El domingo pasado había un total de 2.727.120 personas habilitadas para elegir al próximo presidente de la República y a los 30 senadores y 99 diputados que formarán parte de la próxima legislatura. Sin embargo, 402.467 personas, aproximadamente el 15% del padrón electoral, no votaron a ningún partido político.
Según el escrutinio primario de la Corte Electoral, 283.742 (10,4%) personas directamente no fueron a votar, cifra que representa el porcentaje de abstención más alto desde las elecciones nacionales de 1989. En aquel entonces, 11,3% de los habilitados no se apersonó en el circuito y, por ende, no optó ni por el frenteamplista Liber Seregni, ni por el colorado Jorge Batlle, ni por el nacionalista Luis Alberto Lacalle Herrera.
A su vez, el pasado domingo, 118.725 personas participaron en la elección, por lo que no pagarán la multa, pero no votaron a ningún candidato. Este número, que supone casi un 5% de los votos emitidos, se divide entre 31.160 personas que votaron en blanco, 53.847 que anularon su voto y 33.718 que sólo se pronunciaron sobre los dos plebiscitos constitucionales que estaban a consideración de la ciudadanía, el de la seguridad social y el de los allanamientos nocturnos.
Técnicamente, la categoría que establece la Corte Electoral para este universo de votantes es “sobres sólo con hojas por Sí”, por lo que no es posible discriminar cuántos votos tenían la papeleta blanca, cuántos la amarilla y cuántos las dos juntas.
En la comparación histórica, el porcentaje de votos en blanco (1,3%) fue el más bajo de las últimas tres elecciones; no obstante, como contrapartida, el porcentaje de votos anulados (2,2%) fue el más alto desde la recuperación democrática, si bien esto podría variar en función del escrutinio definitivo, aún en curso.
“Un voto politizado”
En cuanto a la porción del electorado que únicamente se posicionó sobre las consultas populares (1,4%), se constató un incremento en relación con elecciones anteriores, como la de 2009, en la que se sometió a votación la habilitación del voto en el exterior y la derogación de la ley de caducidad, y apenas 0,6% de los votos válidos se incluyeron en la categoría “sobres sólo con hojas por Sí”.
Al respecto, el politólogo Óscar Bottinelli, director de la empresa Factum, señaló en una entrevista con VTV Noticias que se trata de “un voto en blanco parcial” y lo describió como “un fenómeno”, dado que 33.000 votos equivale a “un diputado con holgura”. En tal sentido, el pasado domingo más gente votó sólo por los plebiscitos que por el herrerismo en Montevideo.
En diálogo con la diaria, el también politólogo Daniel Buquet, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, consideró que este tipo de votante tiene un determinado nivel de politización, ya que “por algo metió la papeleta de un plebiscito”, es decir, “algo pensó”. En el caso del plebiscito de la seguridad social, señaló que “puede ser un voto politizado de un votante de izquierda decepcionado con el Frente Amplio [FA], al que tampoco le gusta Unidad Popular, pero va con los sindicatos”.
Los votos anulados suelen aumentar en la segunda vuelta
¿Qué puede pasar en la segunda vuelta con los votos en blanco y anulados? Excepto en el último balotaje, en los otros tres el porcentaje de votos en blanco aumentó en comparación con la primera vuelta; la proporción de votos anulados siempre aumentó en noviembre con respecto a octubre.
De todos modos, Buquet señaló que se trata de “un asunto puntual”, dado que “estamos siempre en un terreno de volúmenes pequeños de gente”. Si bien apuntó que en otros países “hay un fenómeno general de alejamiento de la gente de la política”, en Uruguay, “en todo caso, es menor”. “Esto es un fenómeno de época, que obviamente acá tiene algún impacto, aunque no se note mucho”, agregó.
A nivel departamental, el mayor porcentaje de votos en blanco se dio en Rocha (1,8%) y el menor en Montevideo (1%). La proporción más alta de votos anulados estuvo en Canelones (3%) y la más baja en Artigas (0,2%). En cuanto a los “sobres sólo con hojas por Sí”, Río Negro se ubicó en el primer puesto (1,9%) y Flores (1,0%) en el último.
Buquet señaló que en el electorado que no votó a ningún partido puede haber desde “gente sofisticada” que “está insatisfecha” y “no ve que haya diferencias entre los distintos partidos”, hasta personas a las que “no les interesa nada la política” y “vota en blanco porque es lo más fácil”.
A su modo de ver, la no participación el pasado domingo responde, en términos generales, a “la escasez de opciones que generen entusiasmo”. “Tenés al oficialismo actual, que tiene alto nivel de aprobación, pero con un candidato no particularmente carismático, que además básicamente propone más de lo mismo; y del otro lado tenés al FA, que en realidad es el oficialismo de hace cinco años, que tampoco está generando una expectativa de renovación”, expresó.
.