“El ideal materno oscila entre la madre sacrificada, al servicio de la familia y sus hijos, y la superwoman capaz de compaginarlo todo con el trabajo y la crianza”. La frase corresponde al libro Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, de la periodista española Esther Vivas, y es una gran síntesis de uno de los planteos centrales de colectivos de madres feministas que promueven el ejercicio de maternidades que rompan con los mandatos establecidos por el sistema patriarcal y desprendidas de todo ideal social. Se trata, en resumen, de promover maternidades deseadas, vividas con placer y con redes de apoyo.

Ese es precisamente el objetivo de Mamá Feminista Uy, un colectivo que se presenta en defensa de “una maternidad en tribu, libre y feminista” y que integran alrededor de 150 mujeres entre madres, embarazadas, mamás no gestantes (por ejemplo, adoptivas) y mujeres que aún no decidieron ser madres pero que desean conocer la maternidad desde una perspectiva feminista, explicaron a la diaria Jamilla Soca y Valentina Birriel, integrantes y fundadoras del grupo.

Mamá Feminista Uy surgió de las necesidades e inquietudes personales de Birriel. Ante la escasez de espacios para “habitar la maternidad desde el feminismo”, decidió generar sus propias redes y planteó –a través de su cuenta de Instagram “Mamá de Caetano”– la idea de formar un grupo de Whatsapp entre mamás feministas para marchar juntas el último 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. “La maternidad fue, sin dudas, un quiebre sustancial, una revolución en mi vida. Me sentía completamente sola, desamparada y muy poco sostenida”, contó Birriel, y agregó: “Tenía la necesidad de compartir con alguien que me entienda, que entienda el concepto de violencia, de culpa materna, y lo difícil que es maternar sola con todo el sistema en contra”.

Cuando lanzó la propuesta, no imaginó la repercusión que tendría. Rápidamente, se sumaron decenas de mujeres que compartían la misma necesidad: maternar en colectivo y tener un espacio para la militancia feminista. Frente a la alta adhesión, Soca tuvo la idea de crear una cuenta de Instagram donde publicar las fotos que se tomaran durante la movilización y así, casi de forma espontánea, nació Mamá Feminista Uy. Pocos días después de la marcha, las mujeres se volvieron a juntar para darle forma al colectivo y seguir adelante con la propuesta.

En estos dos meses y poco, las mujeres se han reunido en más de una oportunidad, organizan reuniones con sus hijas e hijos y sin ellos, aunque, si alguna no tiene con quién dejarlos, puede llevarlos, porque la idea es no replicar el mismo funcionamiento del sistema que “te excluye de los espacios que no podés habitar”, dijo Birriel. A su vez, ya tienen ideas para el futuro como, por ejemplo, gestionar instancias de lecturas feministas y talleres de capacitación con sus propios recursos humanos.

En el grupo de Whatsapp, las integrantes “hablan de todo”, aseguraron: desde brindar apoyo en situaciones puntuales hasta intercambiar recetas de cocina u opiniones de series, programas, conversar sobre diferentes aspectos de sus vidas, y más. No obstante, el colectivo tiene algunos temas centrales. Entre ellos, están “la importancia de la salud mental materna”, “el autocuidado”, “el respeto durante el embarazo, parto, puerperio, en la lactancia y en la crianza”, “la culpa materna”, “la violencia doméstica y de género”, “la deconstrucción como personas y como mujeres” y “sanar nuestra infancia a través de la maternidad”. En entrevista con la diaria, Soca y Birriel profundizaron sobre la gestión del grupo, sus planteos y sus reflexiones sobre las maternidades feministas.

¿Qué implica defender una “maternidad en tribu, libre y feminista”?

Valentina Birriel: En nuestro caso, siento que lo que más une la maternidad con el movimiento feminista es querer romper el paradigma en torno a la crianza. Hoy en día, hay un auge de estudios de la ciencia del bebé. Investigaciones sobre el funcionamiento de su cerebro, el comportamiento, su psiquis, sus formas de vincularse, etcétera. Nosotras intentamos abordar todo eso desde los feminismos y generar un cambio de paradigma desde la raíz, es decir, desde las infancias. Si criamos niñeces libres de estereotipos, de machismo, de discriminación, del modelo que aún nos rige, no sólo vamos a tener infancias libres sino también adultos sanos, que no tendrán que pasar toda su vida adulta sanando su infancia. La maternidad feminista empieza por nosotras, por validarnos y reconocer todo lo que cargamos por el sistema capitalista y patriarcal en el que crecimos, y poder sacarnos esas mochilas para no transmitirlas a nuestros hijes.

Jamilla Soca: La maternidad feminista implica muchas cosas. Desde lo más básico, como querer y reivindicar una equidad de derechos y oportunidades para todas las personas, la condena de todas las manifestaciones de violencia machista, hasta las formas de criar infancias libres. La idea de maternar en tribu apunta a no estar solas. Es maternar y maternarnos, cuidar de nosotras mismas, entender la culpa materna, visibilizar todo lo que el sistema nos impone y reconocer que la sociedad no nos ofrece recursos ni herramientas de apoyo en ninguna etapa del proceso (embarazo, parto y crianza). La maternidad feminista implica ver todo eso y las formas de violencia que nos oprimen e intentar sanar en tribu para transmitirle a nuestros hijes otra forma de ver el mundo, más igualitaria, más sana y respetuosa.

“No debería ser inherente al rol de madre que no puedas crecer en tu trabajo, tengas que limitarte a ser ama de casa o debas renunciar a tus sueños”. Valentina Birriel

Valentina Birriel: Desde las maternidades feministas también buscamos separar las cosas que están socialmente unidas a la maternidad como, por ejemplo, ser ama de casa, que junto con tu hije tenés que maternar a tu pareja, que la madre tiene que saber todo y ponerse todo al hombro. La maternidad no debería ser eso, tendría que poder habitarse de una forma placentera. Algunas mujeres nos plantean que no saben si quieren ser madres porque no quieren perder libertad, quieren seguir creciendo profesionalmente, quieren viajar, entre otras cosas. Eso ocurre porque el sistema no sostiene a las maternidades. No debería ser inherente al rol de madre que no puedas crecer en tu trabajo, tengas que limitarte a ser ama de casa o debas renunciar a tus sueños.

¿Cómo es maternar desde una perspectiva feminista en esta tensión entre un esquema más conservador y tradicional y el ideal de superwoman?

Valentina Birriel: Colapsamos todo el tiempo y lo validamos. Es obvio que vamos a colapsar. Hay un montón de características depositadas en las mujeres y un montón de cosas que parece que están ligadas a la maternidad, pero que son culturales. No poder cumplir con todo eso nos genera muchísima culpa materna. Precisamente eso es lo que tratamos de concientizar en el grupo, que la maternidad y la crianza tienen una carga sustancial muy grande, pero, sin embargo, están muy poco valoradas y visibilizadas. No están garantizadas las condiciones necesarias desde los organismos del Estado y la sociedad en su conjunto para poder maternar. No dan las horas del día para hacer todo lo que el sistema nos dice que tenemos que hacer. El sistema pretende que trabajemos como si no tuviéramos hijas e hijos y que criemos como si no trabajáramos. Es imposible.

Jamilla Soca: Nosotras somos conscientes de que no podemos alcanzar el ideal de la superwoman y tampoco queremos hacerlo; es la sociedad la que quiere eso. A veces, de forma inconsciente, intentamos hacerlo, por el sistema en que nacimos, nos desarrollamos y en el que estamos inmersas, y nos frustramos por no poder con todo eso que deberíamos. Ahí es cuando entre nosotras nos hacemos reaccionar. Para la mujer que no es consciente de cómo funciona el sistema y sigue intentando ir atrás de ese ideal, la consecuencia es una culpa enorme y una carga mental y emocional que se oculta y acumula durante mucho tiempo, pero que en algún momento sale. Capaz que salta a los nueve meses de tener un hije, como me pasó a mí, a sus diez años o a los 20 años o en la psiquis del niñe cuando llega a adulto.

Valentina Birriel: Lidiamos con contradicciones todo el tiempo. Nosotras promovemos que la lactancia materna es lo mejor, pero si una mujer por sus circunstancias tiene que darle complemento a su bebé también queremos que entienda que está bien y que no es su culpa, que es el sistema el que impone ideales y el que no logra ofrecer las condiciones necesarias para ejercer la maternidad como una quisiera. Las licencias por maternidad son muy cortas. Entonces, por un lado, se nos exige que seamos la mejor madre posible y que creemos seres funcionales, pero, por otro lado, no existen garantías. El sistema no está pensado para sostener las crianzas y menos las maternidades responsables. Desde el feminismo tratamos de visualizar esto, cómo funciona el sistema, qué queremos las madres, qué queremos darles a nuestros hijes, qué espacios queremos habitar, pero es muy difícil en una sociedad que no ampara.

Jamilla Soca: Para maternar bien, no en el sentido del idealismo, sino desde lo que deseamos las madres y lo que las infancias necesitan, para maternar con salud, congruencia y habitar todo eso desde el placer, primero una tiene que estar bien como mujer. Pero es muy difícil estar bien con una misma cuando la sociedad te ve sólo como madre –con todas las cargas que eso tiene– y no somos vistas primero como mujeres y como personas.

Como mamás feministas, ¿cómo es criar a una nena y a un varón sin imponer el género con el que se identifiquen más adelante?

Jamilla Soca: Hemos conversado entre nosotras sobre este tema. Ella quería tener una nena porque sentía que tenía todas las herramientas para hacerlo y le tocó un varón. Mi caso fue al revés, quería un varón y me tocó una nena. Pensaba que sería más sencillo tener un varón porque tienen muchos más privilegios en esta sociedad. Entonces, le podía enseñar a respetar a las mujeres y no ser opresor, pero con una nena me preguntaba “cómo hago para darle las herramientas para que se enfrente a este sistema”.

Valentina Birriel: Yo lo sentía al revés. Pensaba “toda la cultura está pensada para que las mujeres sepan cómo se tienen que cuidar, no está pensada para atacar al opresor”. Entonces, tener un varón fue un desafío enorme. A él no le tengo que decir “hija, estoy acá para cuidarte”, sino “hijo, yo tengo que generar que tú no seas una persona de la cual el resto tenga que cuidarse”. A la vez, está esa tensión entre que tratamos de criar a nuestros hijes respetando la biología y a la vez que puedan entender que el día de mañana pueden identificarse con el género que quieran. Es difícil; una no puede alienarse de esa carga: nació varón y hay un montón de connotaciones que va a tener por ser varón.

“Para hablar de una maternidad feminista, hay que partir de la base de que la maternidad es una posibilidad, y que tiene que ser deseada y disfrutada”. Jamilla Soca.

Comentaron que en su grupo hay mujeres que no han tomado una decisión sobre la maternidad. En ese sentido, ¿hablar de maternidades feministas involucra a las mujeres que optan por no ser madres?

Jamilla Soca: Sí, claramente. El primer post de nuestra cuenta de Instagram es sobre la interrupción voluntaria del embarazo. Para hablar de una maternidad feminista, hay que partir de la base de que la maternidad es una posibilidad, y que tiene que ser deseada y disfrutada. Para eso, es necesario que las mujeres tengan la herramienta para poder elegir si quieren o no quieren ser madres. Hay diferentes circunstancias y situaciones, pero lo que tenemos que promover es que, de aquí en adelante, todas las mujeres que sean madres lo sean porque lo desearon y las que ya somos madres porque lo quisimos o porque nos tocó, y lo hagamos desde una perspectiva feminista.

Valentina Birriel: Uno de los planteos centrales de la maternidad feminista es deconstruir esta idea de que ser mujer es igual a ser madre. El sistema patriarcal, primero, concibe a la mujer como una persona con útero, y, segundo, entiende que la mujer está para cumplir un rol reproductor y ser mamá. Por esto mismo es que algunas ramas de los feminismos no aceptan la maternidad, porque consideran que nosotras mismas nos colocamos en ese rol que el patriarcado ha usado históricamente para oprimirnos y condenarnos aún más como mujeres, limitándonos a nuestros hogares y obligándonos a resignar nuestros sueños. Ese es el esquema de maternidad que nosotras queremos romper, porque es una maternidad funcional al sistema, pero no es la maternidad que tiene que ser. Cuando una mujer es madre, no está eligiendo ser una esclava en su casa, no quiere olvidarse como mujer y siempre estar pendiente de sus hijes. Las madres culturalmente tienen que aguantar absolutamente todo; lo hacen y lo hicieron siempre. Pero no queremos más eso. Por eso también es importante desromantizar la maternidad e ir contra esta idea de la madre siempre amorosa. Las madres también nos enojamos, no todos los días tenemos ganas de maternar y a veces no queremos estar con nuestros hijes, porque no somos sólo madres. Elegir ser madre feminista es entrar en una lucha interminable y constante contra todo. Pero si traje un hijo al mundo, lo mejor que le puedo dejar es un presente y un futuro donde pueda crecer sano, amado y respetado, y eso para nosotras es a través de la maternidad feminista.

¿Qué pasa con las maternidades que escapan a lo heteronormativo?

Valentina Birriel: Esto lo hablamos mucho dentro del colectivo y lo que concluimos es que nosotras no somos quiénes para discernir si una persona es mujer o no por el género o sexo que tenga. En nuestro grupo aceptamos a todas las personas que se reconocen como madres. La sociedad binaria necesita un papá y una mamá, pero hay otros modelos de familias fuera de lo tradicional que también maternan y tienen un lugar en nuestro colectivo. Las mujeres y disidencias que escapan un poco de lo heteronormativo no suelen encontrar espacios de intercambio y redes, por eso es importante que quede claro que este es un colectivo para maternar en libertad teniendo en cuenta todas las diferencias. No estamos para juzgar, sino justamente para que cada persona pueda sentir que todas sus emociones y sentimientos son válidos y que tienen una red de apoyo. No importa si tenés pareja o no, el género con el que te identifiques tú o tu pareja, cuántos hijes tengas.

En las maternidades feministas, ¿qué rol ocupan los padres? ¿Hay paternidades feministas?

Valentina Birriel: Considero que se puede hablar de paternidades conscientes, en deconstrucción y con una perspectiva feminista, pero no de paternidades feministas. El feminismo es algo que te aborda por el hecho de haber nacido con una condición de lo que el sistema considera que es femenino. No quiere decir que no puede haber padres criando de manera feminista y que acompañen la crianza desde una perspectiva feminista. Las paternidades conscientes son muy difíciles y están menos visibilizadas, pero tampoco corresponde que seamos nosotras las que eduquemos a los hombres a paternar, porque ahí seguimos maternando todo. Nosotras fomentamos que los varones hablen entre ellos, en sus grupos de amigos, o grupos destinados a estas cuestiones, porque ya existen un montón de grupos de paternidad consciente.

Jamilla Soca: Por ejemplo, el papá de mi hija no es un papá feminista, es un papá consciente, que paterna, que es consciente de que su hija nació en un sistema patriarcal y que está ejerciendo la paternidad con una compañera que también es consciente de que el sistema funciona mal respecto de la maternidad y la crianza. Entonces, toma las herramientas que yo le digo, a veces nos corregimos entre nosotros, nos informamos juntos, hicimos las clases de preparto juntos, abordamos la crianza feminista juntos. En base a eso, lo que hace es paternar como todos deberían hacer. Yo puedo apoyar al padre de mi hija como pareja, pero no puedo maternarlo.