El 20 de marzo el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) publicó en su sitio web [un documento elaborado en acuerdo con los tres consejeros designados por el Poder Ejecutivo para integrar el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Se trata del Compromiso de Política Educativa Nacional, que acompañó la solicitud de sus venias, tal como establece el artículo 145 de la Ley 19.889, que en 2020 sustituyó la redacción del artículo 51 de la Ley General de Educación de 2008.

Corresponde señalar la importancia y trascendencia de dicho texto, donde se presenta un nuevo marco político, ideológico y pedagógico que señala un rumbo a seguir. Propone un marco de participación, evocando la disposición ya contemplada en la ley. Entre los diferentes elementos que menciona es sustantivo el compromiso de convocar nuevamente al Congreso Nacional de Educación, las comisiones departamentales de Educación, el Consejo Coordinador de la Educación en la Primera Infancia, la Comisión Nacional de Educación No Formal, los consejos de participación y demás comisiones previstas en la ley general de educación; ello en el marco de una “recreación” del Sistema Nacional de Educación Pública.

Hay una “visión ampliada” de la educación, que rescata el marco conceptual establecido en la ley de 2008, particularmente en sus primeros 19 artículos, pocos de ellos modificados por la ley de urgente consideración (LUC) del pasado gobierno. El MEC y la ANEP proponen una generosa visión, que trasciende sus campos de actuación y abre espacio a la inclusión y participación social.

Sin desmedro de lo anteriormente expresado, como reflejo de esta nueva concepción, hubiera sido una muy buena oportunidad para intercambiar impresiones con los dos representantes de los docentes en el Codicen y representantes de las dos universidades públicas.

Este documento nos complace, pero a la vez nos convoca. La participación enriquece su contenido y proyección. Lo mismo sucede con la coordinación. Estas concepciones y la voluntad firme de seguir el rumbo establecido hacia aquellas finalidades nos permitirán, seguramente, procesar los debates para ir dirimiendo las diferencias que irán surgiendo en el camino. La apertura democrática trae consigo diferencias y conflictos que no nos pueden paralizar ni deberíamos rechazar, porque son perspectivas diferentes que será necesario discutir con fundamentos para alcanzar los acuerdos necesarios y seguir avanzando.

No es propósito de este artículo un análisis de la totalidad del documento, pero sí destacar el compromiso de convocar al Consejo Nacional de Educación No Formal, tal como establecen los artículos 92 y 93 de la Ley General de Educación. Cabe esperar, entonces, decisiones y acciones concretas en el futuro próximo.

Con la intención de aportar, considero que se podrá rescatar la experiencia desarrollada hasta 2015, diluida en el período siguiente y sepultada a partir de 2020 y la LUC. En los últimos cinco años se convocó solamente a dos reuniones de este espacio y la primera fue un mero acto protocolar para su instalación.

La “educación no formal” no es un marco conceptual único ni rígido y, por lo tanto, requiere una reconceptualización en tiempo y espacio; es decir, la convocatoria al Consejo Nacional de Educación No Formal será una oportunidad de actualización teórica y organizativa, en el marco de una concepción de educación para todas las personas a lo largo y ancho de la vida, en todo el territorio nacional. Dicho marco conceptual será una referencia para el nuevo consejo que se inscriba en el Sistema Nacional de Educación Pública.

Del artículo 37 de la ley de 2008 cabe destacar: “La educación no formal, en el marco de una cultura del aprendizaje a lo largo de toda la vida, comprenderá todas aquellas actividades, medios y ámbitos de educación, que se desarrollan fuera de la educación formal, dirigidos a personas de cualquier edad, que tienen valor educativo en sí mismos y han sido organizados expresamente para satisfacer determinados objetivos educativos en diversos ámbitos de la vida social”.

También se menciona que “la educación no formal estará integrada por diferentes áreas de trabajo educativo, entre las cuales se mencionan alfabetización, educación social, educación de personas jóvenes y adultas. Se promoverá la articulación y complementariedad de la educación formal y no formal con el propósito de que esta contribuya a la reinserción y continuidad educativa de las personas”.

La convocatoria al Consejo Nacional de Educación No Formal será una oportunidad de actualización teórica y organizativa, en el marco de una concepción de educación para todas las personas a lo largo y ancho de la vida, en todo el territorio nacional

Es importante fomentar una cultura del aprendizaje que permita contrarrestar una concepción economicista, mercantilista y meritocrática predominante, en clave de promover una mirada que promueva el desarrollo humano y social. También se requiere generar actividades, medios y ámbitos diversos, de forma que se posibilite el aprovechamiento de espacios y capacidades instaladas en los territorios y la participación de la sociedad en la educación. Todas ellas dirigidas a personas de cualquier edad, para nutrir la vida social y solidaria, con conocimientos, ideas, valores, razones, creatividad, imaginación, producción; es decir, promover en todos los territorios espacios de convivencia social y solidaria.

A lo largo y ancho de la vida porque, de los tres millones y medio de la población registrada por el último censo, el MEC, como punto focal de la estadística educativa del país, registra un millón de matriculados en total. ¿Qué pasa con quienes no integran ese millón?

El Instituto Nacional de Estadística registra que 82% de la población es mayor a 14 años; ¿qué pasa después de los 17 años cuando se culmina la educación formal obligatoria? La dimensión de la información y el conocimiento es cada día mayor en cantidad y complejidad. La expectativa de vida va en crecimiento y tenemos el desafío de aportar contenido valioso para seguir aprendiendo, porque, entre otras razones, la educación de personas jóvenes y adultas fortalecerá la solidaridad, la convivencia social y democrática.

Principales desafíos para el Consejo Nacional de Educación No Formal:

  • Conocer el estado de situación de la educación no formal: relevamiento de la oferta educativa de instituciones públicas y privadas, así como de las necesidades y los intereses de educadoras y educadores.
  • Implementar un servicio de orientación educativa, a efectos de promover e informar acerca de las diferentes oportunidades educativas, públicas y privadas, en todo el país.
  • Apoyar y coordinar: ofrecer asistencia técnica a las instituciones públicas y privadas en la formulación, diseño y evaluación de proyectos.
  • Promover la educación permanente de las y los educadores de educación no formal y para jóvenes y adultos, en coordinación con las instituciones públicas de formación como la Universidad de la República, Universidad Tecnológica y el Consejo de Formación en Educación.
  • Promover actividades de intercambio y cooperación horizontal entre instituciones y actores del campo de la educación no formal en general y de la educación para jóvenes y adultos en particular.
  • Reconocer, validar conocimientos, acreditar y certificar. Para la educación de personas jóvenes y adultos es sustancial elaborar una propuesta que permita la validación de la formación y experiencia alcanzada por las personas jóvenes y adultas, posibilitando la continuidad educativa.

Según Paulo Freire, “la educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”, por lo tanto, debemos garantizar el derecho a la educación como un derecho humano fundamental, promoviendo una educación de calidad para todos sus habitantes, a lo largo de toda la vida, facilitando la continuidad educativa, como mandata la ley.

Jorge Camors es docente de Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y coordinador de la Cátedra Unesco de Educación de Personas Jóvenes y Adultas en Uruguay, en la Universidad de la República.