No es nada fácil, para cualquier persona, alcanzar un puesto de responsabilidad en las organizaciones en las que trabaje a lo largo de su vida. Menos todavía si se es mujer. Por ello sólo existe un país en el mundo –República Dominicana– en el que las mujeres son mayoría ocupando los puestos directivos o gerenciales que existen en su mercado laboral. En el resto, con mayor o menor distancia de 50%, son minoritarias.
Lo cierto es que la medición de la Organización Internacional del Trabajo abarca multitud de puestos y categorías laborales, ya que no se acota a lo que a menudo podemos entender como puesto directivo –un alto cargo dentro de una empresa, un partido político o la administración pública–, sino que lo amplía a puestos medios con cierta relevancia, lo que también permite hacernos una idea de la situación laboral de la mujer en puestos intermedios, algo que en principio debería tender hacia cierta paridad al haber un mayor número de ellos y ser más sencillos de alcanzar. Pero lo cierto es que no.
Los motivos de que unos países estén mejor que otros, al menos en lo que refiere a la parte alta de la tabla mundial, son diversos. El primero, y más evidente, es la brecha de género y el fenómeno del techo de cristal, por el que muchas mujeres ven detenidas sus carreras profesionales por barreras que se ponen desde la propia empresa para su desarrollo o por aquellas que se generan en el ámbito social, por ejemplo en cuestiones relativas a la maternidad, a partir de la cual muchas mujeres pierden capacidad adquisitiva y ven ralentizado su desarrollo profesional. En este sentido, países donde en los últimos años se ha hecho un esfuerzo importante por eliminar estos obstáculos, desde Estados Unidos a Suecia, están relativamente bien posicionados, con una cifra que ronda 40%. Además, hay que considerar que en muchas economías desarrolladas las mujeres tienen unos niveles educativos y una preparación muy elevados, lo que es un factor de ayuda para acercarse a un porcentaje equilibrado aunque no determinante, ya que en otros países con enorme potencial, caso de China o Japón, la situación laboral de la mujer es bastante mala.