Pablo Mollo es maestro y abogado. Su tránsito educativo fue en la educación pública y trabajó como maestro en una escuela durante 11 años. Hoy forma parte del club de niños Los Alfareros, proyecto que se lleva adelante en Solymar, Canelones, lugar en donde se crio y al que siente parte de su identidad.

Su interés en formarse como abogado surgió cuando comenzó a profundizar en los derechos de niños, niñas y adolescentes para utilizarlo “como un vehículo para tratar de modificar prácticas de vulneraciones de derechos generacionales” y, además, para buscar “un cambio pedagógico y educativo desde ahí”, cuenta Mollo.

Este año se postuló al GEMS Education Global Teacher Prize, premio impulsado por la Fundación Varkey en colaboración con la Unesco, con el proyecto que desarrolla en Los Alfareros. La noticia de haber sido seleccionado entre los 50 finalistas, de un total de más de 5.000 postulantes de todo el mundo, lo tomó por sorpresa. “La verdad es que fue una emoción muy grande”, contó Mollo a la diaria al recordar el momento en que recibió la confirmación de su postulación.

Este premio otorga al ganador un millón de dólares por haber hecho “una contribución sobresaliente a su profesión”, informa la web de Global Teacher Prize. En esta edición, Mollo es el único uruguayo seleccionado junto con otros cuatro docentes de otros países de América Latina.

El proyecto se lleva adelante desde hace seis años y recibe a niños, niñas y adolescentes desde los 5 a los 13 años para trabajar en conjunto sobre sus derechos y vulneraciones poniendo como centro la práctica del fútbol. Mollo cuenta que “se trabaja mucho con las familias y la comunidad, y lo que se busca, justamente, es romper con la naturalización de las prácticas de vulneración de derechos”. “Aunque a veces estos mismos derechos son vulnerados por las propias familias de los niños”, agrega.

El espacio es llevado adelante por docentes y educadores. Allí se brinda acompañamiento psicosocial y también se acompañan procesos judiciales cuando es necesario. Mollo contó que a partir de este proyecto surgen los “fondos de identidad”, lo que él identifica como “todo eso que los autodefine [a los niños] y que es un conocimiento innato que forma parte de sus vidas cotidianas”. En este caso, esa identidad se vive a través del fútbol.

El club recibe a niños de la zona de Solymar y en la actualidad funciona sólo en el horario de la tarde, pero están trabajando para poder abrir sus puertas también de mañana, ya que los casos de mayor vulnerabilidad de derechos que han percibido son los de niños que asisten a la escuela en la tarde.

Mollo expresa que lo que más le interesa destacar de su postulación al premio es el trabajo del equipo que lleva adelante el club Los Alfareros, y que su idea es que el proyecto pueda ser conocido por la mayor cantidad de gente para que más niños puedan acercarse. También cree importante la oportunidad de abordar la pedagogía y la enseñanza desde nuevas herramientas que rompan con “el currículum tradicional”, que, según él, “siempre responde a una cultura educativa dominante”. Agrega que “a veces el problema está ahí y no en el estudiante que tenés en el aula, ya que muchas veces el mismo currículum es el que cosifica al estudiante por no valorar sus propias identidades”.

De los 50 docentes seleccionados, sólo diez pasarán a la etapa final, en la que se elige al ganador, que se dará a conocer en febrero de 2026 en una cumbre en Dubái.