No es ninguna novedad que menstruar cuesta caro en cualquier parte del mundo. La cifra es bastante ilustrativa: según el último informe de la organización británica Fare Share, se estima que las mujeres gastan más de 11.000 dólares en artículos de gestión menstrual a lo largo de sus vidas.

Esta realidad las obliga a dejar una parte importante de sus ingresos en productos que deberían ser considerados de primera necesidad y no de lujo, y eso siempre y cuando tengan la posibilidad de costearlos. De lo contrario, lo que sucede es que muchas faltan a clases, se ausentan de sus trabajos o recurren a métodos caseros –medias, pedazos de tela, papel de diario, plantas– que son poco higiénicos y pueden derivar en infecciones y enfermedades.

Desde hace ya varios años, movimientos de mujeres y organizaciones civiles han impulsado campañas en distintos países para exigir a los gobiernos que reduzcan los impuestos de las toallitas y los tampones. La lucha contra el “impuesto de sangre”, como le llaman, no es fácil y por el momento tuvo éxito en pocos países, en Canadá en 2015, por ejemplo, o en India hace poco más de un mes.

Hace unos días, Escocia decidió dar un paso más y se convirtió en el primer país en aprobar una iniciativa que establece que todas las estudiantes de liceos y universidades podrán tener acceso gratuito a toallitas y tampones. Según el gobierno, el objetivo principal de esta medida es garantizar que la falta de estos artículos no interfiera con la educación. La medida favorecerá, en total, a cerca de 400.000 mujeres. El plan ya estaba funcionando en los centros educativos de la ciudad escocesa de Aberdeen desde el año pasado, pero de ahora en más se extenderá al resto del territorio.

Un informe publicado en marzo por la organización humanitaria Plan International reveló que 45% de las niñas y adolescentes escocesas ha tenido que usar alternativas caseras durante el período menstrual porque no podía comprar productos mejores. Esta cifra disparó todas las alarmas.

“En un país tan rico como Escocia, es inaceptable que alguien tenga que luchar para poder comprar productos higiénicos básicos”, dijo la secretaria de Comunidades, Aileen Campbell, al anunciar la medida. La funcionaria aseguró que la inversión –de más de cinco millones de dólares– proporcionará “estos productos esenciales” a quienes los necesitan “de una manera sensible y digna, lo que facilitará que las estudiantes se centren completamente en sus estudios”.

El gobierno escocés aseguró que tiene la intención de hacer que los productos sean gratuitos para todas las mujeres que menstrúan, y no sólo para las estudiantes. La oposición ya empezó a diseñar planes en este sentido. La parlamentaria del Partido Laborista Escocés Monica Lennon adelantó la semana pasada que está trabajando en un proyecto de ley “para introducir un sistema universal de acceso gratuito a estos artículos para todas las mujeres en Escocia”, porque “el acceso a productos sanitarios debería ser un derecho, independientemente de los ingresos” de cada persona. “Nadie debería enfrentar la indignidad de no poder acceder a estos productos básicos para gestionar su período”, concluyó Lennon en un comunicado.

Para confeccionar el plan, el gobierno liderado por la ministra principal, Nicola Sturgeon, trabajó junto con la Convención de Autoridades Locales Escocesas (COSLA, por su sigla en inglés), las Universidades de Escocia –organismo que representa a todas las instituciones universitarias del país– y el Scottish Funding Council. La directora de Asuntos Públicos de Universidades de Escocia, Susannah Lane, dijo en una nota de prensa que la menstruación “es parte de la vida”, por lo que “no debería ser un punto de desigualdad ni comprometer la calidad de vida de alguien o ser una distracción que impida pasar la mayor parte del tiempo en la universidad”.

Por su parte, la presidenta de la COSLA, Alison Evison, explicó que además de ayudar a las estudiantes a concentrarse en su educación sin preocuparse por el acceso a los productos, la iniciativa “también contribuirá a una conversación más abierta y reducirá el estigma innecesario asociado con los períodos menstruales”.

Representantes de la sociedad civil coincidieron en que la propuesta del gobierno escocés romperá con el tabú de la menstruación. Al mismo tiempo, insistieron en la importancia de contar con una educación sexual integral. “Ahora necesitamos que los gobiernos aborden la tercera parte de la ecuación tóxica que produce la ‘pobreza del período menstrual’: la falta de educación. Hay que invertir en enseñar a las niñas cómo funcionan sus cuerpos y qué es un período sano”, dijo en esa línea la portavoz de Plan International en Reino Unido, Lucy Russell, a la agencia de noticias Reuters.

Un modelo a seguir

La medida aprobada por Escocia fue celebrada por políticos de otras partes de Reino Unido, que instaron a las autoridades a que introduzcan programas similares.

Una de ellas fue la portavoz de igualdad del Partido Laborista en Irlanda, Deirdre Kingston. “Sabemos de forma anecdótica que algunas escuelas y algunos docentes proporcionan productos sanitarios a las estudiantes, sin embargo, esto se hace a menudo en una base ad hoc, sin una estructura real”, dijo la semana pasada. “El gobierno [irlandés] debería tratar de seguir el ejemplo de Escocia y proporcionar productos sanitarios gratuitos a todas las escuelas y universidades”, agregó. Kingston también consideró que el programa, además de beneficiar a las estudiantes, debería extenderse –al menos– a todas las mujeres de bajos ingresos.

Las organizaciones feministas y de mujeres vienen haciendo campaña desde hace muchos años para abolir el impuesto de 5% sobre los productos sanitarios en Reino Unido, pero el gobierno no ha sido autorizado a hacerlo debido a las normas de la Unión Europea (UE) que clasifican esos artículos como productos “de lujo, no esenciales”.

A fines de junio una situación inédita tuvo lugar en la Cámara de los Comunes, cuando la diputada escocesa Danielle Rowley se disculpó por llegar tarde alegando: “Estoy con el período”. La política aprovechó el argumento para contar que durante esa semana había gastado 29 dólares sólo en productos de gestión menstrual. “Sabemos que el costo anual promedio en Reino Unido es de 656 dólares, lo que muchas mujeres no pueden permitirse. ¿Qué hace la secretaria de Estado para ocuparse de esta cuestión?”, lanzó la diputada, ante la mirada atónita de sus pares. La secretaria de Estado encargada de las Mujeres y la Igualdad, Victoria Atkins, respondió que el gobierno de la primera ministra británica, Theresa May, está determinado a “suprimir el impuesto de los productos higiénicos” cuando el país abandone la UE, algo que está previsto para fines de marzo de 2019.

Pero los otros 27 países siguen atados a la normativa del bloque europeo. En enero de este año, la Comisión Europea propuso una reforma impositiva para que los gobiernos de los países miembros puedan reducir los impuestos a los productos que deseen, incluidos las toallitas y los tampones. Sin embargo, la propuesta todavía está en discusión y para que sea aprobada se requiere unanimidad de todos los países miembros, algo que se prevé complicado.

Mientras tanto, empresas privadas proponen alternativas para facilitar la compra de los productos de gestión menstrual. El año pasado, por ejemplo, cadenas de supermercados como la británica Tesco decidieron cubrir el impuesto de 5%, y algunas empresas redujeron los precios de cientos de productos. Pero las medidas son puntuales y no solucionan el problema de raíz.

En la cancha también se sangra

La iniciativa de garantizar toallitas y tampones gratis en centros educativos de Escocia impulsó a las estudiantes de ese país Orlaith Duffy, Erin Slaven y Mikaela McKinley a lanzar la campaña “On the Ball”, para replicar la medida en los estadios de fútbol. Inicialmente, la campaña fue lanzada en Escocia con el objetivo de aumentar en ese país la visibilidad de las hinchas del fútbol. Sin embargo, se extendió rápidamente a 13 clubes de todo Reino Unido.

Uno de ellos es el Brighton and Hove Albion Football Club, que la semana pasada se convirtió en el primer club de la Premier League inglesa en comprometerse a proporcionar productos higiénicos gratuitos a las mujeres hinchas. Según el diario The Guardian, los clubes Liverpool y Everton, también de la Premier League, están evaluando la posibilidad de implementar la misma medida.

“Creo que esto nos lleva a pensar en el papel que los clubes de fútbol juegan en la comunidad más allá del fútbol. Muchos clubes pequeños se unieron rápidamente porque quizás estén un poco más en sintonía con lo que sus hinchas quieren. Pero en términos de visibilidad es genial tener un club de la Premier League a bordo”, dijo McKinley al diario británico, en referencia al Brighton.

La campaña se hizo viral en las redes sociales cuando un hincha publicó en Twitter una foto de una papelera llena de toallitas y tampones en el estadio Oakwell, en Barnsley, Inglaterra.

Las propulsoras de la iniciativa reconocieron que al principio fue incómodo discutir sobre la menstruación con las autoridades de los clubes, porque generalmente son hombres de mediana edad. McKinley aclaró que la idea de la iniciativa no es “obligar a ningún club a hacer nada”, sino más bien “empoderar a los seguidores para alentar a sus clubes a que proporcionen productos sanitarios gratuitos, ya sea mediante máquinas expendedoras ya existentes o a través de cualquier otra forma que haga que las toallitas y los tampones estén disponibles para las mujeres que van al estadio”. La estudiante agregó que desde su punto de vista, los artículos “sólo se usarán en situaciones de emergencia, de todos modos”. Concluyó destacando la relevancia de esta iniciativa: “Es importante que los clubes de fútbol sean inclusivos y esperamos que esto estimule a las hinchas a pensar que las están escuchando”.