentes y estudiantes de la Udelar. “Siempre estaban los profesores orientando y guiando, y fue muy interesante, porque uno va con una idea, pero su mirada también fue enriquecedora para nosotras. Ellos fueron muy respetuosos, muy cuidadosos con el tema”, dijo Gómez. En ese sentido, señaló que se tuvieron cuidados especiales a la hora de armar el set de filmación y, por ejemplo, limitaron la cantidad de gente en el piso, sobre todo para que las entrevistadas se sintieran cómodas al hablar de una temática dolorosa para ellas.
Luego de la filmación llegó el momento de la edición, etapa en la que desde el colectivo también apreciaron el compromiso de los estudiantes, que tuvieron que reunirse casi todos los días para ver el extenso material y que quedara un producto de 18 minutos. En ese sentido, recordaron que cada entrevista duró más de una hora, por lo que hubo que hacer una cuidadosa selección, en la que también participaron desde los colectivos que trabajan para visibilizar la violencia obstétrica.
Gómez destacó “el ida y vuelta” generado con docentes y estudiantes en el marco del proyecto de extensión y destacó que al comienzo del proceso ellos “no tenían idea de la violencia obstétrica, que es la menos visibilizada, la menos aceptada y reconocida por los equipos de salud, pero también en la sociedad en genera”. En ese sentido, dijo que “se sensibilizaron para no naturalizar que, a la hora de encontrarte con una familia que acaba de tener un bebé, no siempre las cosas salen bien”.
La violencia obstétrica en la sociedad uruguaya
Desde las organizaciones advierten que el hecho de que la familia esté informada y concientizada sobre la violencia obstétrica antes de un nacimiento es importante, pero tampoco asegura que no vayan a sufrirla. “Hay algo en el sistema que va más allá de lo que una como mujer o incluso un acompañante pueda hacer”, lamentó Hoffmeister.
“Es verdad que muchas familias llegan al momento del nacimiento sin preparación o sin información y están mucho más vulnerables”, planteó Gómez, pero agregó que “el manejo médico que hay en la institución de salud se basa en protocolos”, que son distintos en cada caso. Al respecto, planteó que en muchos casos dichos protocolos no están actualizados a partir de la última evidencia científica o incluso de las últimas recomendaciones de organismos como la Organización Mundial de la Salud. “Muchas veces esos protocolos no tienen sentido, no tienen ningún sustento y, sin embargo, suceden”, añadió.
De hecho, la integrante de Gestar Derechos sostuvo que, si bien reduce las probabilidades de quedar expuesta a una violencia de ese tipo, en algunos casos una familia concurre a la institución de salud acompañada de una doula o una partera, pero igual son víctimas de ese tipo de situaciones. De hecho, una de las mujeres que da su testimonio para el audiovisual señala que concurrió al centro de salud acompañada por una partera y, además, era su segundo parto, por lo que se había preparado a partir de lo vivido en el nacimiento de su primer hijo.
Al respecto, desde los colectivos señalaron que la violencia obstétrica no se da solamente en el plano físico, por ejemplo, con intervenciones médicas innecesarias, sino también se manifiesta de forma simbólica, ya que se expresa de forma verbal y tiene consecuencias psicológicas. “Entonces, están las dos situaciones: familias preparadas que lo sufren y familias no preparadas que también la sufren”, resumió.
Justamente, ello hace que uno de los públicos objetivos sea especialmente el sistema médico, que muchas veces “no reconoce la violencia obstétrica, porque la gran mayoría de los médicos dice que la violencia obstétrica no existe”.
La dificultad para denunciar
Esa concepción tiene su correlato de forma más institucional, una vez que se decide denunciar. Al respecto, las entrevistadas señalaron que más allá de que la violencia obstétrica está reconocida por ley desde hace casi diez años, desde ese entonces no hay resoluciones del Ministerio de Salud Pública (MSP) ni de la Justicia que la reconozcan y condenen. Ello contrasta fuertemente con la cantidad de casos que llegan a organizaciones como Gestar Derechos y Parir sin Miedo, que son “muchas más” que los cuatro casos que se presentan en el audiovisual, según señalaron.
Gómez y Hoffmeister plantearon que “cuando las vías de denuncias formales no fluyen” es cuando comienzan a aparecer distintos mecanismos de denuncia pública sobre el tema y, precisamente, el documental realizado es una de ellas. De todas formas, señalaron que no se quiso quedar únicamente en el plano de la denuncia, sino también aportar información y reflexión, de forma de impulsar un debate público sobre la temática.
Gómez consideró que la manera en la que venimos al mundo es muy importante y, sin embargo “no es un tema del que se hable”, lo que muchas veces tiene que ver con el dolor que representan algunas situaciones de violencia vividas durante el proceso de nacimiento. Según agregó, las consecuencias de ese tipo de hechos son múltiples y pueden ser de corto, mediano o largo plazo, tanto para la madre, para el niño o la niña como para otros integrantes de la familia.
Con relación a la dificultad que muchas veces existe para denunciar, además de las trabas o la poca atención que pone el propio sistema de salud, es importante tener en cuenta que después de parir una mujer comienza a vivir la etapa de puerperio, marcada por distintos procesos de cambio hormonal que tienen su correlato en lo emocional. “Es muy difícil denunciar estando puérpera y a cargo del cuidado de un bebé recién nacido, no hay fuerzas para denunciar y muchas veces tampoco se toma contacto con lo que sucedió. A veces ni siquiera la propia mujer se da cuenta de que lo que sufrió fue violencia, entonces, la ficha cae después, capaz luego de un año, hablando con otra mujer”, sostuvo la integrante de Gestar Derechos.
En el marco de ese escenario, muchas veces las mujeres o sus parejas igual deciden denunciar una situación de violencia obstétrica ante la institución de salud, pero la respuesta que reciben no es adecuada. Por ejemplo, muchas veces se responde que se trató de una indicación médica y “el tema queda ahí”, lamentó Hoffmeister.
Además del problema respecto de las instituciones de salud, desde los colectivos también lamentan la “ausencia rotunda del Estado en relación con esta temática”, lo que corre tanto para la pasada administración como para la actual. Gómez señaló que, más allá de las recomendaciones, que en el caso de las que brinda el MSP son de 2018, las denuncias no se tratan adecuadamente y tampoco hay espacios que reciban los casos para un abordaje más integral, por ejemplo, atendiendo los efectos que la violencia haya generado en la mujer y su familia.