El encanto y las ganas de reencontrarse o descubrir por primera vez la escuela, el liceo o la UTU se vieron bastante apaleados por las altas temperaturas que vivió el país en los tres primeros días de clase. En un momento distinto al habitual, a mediados de semana de Carnaval, de forma progresiva comenzaron las clases 313.000 escolares, 90.000 liceales y 76.000 estudiantes de UTU.
La realidad de los centros educativos es distinta y, por ejemplo, algunos cuentan con aire acondicionado en los salones de clase, situación que varía en función del subsistema y del contexto socioeconómico. En diálogo con la diaria, Selva Pérez, subdirectora de Educación Inicial y Primaria designada, dijo que en el caso de ese subsistema la presencia de aires acondicionados se debe en muchos casos a inversiones realizadas por las comisiones de fomento de las escuelas. No obstante, aseguró que en los últimos años la dirección general ha autorizado varias partidas para comprar aires en escuelas de los quintiles de ingresos más bajos, en lugares donde las comisiones de fomento funcionan bien, pero las familias no tienen los recursos como para costearlo.
De hecho, dijo que lo más frecuente es encontrar ese tipo de compras asociadas a la necesidad de calefacción durante los meses de invierno. Al respecto, planteó que los efectos del cambio climático como las olas de calor son imponderables que afectan el desarrollo de lo educativo y por ello es necesario poner el tema en agenda. De la misma forma, habló de la necesidad de pensar alternativas a este tipo de fenómenos climáticos desde un punto de vista pedagógico y del cuidado de la salud.
En diálogo con la diaria, Olga Fernández, integrante del colectivo de Familias Organizadas de la Escuela Pública, planteó que las altas temperaturas complejizaron el inicio de cursos, especialmente en escuelas que no tienen las mejores condiciones locativas. Por su parte, dijo que, incluso en las escuelas que tienen aire acondicionado, muchas veces el plan de energía eléctrica contratado o la instalación eléctrica de la escuela no permiten que estos funcionen al mismo tiempo o en forma continua.
En tanto, indicó es necesario que se garantice el acceso a una alimentación adecuada para afrontar el calor y también al agua potable. Al respecto, aclaró que en muchas escuelas son las propias familias las que deben proveer al niño o la niña una botella de agua, que ante el calor no se mantiene fría o muchas veces es una cantidad insuficiente para toda la jornada escolar. Otro aspecto que suelen solucionar las familias es la colocación de malla sombra en espacios abiertos.
La túnica da calor
Niños que no querían salir al recreo para quedarse en el salón con aire, otros que pedían a sus padres por favor irse porque no soportaban más el calor y familias haciendo trámites administrativos al rayo del sol fueron algunas escenas que marcaron los tres primeros días del año lectivo 2025. En el caso de Primaria, Fernández reclamó por una mayor flexibilidad a la hora de usar la túnica, ya que implica una capa más de ropa.
Consultada al respecto, Pérez recordó que la túnica surgió a partir de la reforma vareliana y se instaló en los primeros años del siglo pasado, para evitar que se vean diferencias socioeconómicas a través de la ropa. Junto con la moña, que se incorporó años después con el fin práctico de que no se cobre a los escolares en el transporte público, se volvieron un símbolo de identidad de la escuela pública, explicó.
La exinspectora técnica planteó que es un tema que “no se ha revisado en clave de protección a las niñeces” y que incluso tiene componentes de género, ya que, por ejemplo, hay túnicas diseñadas “para niñas” con los botones en la espalda. Si bien dijo que no está planteando un cambio drástico al respecto, como la eliminación de la túnica, sí se mostró partidaria de “buscar alternativas” para situaciones específicas, como la que se presentó estos días. De hecho, aseguró que cuando los escolares van a clase de gimnasia se sacan la túnica, por lo que entendió que ya hay camino transitado en ese sentido.
La futura subdirectora de Primaria planteó que hoy por hoy las y los docentes “pueden tomar esa decisión”, pero entendió que muchas veces en las instituciones educativas “está el temor al no respaldo” de los superiores. Pérez contó que en las charlas que vienen teniendo con la directora designada, Gabriela Salsamendi, han hablado de la necesidad de decirles a los docentes que “tomen las decisiones, que los vamos a respaldar”. “¿Quién puede decirle a un maestro que está mal que el niño se saque el atuendo durante un rato con 40 grados?”, se preguntó.
Sobre las alternativas que podrían buscarse, dijo que deben “involucrar a las familias”, lo que presenta sus desafíos en una sociedad en la que “cada vez se conversa menos”. “Capaz que si la próxima dirección general recibe propuestas de ese estilo, se conversa, se analiza y se respalda”, planteó.
Liceales y profesores sufrieron la ola de calor
En el caso de Secundaria, los liceos con aires acondicionados son menos, a lo que se suma que en muchos casos las ventanas no abren porque están rotas o porque fueron soldadas para evitar roturas, explicó a la diaria Camila Menchaca, presidenta de la Asociación de Docentes de Educación Secundaria (ADES) de Montevideo. Menchaca no dudó en definir la situación vivenciada en los liceos durante la ola de calor como “insoportable”, ya que estudiantes y docentes la pasaron realmente mal.
Por ejemplo, mencionó la situación de los salones que funcionan en contenedores, que, si bien tienen que tener un aire acondicionado, este no siempre funciona. En su caso, eso la llevó a tener que trasladar una clase a un laboratorio, porque el contenedor era inhabitable. La dirigente de ADES también dijo que, en otros casos, como el del liceo Instituto Batlle y Ordóñez, los aires acondicionados fueron robados el año pasado y todavía no han sido repuestos. Por su parte, señaló que en los liceos en los que hay ventiladores la compra suele haber sido de alguna asociación de padres.
En el caso de los liceos públicos, además, existen algunas limitantes a la vestimenta de estudiantes y profesores. Si bien en 2018 se flexibilizaron las disposiciones sobre el uniforme estudiantil y de hecho algunos liceos incluyen una bermuda entre las posibilidades, en muchos centros todavía rige la prohibición de que los estudiantes vayan con pantalones cortos. En el caso de los docentes, tampoco pueden ir de bermuda, aunque sea formal.
A ello se suma que la fecha de inicio de clases no fue la mejor para el correcto funcionamiento de los liceos, ya que los docentes y directores renuevan su vínculo con Secundaria el 1° de marzo, que este año fue feriado y estuvo seguido de un domingo y dos feriados por Carnaval. Además, debido a los concursos por los que miles de docentes se efectivizaron, se generó una importante movilidad de profesores, adscriptos y direcciones, explicó Menchaca, y señaló que muchos docentes aterrizaron a un nuevo centro educativo el mismo día del comienzo de clases.
A todo ello se sumaron problemas con las inscripciones, por ejemplo, de estudiantes que aprobaron el grado en febrero, que Secundaria omitió inscribir o que fueron anotados en liceos muy lejanos. Según detalló Menchaca, el mismo día del inicio de clases la reguladora definió muchos traspasos de estudiantes y la DGES creó grupos sin avisar a los liceos, lo que generó largas filas en algunos centros educativos, además de descontento en las familias y desconcierto en los trabajadores. Según resumió, esos hechos se podrían haber solucionado de forma “muy sencilla”: comenzando las clases el lunes 10 y dejando los primeros días hábiles de marzo para una mejor organización de los liceos.
Lineamientos a cargo de cada subsistema
En diálogo con la diaria, el presidente de la Administración Nacional de Educación Pública, Juan Gabito, dijo que el Consejo Directivo Central no estableció lineamientos a aplicar en los centros educativos por la ola de calor, sino que quedaron a cargo de cada subsistema. Juan Pereyra, director general de UTU, indicó que no hubo directrices específicas para las escuelas técnicas, sino que se dijo a las direcciones que valoraran la situación de cada escuela y dispusieran las medidas que ameritaran. De todas formas, aseguró que en algún caso se procedió a instalar algún aire acondicionado y que la mayoría de los centros de ese subsistema tienen estos equipos funcionando.
Sin embargo, la presidenta de la Asociación de Funcionarios de UTU, Ana Borges, discrepó con Pereyra y dijo que solo las escuelas técnicas más nuevas son las que tienen aire acondicionado y en muchos casos tampoco es suficiente la potencia contratada o las instalaciones eléctricas son inadecuadas. "En la mayor parte de las escuelas técnicas y agrarias de nuestro país, los estudiantes estos días se sintieron mal. El promedio de los que ingresan, están por encima de 30 estudiantes todos los grupos, entonces, en cualquier salón con 36 chiquilines y esta temperatura, te sentís mal”.
En el caso de Secundaria, Menchaca dijo que no existió ningún lineamiento y que cada liceo tuvo que afrontar la situación con los recursos disponibles, por ejemplo, para la hidratación de los estudiantes. En algunos casos hay dispensadores de agua, pero en otros la única fuente de agua son las canillas conectadas a la red de OSE.