El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es un día histórico para los feminismos. Un día de conmemoración, lucha, reivindicación de los derechos y denuncia de las desigualdades y las violencias que enfrentan mujeres y disidencias todos los días del año. Hay planteos y reclamos que se repiten con fuerza frente a la resistencia del sistema patriarcal. No obstante, cada 8M tiene su esencia y este no fue la excepción. En los rostros de las manifestantes resaltaba la alegría de encontrarse y de apoderarse de las calles otra vez, luego de las dificultades que impuso durante meses la pandemia.
Mujeres y disidencias se movilizaron a lo largo del día y en todo el país. En Montevideo, hubo concentraciones y movilizaciones en distintos barrios. Las convocatorias en el Centro de la capital estaban pautadas a partir de las 18.00. Sin embargo, dos horas antes ya había movimiento en las calles y, de a poco, el espacio público comenzó a teñirse de violeta. Una de las movidas principales fue la marcha organizada por el Tejido Feminista, que llamó a concentrar en dos puntos diferentes de la avenida 18 de Julio: la plaza Libertad y la Plaza de los Bomberos.
Cerca de las 18.00, en la plaza Libertad había una multitud de mujeres que esperaba el inicio de la marcha. Durante la espera, se pintaban la cara, conversaban, cantaban, se sacaban fotos. A su alrededor, fotos en blanco y negro colgadas en diferentes partes recordaban a niñas, adolescentes y mujeres adultas desaparecidas. Se trata de una iniciativa del colectivo ¿Dónde Están Nuestras Gurisas?, que se repite desde hace varios años, para visibilizar las desapariciones en el país. “El Estado es responsable”, decía una pancarta que acompañaba apoyada en el suelo.
Con los labios y los párpados pintados de violeta estaba Sofía, de 15 años, que fue a la marcha con su mamá. Asistir juntas es una práctica que mantienen desde hace algunos años. “El 8M es la mejor oportunidad que tenemos las mujeres para ser escuchadas”, dijo a la diaria, y agregó: “Vengo como mujer joven y estudiante que se siente oprimida por una sociedad machista que la perjudica diariamente”.
A un lado, su madre, Victoria, de 33 años, agregó: “Marcho como madre y trabajadora de la educación, por mi hija, por nuestras estudiantes, por mí. Porque aún tenemos que explicar a diario por qué reclamamos derechos. Marcho para que no nos maten, no nos acosen y no nos denigren”.
Sumergida entre la multitud, con un cartel que decía “Harta” estaba Lucía, de ocho años. “Vengo por los derechos de las mujeres”, aseguró tímida y escondida detrás del cartel. Su mamá, Magdalena, tiene 43 años. “Siempre vengo con ellas, desde que son muy chicas. Mi otra nena tiene 12 años. Quiero que vean esta inmensidad y que sigan los pasos de otras mujeres, como mi madre, que han luchado durante décadas por los derechos que hoy tenemos muchas y nos han abierto paso a otros espacios de reflexión”, aseguró. La abuela, Josefina, tiene 69 y fue a la marcha con su bastón. “Es una mezcla de sentimientos estar acá; es una alegría enorme ver todo esto y que haya crecido tanto en los últimos años, pero también cansa seguir reclamando lo mismo. Tiene que parar”, comentó.
En la Plaza de los Bomberos, ya pasadas las 18.00, el ambiente era de fiesta. Mujeres y disidencias cantaban y saltaban. Estaban preparadas para caminar con pancartas, pañuelos violetas atados a puños, cuellos y mochilas y remeras con distintos mensajes. Al borde de la calle, Graciela, de 63 años, aplaudía los cantos de las manifestantes. “Me emociona ver a las gurisas movilizarse desde tan jóvenes. Enciende la esperanza. Las generaciones que vienen son diferentes a la mía”, reflexionó, con una sonrisa. Como desde hace muchos años, Graciela fue a apoyar los reclamos de las mujeres y disidencias, pero este 8M lo hizo como “observadora”, dijo. “Les dejo el lugar en la cancha a estas muchachas. A mi edad ya estoy cansada, vengo de un largo camino. La pelea sigue, pero desde otras contiendas. Las protagonistas ahora son ellas”, puntualizó.
Tamara tiene 23 años y es una mujer trans. “El feminismo es diverso, no hay otra forma de entenderlo. Hay compañeras que nos quieren excluir con mensajes de odio y con el mismo discurso biologicista de la derecha. Somos parte de este movimiento, también sufrimos la violencia machista y estamos oprimidas por el sistema patriarcal”, comentó. Fue a la marcha con “amigues”, que mientras la escuchaban asentían con la cabeza.
“Esto sí es manada”, “No sentir rabia es un privilegio”, “Mamá, de mayor quiero ser libre”, “¿Qué siembra un país que cosecha cuerpos?” se podía leer en algunos carteles sostenidos en alto. Entre las frases se repetían las condenas a los femicidios, los abusos, las violaciones y toda manifestación de violencia de género.
“Somos agua cuando la realidad es piedra”
Mujeres y disidencias marcharon desde ambos puntos por la avenida 18 de Julio hasta Santiago de Chile y Ejido, en las inmediaciones de la Intendencia de Montevideo. Marcharon por ellas, por todas, por las que ya no están y por las que vendrán. Marcharon diversas: mujeres y disidencias, jóvenes y viejas, afros, mestizas y blancas, uruguayas y migrantes, con hijas e hijos o entre amigas. Marcharon y fueron marea abriéndose paso en las calles e inundando cada rincón con sus mensajes.
Como una marea, las manifestantes que partieron de la Plaza de los Bomberos continuaron la marcha por Santiago de Chile. En paralelo, aquellas que salieron desde la plaza Libertad bajaron hacia la rambla por Ejido. Allí, las manifestantes hicieron una “sentada” y el colectivo Cuerpxs que Hablan protagonizó una intervención artística. Las mujeres, con sus cuerpos totalmente pintados como el mar y la tierra, interpretaron un “tsunami de resistencia”. Luego, se pusieron de pie y caminaron un poco más.
A los pies de la rambla y con el sol ya escondido en el horizonte, las manifestantes leyeron juntas la proclama de este año. Las voces de todas fueron una. Las manifestantes reivindicaron la diversidad étnico-racial y cultural del movimiento feminista y la inclusión en los feminismos de las identidades de género no hegemónicas. Además, denunciaron la violencia en todas sus formas.
En primer lugar, se pronunciaron contra la “cara más terrible” de la violencia –los “femicidios, la trata y la violación”–, ante la cual “la Justicia estatal responde de forma absurda e injusta” y “sólo piensa en el castigo y más penas”, mientras ellas buscan que esas situaciones no pasen “nunca más”. Luego, hicieron referencia a la violencia, que “desgarra los vínculos”, “daña la salud psíquica y física” y “deja profundas heridas sociales”. “Violencia también es la precarización de nuestras vidas, de nuestros trabajos, la imposibilidad de acceder a una casa digna donde vivir”, sostuvieron.
Otro de los planteos centrales fue la denuncia de la devastación ambiental, que repercute en la calidad de vida de las personas, y la necesidad de “defender los territorios del despojo y el envenenamiento”. Mujeres y disidencias pidieron poder “cuidar y ser cuidadas”, que “no haya ni una muerta ni una desaparecida más”, que la “violencia no se siga multiplicando como una peste”, y reclamaron un mundo donde “el trabajo sea para sostener la vida”, con “salud digna” y “educación feminista”.
“Hoy caminamos hacia el mar porque somos agua. Porque nuestra fuerza arrasa y desborda”, dijeron al cierre. “Fluimos hacia lugares inesperados, permeamos y nacemos desde lo profundo. Somos ríos, mares, arroyos, cañadas. Somos rebelión, movimiento, libertad. Somos diluvio sobre la tierra árida, brotamos desde los espacios más pequeños e impensados. Somos agua porque dejamos huella por donde pasamos, llevamos vida, nuevas formas de ser y estar en el mundo. Creamos tejidos capaces de volverse sostén, embalse y refugio, o de emerger e inundarlo todo. Somos agua cuando la realidad es piedra”.
Juntas y en todos lados
Si bien la convocatoria del Tejido Feminista que desembocó en la rambla fue mayoritaria, hubo decenas de mujeres y disidencias que optaron por marchar, concentrar o realizar performances artísticas a lo largo de la avenida 18 de Julio. Algunas estaban autoconvocadas, organizadas con amigas o familiares. Otras respondían a iniciativas más grandes, como la de la Intersocial Feminista, que, además de llamar a manifestaciones descentralizadas en los barrios durante toda la jornada, convocó a concentrar a las 18.00 en 18 de Julio y Paraguay, bajo la consigna “Juntas en todos los espacios contra todas las opresiones”. Desde allí, cada organización o grupo se manifestó como quiso –concentrando, marchando, etcétera–.
“La idea es que sea libre y que las organizaciones se convoquen en el lugar que quieran”, dijo en ese sentido a la diaria Rita Uriarte, vocera de la plataforma. “Esto es algo que nunca se hizo y es bueno, porque son ideas que contribuyen a que seamos más visibles”, agregó.
El lunes de noche, la Intersocial Feminista realizó la lectura pública de la proclama de este 8M, en la que lanzó “una alerta sobre las violencias y las discriminaciones, que se han agudizado en los últimos tiempos”. En ese sentido, las activistas mencionaron algunos casos recientes de “violencia cruenta hacia las mujeres”, como el de la violación grupal en Cordón, la “violencia sexual perpetrada por fuerzas de seguridad que deberían brindarnos protección”, “los femicidios, que no cesan, la violencia transfóbica y los abusos sexuales hacia nuestras hijas e hijos”.
La Intersocial Feminista exigió al Estado que tome “medidas urgentes que apunten a desmantelar la cultura machista y den respuestas inmediatas para atender los efectos más críticos de la discriminación de género, que pega en las mujeres pobres y sus hijas e hijos, precarizando sus vidas hasta extremos inhumanos”. Entre esas medidas, pidieron la incorporación de las temáticas vinculadas a igualdad de género y prevención de la violencia machista en la currícula escolar, una Justicia que “esté a la altura de las necesidades de las víctimas” y respuestas concretas para mujeres y disidencias en materia de “vivienda, empleo, educación, sistema de cuidados, políticas de corresponsabilidad y abordajes en salud enmarcados en los derechos sexuales y reproductivos”.
Más temprano en la tarde hubo varias movilizaciones descentralizadas en diferentes barrios de Montevideo y el interior. Algunas respondían al llamado de la Intersocial Feminista –fueron más de 30 colectivos en distintos puntos del país, según la vocera–, mientras que otras fueron coordinadas por colectivos feministas, agrupaciones o vecinas organizadas.