“Soy un enamorado de Montevideo de toda la vida”, dice Sergio Miranda, y recuerda que cuando tenía 14 años salía a fotografiar la ciudad porque lo tenía “encantado”. Cuatro décadas después, asegura que la habita con ese mismo espíritu. Lo hace ya no como espectador, sino como un actor con capacidad de incidencia: desde noviembre, forma parte del equipo de autoridades de la Intendencia de Montevideo (IM) como director de la Secretaría de la Diversidad.

La designación como responsable de las políticas públicas LGBTI de la capital no es fortuita. El vínculo de Miranda con la temática surgió en la infancia y la adolescencia, cuando pudo identificarse como varón gay, y lo fue construyendo durante el resto de su trayectoria social, cultural, profesional y laboral. “Siempre era el que ponía el tema de la diversidad arriba de la mesa”, asegura. En el ámbito estudiantil, en el gremial, en donde estuviera. Durante 15 años, fue referente en el sector privado como vicepresidente de la Cámara de Comercio y Negocios LGBT del Uruguay, desde donde gestionó distintos programas para la inclusión laboral de las disidencias sexogenéricas, y coordinó la Mesa de Turismo LGBT+ de la Asociación Turística de Montevideo.

Ahora, al frente de la Secretaría de la Diversidad de la IM, busca ampliar ese abanico para que las personas LGBTI no sólo tengan más y mejores oportunidades de trabajo, sino que, además, puedan acceder a la salud, la educación y a una vida libre de discriminación y violencia.

En el marco del Día Internacional del Orgullo LGBTI (que se celebra el 28 de junio y que en los últimos años se extendió a todo el mes), Miranda habló con la diaria acerca de las actividades para la fecha y adelantó cuáles serán las principales líneas de trabajo de su gestión.

Estamos en junio, Mes del Orgullo LGBTI. ¿Cómo lo celebra la Secretaría de la Diversidad?

La línea de junio de 2021 de la secretaría es en torno al activisimo LGBTI hoy en día. ¿Qué vigencia tiene? ¿Dónde está? ¿Hacia dónde va? ¿Qué busca? Tenemos un marco legislativo, tenemos matrimonio igualitario, tenemos ley integral trans; ¿alcanza? ¿Es suficiente? ¿Sirvió para algo? Sobre todo, hacia dónde va. En ese “dónde estamos” y en ese “hacia dónde va”, la propuesta es abrir un espacio a la identidad no binaria. En ese LGBTIQ+, ¿qué es ese más? Bueno, es, por ejemplo, las identidades no binarias. Estamos empezando a tener contacto con colectivos no binarios que tienen reivindicaciones específicas como lo de los pronombres, que no son ni “él” ni “ella”, o la identidad en lo público, es decir, en los formularios y demás. Es muy notoria esta cuestión en la población joven y muy joven, y eso ya tiene repercusiones en los centros educativos, entre otras cosas, entonces hay mucho para trabajar. Acerca del formato de las actividades de este Mes del Orgullo, lamentablemente no podemos hacerlas presenciales aún, así que estamos pensando en un streaming, como hicimos con el conversatorio de despatologización trans, con la línea del activismo LGBTI hoy: dónde estamos y hacia dónde vamos. Nos interesa mucho también la mirada de la diversidad sexual en el deporte, es decir, la homofobia, la lesbofobia, la transfobia, la “diversidadfobia” en el deporte. Hemos tenido testimonios de personas vinculadas con el deporte, incluso a nivel de élite, que viven una sexualidad no heteronormativa y les significa un peso no poder manifestarse. De hecho, los jugadores de élite que han “salido del clóset” en Europa, por ejemplo, en general lo hacen cuando se retiran; cuando están en la cúspide, con la copa de oro en la mano, no lo hacen. Así que diversidad y deporte sería otro tema para empezar a hablar.

“Hay un incremento notorio de niñas, niños y jóvenes manifestando su identidad trans y eso tiene múltiples repercusiones en la familia, el hogar, los centros educativos, la salud, y hay mucho para trabajar ahí”.

¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de esta nueva gestión de la Secretaría de la Diversidad?

Llegamos con un trabajo previo realizado, es decir, no partimos de una hoja en blanco, entonces tomamos las líneas que nos parece que deberían continuar y profundizarse. En primer lugar, seguiremos profundizando el trabajo de la Red Montevideo Arcoíris, una red de instituciones públicas no necesariamente municipales que tienen en común una actitud de respeto y de celebración de la diversidad, que incluye desde actividades específicas a una mirada de la gestión con perspectiva de diversidad. Esto tiene una pata internacional que es una red de ciudades arcoíris, en las que así como está Montevideo, están Ciudad de México, Buenos Aires, Medellín, entre otras. Somos ciudades que tenemos políticas públicas u oficinas de diversidad, entonces nos juntamos para ver nuestras realidades y prácticas. Después la idea es seguir priorizando a la población trans, porque además llegamos con el Plan ABC en un contexto de pandemia, en el que las poblaciones vulneradas son más vulneradas y en particular la población trans, especialmente las trabajadoras sexuales trans en la calle que de un momento al otro se quedaron sin trabajo, muchas de ellas teniendo personas a su cargo. Dentro de la población trans, pensar que en general hemos tratado este tema desde una perspectiva adulta y no se ha hablado tanto sobre niñeces y adolescencias trans. La realidad es que hay un incremento notorio de niñas, niños y jóvenes manifestando su identidad trans, y eso tiene múltiples repercusiones en la familia, el hogar, los centros educativos, la salud, y hay mucho para trabajar ahí. Otro eje de trabajo en la misma línea es la “L”, la primera letra de la sigla LGBTI, que hace referencia a las mujeres lesbianas, de las que se habla poco, por no decir nada. La idea es estudiar su realidad, su acceso a la salud, al mundo de trabajo, sus derechos reproductivos, sus derechos laborales. Primero, vamos a investigar. Hay un acuerdo con la Universidad de la República [Udelar] y con la Asesoría para la Igualdad de Género de la IM en ese sentido. De hecho, una de las primeras cosas que hice cuando asumí fue reunirme con la directora de Género, Solana Quesada, porque las divisiones de Género y de Diversidad tienen que ser hermanas. Otro tema que está totalmente invisibilizado y del que nadie habla es la vejez LGBTI. Es curioso que, en una sociedad envejecida como es la uruguaya, no se hable de la vejez LGBTI, que tiene muchas aristas.

Desde que asumiste al frente de la Secretaría de la Diversidad, has dicho varias veces que una de las principales líneas de trabajo será visibilizar a la población LGBTI ‒y, en particular, a las personas trans‒, “no sólo desde lo testimonial, sino también desde la gestión”. ¿En qué medidas se reflejaría esto?

Todas las gestiones, temas y cuestiones que tienen que ver con la población trans hasta ahora han sido llevadas adelante por personas no trans. Seguí muy de cerca la redacción y la campaña de la Ley Integral para Personas Trans y veía que cada vez que salía algo vinculado a lo trans eran personas no trans hablando del tema. Y, cuando participaban personas trans en un evento, en una mesa académica, en un congreso o en lo que fuera, era siempre desde lo testimonial, como el estudio de caso, pero nunca desde la gestión, desde lo propositivo. Entonces pensé que si la IM va a tener como una de sus líneas principales la atención a población trans, esa gestión en el día a día tiene que ser llevada a cabo por una persona trans. Lo primero que hicimos, entonces, fue incorporar al equipo de la Secretaría de la Diversidad a Delfina Martínez, que es una reconocida activista trans y que, además, tiene toda una trayectoria de activismo afro, lo cual es interesante porque una línea de trabajo de la intendenta [Carolina Cosse] es la interseccionalidad. A esto se suma que, además de su capacidad e inteligencia, Delfina es reconocida por los colectivos sociales. Nos parecía que sumarla al equipo era una señal potente.

Hablabas de “priorizar” a las personas trans. ¿Qué planes están enfocados concretamente en dar apoyo a esta población, sobre todo tras el impacto que ha dejado la pandemia? En materia económica y laboral pero también en salud, pensando en la atención integral a personas trans que brinda la IM en 13 policlínicas barriales, por ejemplo.

Nosotros llegamos en el marco del Plan ABC, que incluía los programas de trabajos transitorios, entonces, desde la secretaría estuvimos muy presentes en todo el proceso para que en el ingreso de esas personas estuvieran garantizados no sólo los cupos para personas trans, que son determinados por ley, sino además la preparación y el seguimiento. Porque es mucho más que decir “vení a trabajar seis meses”, sino que eso implica formación en oficios para que, una vez que ese plazo termina, la persona pueda irse con herramientas. Eso se sigue haciendo ahora y se replica en el programa de jornales solidarios, al que ingresaron 80 personas trans, 2% del total, con lo que duplicamos el cupo de 1% previsto en la ley. Con respecto a la salud, la idea es ampliar a todas las policlínicas la preparación y sensibilización de su personal para la atención a personas trans. Además, dialogando con los colectivos trans y con las trabajadoras sexuales trans sobre cuáles son las emergencias y las necesidades, nos comentaban, por ejemplo, que una cosa es el barrio donde residen y otra cosa es dónde trabajan. Entonces, si bien en cada barrio hay policlínicas, hay que trabajar para facilitar el acceso en términos de horarios, de la gestión del carnet de controles médicos, de la provisión de preservativos.

En marzo se creó una mesa de diálogo intrainstitucional sobre el trabajo sexual trans. ¿Qué objetivos tiene y en qué acciones viene trabajando?

Esta mesa está liderada por la Secretaría de la Diversidad en coparticipación con las divisiones de Asesoría de Participación Municipal, Asesoría para Igualdad de Género y Salud –con sus policlínicas– y los municipios, además de otros departamentos como Convivencia, Desarrollo Urbano, Alumbrado Público, Limpieza, que participan para acciones puntuales. También estamos iniciando gestiones con Movilidad, por cuestiones vinculadas al transporte público. El primer objetivo es poner el tema sobre la mesa, porque hay inquietudes de parte de vecinas y vecinos con esta situación, que preocupaba sobre todo antes de la pandemia, especialmente el eje Bulevar Artigas entre la Plaza Varela, Tres Cruces y Parque Batlle. Ahora se incorpora una nueva realidad que son las trabajadoras sexuales migrantes, que hay cada vez más, los trabajadores sexuales varones, que con esta crisis económica se han multiplicado, y eso genera cuestiones que atender y a las que la ciudad no puede estar ajena. Por ejemplo, cuestiones que tienen que ver con seguridad, con la generación de residuos, con tener baños públicos, con la atención en las policlínicas con horarios posibles para que puedan ir y hacer todos los trámites en un solo lugar. También la entrega de preservativos, porque se les da una cantidad determinada como a cualquier ciudadana o ciudadano, entonces sería lógico pensar que a una trabajadora sexual se le debería entregar más. En el tema de alumbrado público, más que la lógica natural de iluminar una calle o un parque, pensar en la seguridad de las trabajadoras sexuales e identificar otros puntos que deberían estar iluminados. La mesa sobre trabajo sexual trans está focalizada primero en la detección de problemas y de posibles soluciones, y también en esto del espacio público-privado, porque los vecinos viven ahí y tienen esa realidad en la puerta de su casa, que también hay que atender y escuchar.

El año pasado, casi al final de la administración anterior, se presentó la Guía de referencia para protocolo de transición de género en el trabajo. ¿Cómo se viene implementando? ¿Les consta que ha servido de modelo para otros espacios de trabajo, tanto públicos como privados?

El protocolo de seguimiento de transición de género para personas trans que trabajan en la IM está vigente desde el año pasado. Es único a nivel de América Latina y en el resto del mundo hay en Europa, pero no es para nada habitual. En ese sentido, la IM ha sido precursora, así como lo fue en cuestiones de género, en materia de protocolos de acoso laboral o incluso en políticas sociales que después se implementaron a nivel nacional, como el servicio 0800 4141. En esto pasa lo mismo. La IM tiene alrededor de 9.000 funcionarias y funcionarios municipales –sin contar a becarios, contratados, etcétera– y era necesario plantear qué pasa si una funcionaria o un funcionario transita un cambio en su identidad de género. De hecho, tenemos varios casos, y lo primero es escuchar, siempre en un marco de absoluta reserva y confianza, y generar todos los pasos en el contexto laboral con compañeros, jerarquías, para seguir el proceso que tiene que ver con cuestiones médicas, de infraestructura, baños, vestuarios. La verdad es que es algo incipiente y el resultado es bueno. Sería deseable que toda la administración pública tuviera un protocolo de estas características, porque tenemos mucha población en la gestión pública. No sé si hay alguna institución que lo esté replicando, no creo que haya. En la órbita privada, tengo que ser honesto y decir que desde la Cámara de Comercio LGBT se hizo mucho por esto, como capacitaciones para empresas acerca de buenas prácticas e inclusión LGBTI. Ahí aprendimos mucho de las empresas grandes como IBM, que es pionera en el mundo y líder en esto desde hace 50 años.

“Es curioso que, en una sociedad envejecida como es la uruguaya, no se hable de la vejez LGBTI”.

Hablabas sobre la invisibilización de la “L” que inaugura la sigla LGBTI. ¿Tienen acciones concretas pensadas para poner el foco en las realidades de las mujeres lesbianas?

Lo primero que hay que hacer es recabar información, lo cual implica escuchar a los colectivos y a las mujeres lesbianas: a las jóvenes, a las grandes, a las mujeres lesbianas afro, es decir, siempre desde la mirada interseccional. Además de escuchar, se necesita hacer una investigación sistematizada, seria, profesional, técnica. Eso implica tiempo, recursos, y ya está encaminado en Montevideo –porque es lo que nos compete–. En ese sentido, ya tenemos redactada una propuesta de investigación para hacer con la Udelar y esperamos poder tener para fin de año un primer corte para después profundizar. Me interesa subrayar que esta investigación, a su vez, va a ser llevada adelante por un equipo de técnicas y profesionales que incluirá a mujeres lesbianas.

Al principio mencionabas la intención de trabajar también con las personas no binarias. ¿Cómo piensan ese abordaje?

Hay un incremento de identidades no binarias que viene desde hace tiempo ya, lo que pasa es que cada vez se ven más y se manifiestan más. Pero ¿qué es la identidad no binaria? Porque te dicen “ah, son los bisexuales”. No. “Ah, son las personas trans”. No. Son las personas que tienen identidades no binarias, es decir, que no se identifican ni con ser varones ni con ser mujeres ni capaz con nada en el medio, pero que fluyen entre todas las posibilidades. Está generando un debate bien interesante y hay que trabajar y prepararse porque, entre otras cosas, uno de los planteos que tienen estos colectivos es la identidad formal, como la que aparece en los formularios, que son binarios. Los formularios de la IM fueron modificados porque, hasta hace poco, aparecía la opción “sexo” –término biologicista, genitalizado– y no “género”, y estaba binarizado en varón y mujer, entonces pusimos las variables “varón”, “varón trans”, “mujer”, “mujer trans” y “otras identidades”. Sería deseable que estuviera en los formularios de todo el Estado, pero no es así. Antes de esto, incluso, creo que un primer paso es darles visibilidad a las personas no binarias y espacio para escucharlas. Algo en esa línea estamos pensando en el marco de este Mes del Orgullo.

Los servicios de atención a situaciones de violencia de género de la IM incluyen la atención a la población LGBTI. ¿Se sabe cuántas personas acceden y cuáles son las situaciones más comunes que se denuncian?

Las Comuna Mujer atienden a mujeres trans en situación de violencia, por ejemplo. El tema de la violencia, incluso intracomunidad, es un tema que no está sistematizado y en el que hay mucho para trabajar. Son temas difíciles de tratar porque, entre otras cosas, hacen falta datos, pero están en nuestra agenda. Lo que sí te puedo decir es que a la secretaría llegan todo el tiempo denuncias de violencia hacia la comunidad LGBTI, por ejemplo, de jóvenes que sufrieron discriminación o violencia por parte de sus familiares o vecinos. Lo primero que hacemos es recibir la denuncia, escuchar y tratar de derivar en articulación con otras dependencias de la IM, que pueden ser Convivencia, Infancia, Adolescencia y Juventud, Personas Mayores, Equidad Étnico Racial y Población Migrante, e incluso, en algunos casos, el Programa Calle Drogas. Después, brindamos asesoramiento en cuanto a qué puede hacer esa persona para minimizar los daños. Estamos en ese terreno siempre de la dificultad de lo probatorio, lo mismo que pasa con cualquier otra persona que sufre estas violencias, pero la idea es siempre denunciar, hacerlo saber, y en cuanto a eso me gustaría transmitirle a la población que se comuniquen con la Secretaría de la Diversidad a través del correo [email protected]. Por ahora la atención es virtual, porque estamos en modo teletrabajo, pero no dejen de comunicarse, la idea es escuchar y ver cómo podemos colaborar para revertir la situación.

¿Cómo es el diálogo con el gobierno nacional respecto de las políticas de la diversidad? ¿Hay diálogo fluido con las autoridades del Ministerio de Desarrollo Social (Mides)?

La verdad que sí. Yo llegué acá y rápidamente recibí una comunicación de parte del nuevo equipo del Mides para generar un diálogo. Hay un convenio entre el Mides y la IM, con nuestra secretaría en particular, que tiene que ver con articular la política municipal con la política nacional, y eso está vigente. La secretaría integra el Consejo Nacional de Diversidad Sexual que preside el Mides, ahí yo participo en representación de la IM y fui designado para representar al Congreso de Intendentes, lo cual es bien interesante, porque se puede articular también lo departamental con lo nacional. Todo el tiempo nos llegan inquietudes y demandas de movimientos sociales del interior, donde en muchos lugares las realidades son más duras que en Montevideo. Por otro lado, estamos llegando todavía, Rosa Méndez acaba de asumir como directora de Promoción Sociocultural, pero la intención y la actitud de ambas partes es la mejor. Lo que une a la Secretaría de la Diversidad con la Dirección Nacional de Promoción Sociocultural del Mides es que trabajamos con poblaciones muy vulneradas, y creo que hay una sensibilidad en las dos instituciones y una voluntad de trabajar en conjunto. Nuestra disposición es la mejor y, no sólo es la mejor, sino que nos parece necesario e indispensable que podamos complementarnos. Trabajamos para la población más vulnerada del país, eso es lo que tiene que prevalecer.