En estos últimos meses hemos estado viendo tres películas relacionadas con las elecciones internas. “La aburrida superioridad de Álvaro Delgado”, “La vertiginosa remontada de Andrés Ojeda” y “La oscilante distancia entre Yamandú Orsi y Carolina Cosse” han sido proyectadas durante este semestre, con entregas periódicas, en las mejores salas.

Las productoras de estas películas son las encuestadoras de opinión pública, que semana a semana van mostrándonos escenas de las historias. Todavía queda una penúltima escena, a estrenarse entre esta y la próxima semana, que precederá a la escena final, prevista para el domingo 30 de junio.

Nótese que sólo la última escena es real. Como los prisioneros de la alegoría de la caverna de Platón, las historias que vemos son meras sombras de lo que sucede en la realidad, proyectadas por la luz del fuego encuestador. La liberación de nuestras cadenas, la posibilidad de girar la cabeza y ver el mundo real ocurre recién el día de la elección. Sólo en ese momento podemos ver los dos mundos al mismo tiempo y contrastarlos. Las preguntas emergen naturalmente: ¿coinciden estos dos mundos? ¿Cuán parecidos son? ¿Embocan las encuestas?

Acertando al ganador: nueve de cada diez proyecciones

Para analizar la consonancia entre el mundo de la caverna y el mundo real sistematicé las últimas encuestas disponibles para las tres últimas elecciones internas y las comparé con los resultados finales, combinando todo en el gráfico que acompaña este artículo.1 Para resumir la información en una sola imagen grafiqué la distancia entre el primero y el segundo, que en definitiva es el dato relevante en una elección interna.

Foto del artículo 'Las sombras platónicas y el mundo real: ¿cuánto aciertan las encuestas?'

Si miramos el resultado puro y duro, es decir, quién ganó la interna y, por tanto, se encaramó como candidato a presidente por su partido, vemos un buen desempeño de las encuestadoras. De las nueve internas analizadas, en siete todas le embocaron al ganador.

Sólo hay dos elecciones que escapan a esta regularidad. Primero, la victoria de Lacalle Pou sobre Larrañaga en 2014, cuando sólo una acertó al ganador. Segundo, la victoria de Talvi sobre Sanguinetti en 2019, cuando todas menos una acertaron al ganador.

En síntesis, de 36 proyecciones que tengo en la base, 31 acertaron al ganador. Un 86% de acierto, casi nueve de cada diez proyecciones.

Acertando la distancia: la mitad de las veces los errores fueron menores a 10%

Las primeras páginas de cualquier manual de estadística dicen que un buen estimador debe reunir dos condiciones. La primera es que sea insesgado y la segunda es que sea de mínima varianza. Si pensamos en un juego de dardos, el mejor jugador cumple esas dos condiciones: sus tiros se ubican por toda la diana (son insesgados) y además no suelen alejarse mucho del centro (tienen baja varianza).

Veamos esto en nuestra base. La primera pregunta, referida al sesgo, sería ver si las encuestadoras tienden a exagerar la distancia o a quedarse cortas. La respuesta es que la mitad de las veces subestimaron la distancia y la otra mitad se excedieron. Por tanto, la estimación de las encuestas de la distancia entre el primero y el segundo ha sido insesgada.

La segunda pregunta sería cuánto se acercan a la distancia real, si suelen pegarle a la diana aunque no emboquen justo en el centro o si terminan agujereando la pared. Esto se puede ver de maneras más complejas, pero lo resumiremos de la siguiente forma: la mitad de las veces le erraron por menos de 10%, y la otra mitad, por más de 10%.

¿Cuáles han sido los errores más grandes? 22% de exageración en la distancia y 27% de subestimación de la distancia, ambas vinculadas a la interna del Partido Colorado. De hecho, la interna colorada es la que presenta errores promedio más grandes en la serie histórica, seguida por la de la interna nacionalista.

Los márgenes de error estadísticos y los márgenes de error históricos

Siempre es interesante, en las encuestas con muestreos probabilísticos, ver la información sobre márgenes de error, ya que dan una idea de la variabilidad que tiene la estimación. Pero confieso que siempre que los veo me quedo pensando que tienen algo incompleto. En rigor, la realización de encuestas es un trabajo con bastante más barro del que aparece en los manuales de estadística; hay varias decisiones y problemas que la distancian de la aséptica idea de sacar 1.000 bolillas de un bolillero enorme. Los altos índices de no respuesta, las ponderaciones que se realizan sobre la muestra, el hecho de que la gente responde cosas que no son exactamente acordes a lo que hacen (por ejemplo, de cada 100 que dicen que van a ir a votar, sólo van 50) y las decisiones que se toman para identificar el universo que finalmente votará son elementos que no entran en la fórmula estadística de los márgenes de error, pero existen en la realidad.

Por eso decidí jugar a guardar los libros de estadística y sacar los de historia electoral, para ver los datos del mundo real y así recrear los verdaderos márgenes de error de las encuestas. Recapitulando, entonces, mis conclusiones serían:

  • Primero, las encuestadoras aciertan al ganador de las internas nueve de cada diez veces.
  • Segundo, las encuestadoras no tienen un sesgo particular a la hora de proyectar la distancia entre primero y segundo: a veces exageran y a veces se quedan cortas.
  • Tercero, la mitad de las veces le erran por menos de 10% y la otra mitad, por más de 10%.
  • Cuarto, las encuestadoras sólo han fallado al ganador cuando la distancia proyectada con el segundo ha sido en promedio menor a 10%.

Estas cuatro lecciones de la historia electoral son una buena brújula para leer las encuestas que salgan en estos últimos 15 días. Al momento, las últimas encuestas muestran una distancia promedio de 45% de Delgado sobre Raffo, 17% de Ojeda sobre Silva y 13% de Orsi sobre Cosse. Falta conocer aún si en la penúltima escena habrá cambios o estabilidad.

Dos salvedades para ver con pop la escena final

Quisiera agregar dos salvedades que también nos muestra este repaso histórico, que tienen de fondo el hecho de que las internas son elecciones voluntarias. La primera salvedad me surge del episodio de la interna nacionalista de 2019. Es el único caso en el que, más allá del resultado final, todas las encuestadoras quedaron cortas en cuanto a la distancia entre Luis Lacalle Pou y Juan Sartori, un candidato nuevo con un gran bolsillo para hacer publicidad. ¿Acaso las encuestas sobrerrepresentan a la novedad con gran exposición publicitaria? Una buena pregunta para la interna colorada.

La segunda salvedad, a la cual dediqué el anterior artículo, refiere a qué pasa en una elección no obligatoria cuando hay diferencias significativas entre el electorado total de un partido y el núcleo duro que vota en las internas. ¿Cómo se comportan las estimaciones de las encuestadoras en este caso, teniendo en cuenta que las estimaciones siempre toman una población mayor a la que realmente vota? Una buena pregunta para la interna frenteamplista.

Ambas salvedades podrían conducir a distancias menores en la escena final. Veremos en 15 días qué nos dicen las urnas, cuando liberados de nuestras cadenas podamos sacar la vista del fondo de la caverna y comparar el mundo real con las sombras platónicas que hasta el momento nos han entretenido.


  1. Utilicé datos de encuestas sobre internas del Frente Amplio, el Partido Nacional y el Partido Colorado de 2009, 2014 y 2019, tomados de la base de la Unidad de Métodos y Acceso a Datos de la Facultad de Ciencias Sociales y las páginas web de las encuestadoras. Para las encuestas de este año tomé las estimaciones que consideran a la población más cercana a la que efectivamente votará en las internas.