Las calles de Montevideo fueron ayer escenario de dos intervenciones urbanas que buscaron visibilizar los casos de mujeres desaparecidas en Uruguay y exigir al Estado que fortalezca los mecanismos para erradicar esta problemática y, en general, todo tipo de violencia basada en género.
La fecha no fue elegida al azar. Las actividades se realizaron en el marco del Día Mundial contra la Trata de Personas, porque los colectivos convocantes entienden que muchas de las mujeres desaparecidas –en su mayoría, jóvenes y de contextos socioeconómicos vulnerables– terminan siendo captadas por redes de trata con fines de explotación sexual.
Pasada la media tarde, cuando todavía quedaban rastros de la luz del sol, las integrantes de ¿Dónde están nuestras gurisas? se reunieron en la plaza 1º de Mayo para realizar una jornada de difusión sobre la desaparición de mujeres en el país. Mientras unas repartían folletos con información, otras paralizaban el tránsito de a ratos sosteniendo una pancarta que en letras negras y violetas interpelaba y exigía: “¿Dónde están nuestras gurisas? Basta de desaparecerlas”. Al mismo tiempo, preguntaban por el paradero de cada una de las niñas, adolescentes y mujeres desaparecidas. Y se respondían: “No, no están perdidas, son desaparecidas para ser prostituidas”.
El colectivo –surgido a fines de 2017– trabaja directamente con las familias de las muchachas desaparecidas y sus allegados (amigos, vecinos, etcétera), e intenta acompañarlos en el proceso de búsqueda. De acuerdo con la información que recaban, a veces también gracias a investigaciones policiales, presumen que las desapariciones tienen vínculos con la trata y la explotación sexual. Sin embargo, el grupo reconoce que no es lo que ocurre “siempre”. Lo que es seguro es que la mayoría de los casos “están vinculados a las múltiples violencias que sufrimos las mujeres”, dijo Eva Taberne, integrante del colectivo, a la diaria. Ahondó además sobre las dificultades para acceder a la Justicia que tiene la población “más empobrecida”, de donde provienen la mayoría de las muchachas que faltan.
En su material de difusión, el grupo de mujeres señala al Estado y a sus instituciones como responsable, por “no acompañar los ritmos ni la gravedad” de la problemática, por la falta de datos oficiales y por la ausencia de políticas públicas que propongan terminar con las desapariciones. “Por omisión o complicidad”, concluye el folleto, “el Estado es responsable”.
La presencia de la ausencia
Sobre una mesa dispuesta en la mitad de la explanada de la Intendencia de Montevideo había platos, cubiertos, vasos, velas encendidas y un cartel que inquiría: “¿Dónde están?”. Alrededor había ocho sillas en las que no se sentó nadie. Estaban ocupadas por las sombras de las pibas que no están.
“La idea de la mesa es mostrar la ausencia en lo más cotidiano de nuestras vidas, como es sentarse a comer”, explicó a la diaria Florencia Buslón, quien integra el Encuentro de Feministas Diversas (EFD) que coordinó la intervención de la tardecita de ayer. La actividad fue convocada bajo la consigna “No estamos todas”.
Buslón contó que el objetivo de intervenir el espacio urbano era plantar la pregunta en la sociedad y visibilizar una realidad que atraviesan “sobre todo mujeres jóvenes que vienen de contextos socioeconómicos vulnerables”. En las sillas que rodeaban la mesa había carteles con los nombres de chicas desaparecidas y la fecha en que fueron vistas por última vez. El caso más reciente es el de Ana Bastos, que desapareció la semana pasada, y el más lejano en el tiempo es el de Silvia Fregueiro, a quien están buscando hace 24 años. “Eso es lo que queremos visibilizar”, enfatizó Buslón: “Que esto pasó, sigue pasando y no hay respuestas. Faltan políticas de Estado y falta investigación”.
El EFD se centra específicamente en darle difusión a los casos. “El objetivo principal de nuestra colectiva es la visibilización de un tema que no está presente en los medios, por eso este tipo de intervenciones”, explicó Alfonsina López, otra de las “feministas diversas”, que hacen también un trabajo muy activo en las redes sociales.
Este colectivo, que nació a mediados de 2016, intenta “no vincular” las desapariciones con la trata y la explotación sexual porque “hay casos que son un poco más complejos y no se puede decir a ciencia cierta que las mujeres son víctimas de trata”, afirmó Buslón. “Pero hay otros casos en los que es muy sospechoso que no estén en redes de trata, especialmente teniendo en cuenta que Uruguay es un país de captación, tránsito y destino de mujeres tratadas”, agregó.
Al igual que el colectivo ¿Dónde están nuestras gurisas?, el EFD considera que el Estado es responsable y, por eso, le exige políticas públicas para erradicar toda violencia basada en género. También piden más recursos destinados a la contención, reparación y rehabilitación de las mujeres que aparecen, así como la aplicación de la Ley de Prevención y Combate a la Trata y la Explotación de Personas, aprobada recientemente por el Parlamento, con su debido presupuesto.
“Exigimos que el Estado realice un cambio de política, garantizando la protección y respeto a los derechos de las mujeres […]. Nos queremos vivas. Nos queremos libres”, concluía la proclama del colectivo, que fue leída de manera colectiva por todas las mujeres presentes, alrededor de la mesa vacía.