El 31 de julio de este año las autoridades de la Dirección General de Educación Secundaria (DGES) decidieron revocar las sanciones a los docentes de San José denunciados por “proselitismo”. Del otro lado, el contraargumento fue que se trató de “persecución sindical”, denuncia que partió de la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (Fenapes) hasta llegar a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que encomendó al Estado garantizar “un equilibrio razonable” entre la neutralidad de los docentes y su derecho a expresarse.

En el trámite de la denuncia también intervino la Internacional de la Educación (IE), organización que nuclea a más de 400 sindicatos educativos de todo el mundo. Tal es así, que su secretario general, el estadounidense David Edwards, visitó Uruguay en 2022 y estuvo en San José, donde habló con los y las docentes sancionados. La semana pasada retornó al país y, en diálogo con la diaria, aseguró que la revocación de la sanción a los y las docentes maragatos es una “señal global” que dejó atrás una “cicatriz”. Además, planteó algunos de los desafíos de la educación en Uruguay, de la que destacó que es un sistema estudiado por todo el mundo, pero “el uruguayo promedio no lo sabe”.

¿Considerás que la revocación de la sanción a los y las docentes de San José marcó un quiebre?

En San José me preguntaron si es una mancha para siempre: yo digo que es una cicatriz, y nosotros somos más fuertes en los lugares donde tenemos cicatrices. En la OIT lo ven como un momento oscuro en un país que tiene algunos momentos oscuros, pero que ahora está en un proceso de cambiarlo, mejorarlo y asegurar que no pase más. Tienen que hablar de esas cosas para que no pasen más. Lo que hizo Fenapes fue insertarse entre lo local y lo global y conectarlo de una manera muy poderosa, y pudimos solidarizarnos y hacer una campaña global por los docentes de San José, donde tenías a gente de África, Corea y Australia mandando cartas. Yo lo uso como un estudio de caso de que es posible cuando lo global y lo local encajan. Yo tengo esperanza.

¿Cómo evaluás la situación actual de Uruguay y la región en cuanto a las libertades de cátedra y sindicales?

Es súper importante la señal global de la revocación, porque si en Uruguay se puede sancionar a docentes por libre expresión de cátedra, es una cosa tan absurda que puede ser posible en cualquier otra parte del mundo. Mucha gente viene a Uruguay para tratar de sistematizar y entender qué tiene de bueno el sistema educativo de acá. Ustedes son la Finlandia de América Latina, tienen turismo educativo. Son conocidos por la parte más tecnológica y por su abordaje del covid-19. Yo fui parte de una comisión de expertos de la Organización Mundial de la Salud sobre el covid-19 y la escuela, y ustedes tenían una respuesta bastante organizada. Mucha gente quería entender por qué.

Pero también, en términos de sindicatos, son muy unidos. La población es pequeña –eso es parte de lo que tiene de bueno–, pero al mismo tiempo tienen una trayectoria en la que todos entienden que la educación pública y los docentes son parte clave de lo especial que tiene Uruguay. También hay gente que está interesada en la participación cívica: en el Latinobarómetro son los número uno en educación cívica. Pero es curioso que cada finlandés esté cansado de recibir a tanta gente que estudia su sistema, y el uruguayo promedio no lo sabe. Quizás eso sea parte del secreto; les permite ser humildes y seguir criticándose a sí mismos y tratando de mejorar.

¿Qué desafíos tiene Uruguay en este momento con respecto a la educación?

Creo que la información sobre la educación es problemática. Hay canales de información que dicen lo que quieren escuchar. Entonces yo, siendo consumidor de información, puedo buscar cualquier canal que me va a defender mis propios sesgos, mis propias creencias. Eso no es bueno. Muy poca gente sabe cuántas personas vienen para estudiar la educación uruguaya, y eso me parece también un problema, porque se piensa que “la educación es terrible”, por tener ejemplos y no evidencia.

Para que Uruguay entienda su gran posibilidad tiene que tener una conversación nacional honesta consigo mismo, con todo lo malo y lo bueno. Y mirar: si está mal, ¿por qué está mal? ¿Por qué los chicos pobres están en escuelas donde no hay agua? ¿Eso se puede cambiar? Muchos miran solamente los resultados, pero también hay que mirar los insumos. Lo que tiene que corregir el sistema es no actuar con la evidencia que tienen.

Destacaste los avances tecnológicos de Uruguay en la educación. Hoy en día uno de los principales desafíos en las aulas es aggionarse a la inteligencia artificial (IA). ¿Cuál es tu mirada al respecto y qué tan avanzado creés que está Uruguay en ese sentido?

Alfabetización en IA: yo creo que es mucho más importante entender lo que es que el uso. Hoy en día no sabemos suficiente sobre los peligros y las aplicaciones ni sobre lo que va a pasar, porque hay una cosa que se llama atrofia cognitiva. Está pasando, y en algunos países estamos midiendo que los chicos que usan la IA, por ejemplo, en matemática, tienen mucho peor rendimiento escolar que los que no la usan. Entender qué es un large language model sirve tanto para los docentes como para los estudiantes. Antes de tener el debate sobre el uso y en qué, en qué edad, vamos a entender los límites, lo posible, porque hay diferentes algoritmos, hay sesgos, pero en el fondo es entender lo que es. Ahí es donde ustedes están empezando y yendo, y están adelantados respecto de muchos otros países, aunque no tienen un plan nacional de IA, como lo tienen Brasil y México.

En el último período, el mayor movimiento educativo en el país se corresponde con la transformación educativa impulsada por el gobierno anterior, que se rige por un enfoque por competencias. Los colectivos docentes piden ir para atrás con este cambio. ¿Cuál es tu visión al respecto?

Nosotros hicimos una cumbre en las Naciones Unidas en 2023 sobre la transformación educativa, y el secretario general dijo que no podemos transformar la educación si no involucramos a los y las docentes. El enfoque por competencias es interesante, yo tengo mi doctorado en política educativa y desde hace 20 años están hablando de eso: está bien, pero es muy difícil de medir, es muy difícil de transmitir, y yo no he visto una transformación que pase por afuera, por incentivos, transformación, sin participación.

Creo que la negociación colectiva que está pasando ahora, con [la elaboración de] un Plan Nacional de Educación y el Congreso [Nacional de Educación] que están planeando hacer, van a ser mucho más transformativos que al importar algo de, por ejemplo, Alemania. La pregunta es qué tipo de sistema educativo necesitamos como país y por dónde queremos ir. ¿Cuál es la visión que tenemos para Uruguay? ¿Cómo podemos atraer a la gente que realmente está comprometida con el desarrollo del país, el desarrollo humano de los estudiantes, la investigación, el contenido pedagógico, para ser parte del viaje? Porque ahora están perdiendo mucha gente joven, que está mirando salarios, horas de trabajo, el desprestigio, la falta de respeto y de tiempo autónomo. Es importante trabajar al respecto.

Existe una carencia de docentes a nivel mundial. ¿Las causas se vinculan con esto último que decís?

Ahora hay una escasez de 50 millones de docentes en el mundo. Unesco tiene los números actuales y eso va cambiando. Eso está basado en calcular 40 alumnos por profesor como la base. Sabemos que en África llegamos hasta 100, pero, pensando en un mundo perfecto, por lo menos 40, aunque mejor serían 20, porque podés personalizar. ¿Por qué? Puedo decir alguna cosa: los salarios. En el mundo, en los países donde hay escasez, son más bajos que lo que puedes ganar en una profesión con años de estudio similares. Otro factor, que los propios profesores manifiestan, es que están recibiendo mucho más trabajo burocrático encima de lo que tienen que hacer; a eso se suma que hay violencia, chicos que llegan con hambre, y los docentes tienen que solucionar todo eso. Por último: la confianza en la sociedad. El 66% de los docentes en el mundo dicen que su sociedad no los respeta, que su profesión no está respetada. Además, cada vez más, la profesionalización significa menos derechos laborales. Hay mucho más precarización en la profesión. Entonces, hay una inversión que está cayendo.

Manifestaste que la sociedad no respeta a los docentes. ¿Por qué existe esa tendencia? ¿Tiene que ver con los discursos desde la política y con las políticas públicas que efectivamente se crean?

Primero, hay una autopercepción de la profesión misma: los docentes sienten que hay desprestigio. Pero la Unesco miró cómo se habla de los docentes en los medios de comunicación. En Australia, por ejemplo, hicieron una campaña nacional para compartir realmente lo que es ser docente y tratar de cambiar la percepción. Todos nosotros pasamos por la escuela, todos salieron con una idea de qué es la escuela, la educación, un docente, y ese sesgo queda en la mente y hay que trabajarlo un poco. Creo que tenemos que hablar sobre cómo es, estar menos a la defensiva.

¿Qué valoración hacés de los financiamientos de la educación, que muchas veces provienen de cooperaciones internacionales?

Tenemos que separar algunos, porque no podemos hablar de todas las instituciones financieras internacionales de la misma forma. Si hablamos del Fondo Monetario Internacional, les pone presión a los países que han recibido préstamos para que disminuyan los salarios en ese sector como condición del préstamo. El Banco Interamericano de Desarrollo y otros, como el IDA [Asociación Internacional de Fomento, según la sigla en inglés], que es principalmente del Banco Mundial y da préstamos, están perdiendo inversión. Estados Unidos está poniendo menos dinero. El Global Partnership de Educación está perdiendo, porque en Europa, por la guerra de Ucrania, todos están tratando de subir el gasto militar. Esos donantes llevan el dinero de la educación y lo ponen en los militares. Los gobiernos mismos, en particular en los momentos de austeridad, están cortando todo el sector público y tratando de ver si pueden utilizar el mercado para mejorar la situación.

Pero también la Organización de Naciones Unidas está hablando de que hay alrededor de 13 trillones de dólares que están guardados en islas donde ya no hay impuestos, y hay un esfuerzo en tratar de asegurar que los países reciban ese dinero. Eso va a ser muy importante, da un ejemplo de dónde pueden recabar fondos para la inversión en el gasto social, pero es preocupante.

En esta visita a Uruguay te reuniste con Carolina Cosse, vicepresidenta de la República. ¿De qué hablaron?

De varias cosas: el panorama global, lo que está pasando en el mundo sobre la educación, como la escasez de docentes y las razones por las que el secretario general de las Naciones Unidas estableció el panel de alto nivel sobre los 50 millones de docentes que faltan en el mundo. Le hablé de nuestras propias investigaciones, de la manera en que se pueden involucrar los docentes en los procesos de diseño, desarrollo y reglamentación de la IA. Y habló de organizar una cátedra sobre IA en la educación con los sindicatos, los ministros de Trabajo y Educación y la ANEP [Administración Nacional de Educación Pública].

Parte de la idea fue llevar algo de esperanza a los demás países y docentes, porque en Uruguay hubo cambios importantes y, aunque no está todo resuelto, yo tengo esperanza. A mí me encanta Uruguay: la literatura, la cultura, la forma de ser, la forma de criticarse a sí mismo, pero hay un optimismo, aunque es pesimista, es un optimismo calificado que me gusta mucho.